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El Cadaver que resiste la Tumba
por María Zaldívar
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Que Cristina Kirchner intente enseñar economía en Estados Unidos es tan absurdo como el esfuerzo de Alberto Fernández por sobrevivir a su estrepitoso fracaso como operador político de la presente administración.
Patético lo de Fernández porque, para peor, su tic de aferrarse no es nuevo sino más bien propio de su estilo. Lo hizo en su temprana juventud cuando engrosaba las filas del nacionalismo furioso y después, como delfín de Domingo Cavallo. Con ese pedigree no deberían sorprender sus pininos por mantenerse a flote, sobre todo si se recuerda que es político de profesión y que esperar progresos en esa fauna es una ingenuidad casi imperdonable.
Alguien tiene que avisarle que perdió su interna dentro del actual gobierno; que Julio De Vido lo doblegó y que están de salida los escasos alfiles que le quedan en funciones. Su pelea de fondo siempre fue en torno a operar el trato con los medios de comunicación pero Néstor Kirchner prefirió confiar esa sensible tarea a su archi-enemigo y cuando Cristina asumió, Alberto creyó que habían llegado para él los años de vacas gordas, que la suerte viraba a su favor y, aunque la maniobrabilidad de la Presidenta es un tanto acotada, Alberto consiguió la conducción del canal oficial en el que colocó a una de sus incondicionales. Pero le duró menos que la Secretaría de Medio Ambiente, donde su protegida sigue dando pelea. El estratégico canal 7 se le escapó de las manos y ahora se tiene que conformar con el control de alguna emisora de radio marginal, pobremente piloteada por un puñado de empleados de la Secretaría de Medios. Una berretada.
Sus manejos con el poderoso Grupo Clarín también fallaron. Tuvo la mirada del burócrata y su estrategia de acercamiento se concentró en jugar la interna de ellos. Eso y no mirarse al espejo es más o menos lo mismo porque soñar con la ridícula posibilidad de colarse entre aquellos indica una petulancia sólo comparable con la de Cristina Kirchner pero también trasluce idénticas ignorancias. Es no entender la complejidad de ese entramado que hoy, además, encarna el mayor dique de contención al delirio autoritario del chavismo vernáculo, sino el único.
Hasta se equivocó al aceptar un encuentro académico que lo enfrentó con ex “cumpas” del menemismo, todos inofensivos y heridos, que lo incomodaron hasta el ridículo. Entre medialunas dulces y comentarios ácidos, echaron por tierra sus ilusiones de reconciliación con el patrón de la estancia, Néstor Kirchner de quien había conseguido un condescendiente gestito apenas veinticuatro horas antes. Cecilia Pando lo sacó de carrera. Un auténtico bochorno digno de un jugador amateur. Papelón.
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