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Algunos ecos de Unasur
por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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'Es razonable que los convocados independientes no mostraran entusiasmo por esta reunión. Lula, Uribe y Alan García sospechan que Chávez quiere montar un escenario contra 'el imperio', colgándose de Morales, aprovechando que Bush es un 'pato cojo''. José Rodríguez Elizondo
Nadie puede objetar que los dirigentes de un grupo de países –todos de la misma región– cooperen a la solución de los problemas que alteran la paz en uno de ellos. Esto ha sucedido en la reciente reunión de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) de Santiago de Chile. Se ha aprobado, por unanimidad, una declaración de apoyo al gobierno de Bolivia que preside Juan Evo Morales Ayma. Hubo un consenso que llegó luego de cinco horas de extensos, reiterativos y, al parecer, encendidos discursos.
Pero no todo fue tan fluido como esperaban Morales y Chávez. Antes del inicio de la reunión, ya hubo dificultades. Chávez, siempre dispuesto a la controversia amarga y a las medidas dramáticas y extremas, se vio enfrentado a una posición mucho más serena, la del Presidente del Brasil, Inácio Lula da Silva.
Según el diario “El Mercurio” de Santiago de Chile, la propuesta que se sometió a discusión de los mandatarios de Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), estaba en la línea de no intervenir en los asuntos internos bolivianos y no mencionar a Estados Unidos. El influyente diario chileno añadió: “De hecho, (el presidente) Lula dijo el sábado que la reunión de líderes de Unasur ‘solo tiene sentido’ si ‘hay una propuesta’ y el Gobierno y la oposición boliviana deciden acatarla”. Otro diario de Santiago decía “...no todos los gobernantes tienen la misma opinión acerca de cuál debe ser el papel de los países sudamericanos, ya que mientras Hugo Chávez defiende una presencia activa, incluso militarmente, para apoyar al Gobierno boliviano, el presidente de Brasil se muestra más moderado”.Predominó la madura posición del presidente brasileño. Fracasaron, entonces, los planes de Chávez de intervenir militarmente en Bolivia, lo que, por lo menos ahora se ha disipado.
Pero en la declaración hay algunas curiosidades. La presidenta de Chile leyó con firmeza el documento aprobado. Destacó lo que, para nosotros los bolivianos, es lacerante, especialmente de parte de una mandataria chilena, La señora Bachelet afirmó, leyendo el texto, que se reitera el respeto “a la integridad e inviolabilidad territorial”, en este caso del territorio boliviano. Pero ella es la persona menos indicada para proclamar algo semejante. Es la presidente de un país, –claro, ahora respaldada por el funesto Insulza- con una historia de agresiones y de cercenamientos territoriales ajenos. Dirá ella que no es la autora del párrafo, pero, claro, su sesgada información histórica le impide recordar que en toda reunión americana, Chile se opuso a la tesis del no reconocimiento de la conquista territorial por la fuerza. Ahora, se presenta como defensora de lo que no practicaron sus antecesores.
Pero hubo una sorpresa más: Pese a la fila de “antiimperialistas” (entre ellos la vapuleada Cristina Fernández, que no conoce el significado de un gobierno democrático, el incoherente Rafael Correa, y otros menos notorios). Chávez, que se hizo cargo del ataque sostenido –esta vez refrenó en su lenguaje grosero- fracasó en su intento de que para que se mencionara y condenara al gobierno de los Estados Unidos, con el que hace buenos negocios. Qué decepción para Evo Morales, que fundaba muchos de sus berrinches en las acusaciones no probadas contra el embajador de los Estados Unidos en Bolivia, torpemente expulsado del país.
Pero, en medio de tanta cháchara chavista y de Evo Morales, hubo otra voz seria. Fue la del canciller de Chile, diferente a la efusividad de Michelle Bachelet. Un idiario de Santiago, informa: “El ministro de Relaciones Exteriores Alejandro Foxley… confidenció (sic) que personalmente ‘estaba preocupado por las declaraciones de Chávez’ al interior de la cita”. “El Presidente de Venezuela –según Foxley- en un acalorado discurso, emitió fuertes palabras en contra de Estados Unidos y pidió a la cumbre que en la declaración final se condenara la supuesta influencia del país norteamericano en la crisis de Bolivia”. La mencionada publicación también recogió otra declaración del Canciller chileno: “…luego que en primera instancia hace tres días Chávez apareciera como quien convocaba a la cumbre, Foxley dijo que ‘hay gente a la que le gusta el protagonismo’, más aún luego que fuese Bachelet quien llamara a reunirse en Santiago”. "El tono de Chávez no me pareció el más propicio".
Finalmente se reveló que, “a juicio del secretario de Estado Foxley, ‘los problemas internos de América Latina se deben resolver con los Presidentes del continente y no culpando a actores foráneos’” Por supuesto que hubo mucho que desvirtúo el aparente propósito colectivo de solidaridad y de cooperación a la paz en Bolivia. Hubo esfuerzos sostenidos para deformar hechos y para hacer de la demagogia y la falsedad un camino diplomático funesto para los pueblos de América.
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