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¿Historia reciente o memoria?
por Dr. Marcelo Gioscia Civitate
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La inclusión en los programas escolares de temas de la historia reciente de nuestro país, ha concitado un nuevo punto de controversia entre los partidos de la oposición y las autoridades de la Enseñanza de este gobierno “progresista”.
Es que no se trata de una cuestión menor, ya que, aún el Tiempo no ha puesto la distancia suficiente para que, quienes fueron principales protagonistas de los hechos que ocurrieron en los últimos cuarenta y cinco años, hayan agotado la línea de la Vida de su propia existencia. Y muchos de ellos, siguen siendo –pese a las loas en favor del recambio y los valores de la juventud- actores de primer orden en el escenario político (ya sea integrando los cuadros del elenco del actual gobierno o representando a la oposición).
Al parecer, la cuestión estriba en distinguir si, efectivamente se pretende incluir temas de “Historia reciente”, o si por el contrario, se busca trasmitir la memoria de esos protagonistas. No debemos olvidar por cierto que, ellos fueron los que participaron de uno u otro bando, cada quien con su ideología a cuestas y su memoria ha sido recogida muchas veces, a través de entrevistas periodísticas, y que además, fueron responsables en la adopción de uno u otro camino, tendientes a la construcción o reconstrucción de la Historia Nacional que día a día, inexorable e incesantemente, e incluso a pesar nuestro, se va forjando.
Cabe cuestionarse si, en las condiciones actuales en que se encuentra la Enseñanza Pública en nuestro país, nuestros docentes se encuentran capacitados para trasmitir con la mayor objetividad posible, y la necesaria salvaguarda de la laicidad (que no es otra cosa que la concreción del mayor de los respetos por la libertad de conciencia de los educandos) los orígenes, los hechos, sus causas y las consecuencias que derivan de ellos.
Tanto como, para trasmitir con la misma objetividad, las soluciones que la sociedad uruguaya toda adoptó, para encontrar su camino, hacia ese “porvenir ideal o posible” que se nos presentaba entonces, y que no es más que el Hoy, que estamos viviendo.
¿Cuál será el material “oficial” a utilizar por los maestros? ¿O no habrá ninguno? ¿Se utilizarán del mismo modo y con igual “valor de verdad” las fichas coordinadas por Demasi y Yaffé, como los libros de Maggi-Borges y Sanguinetti? ¿Qué autoridad sugerirá la bibliografía mínima que se recomiende para abordar temas de tal envergadura?
Ciertamente, no creemos sea tarea fácil –educar y enseñar nunca lo fueron- desligar los hechos que sucedieron y que fueron contemporáneos a nosotros, de las preferencias ideológicas de cada quien, para plantearlos sólo como “hechos que ocurrieron”, a quienes tal vez, en el mejor de los casos, sólo han recibido de los mismos, la versión (necesariamente subjetiva) que de ellos tenga su entorno familiar más cercano.
Máxime, cuando muchos de quienes tuvieron activa participación entonces, -si se me permite el parangón- son hoy, personajes privilegiados en las tablas de este gobierno (que cuenta con un elenco acreedor de aplausos seguros) y otros, lidian con ellos en desigual reparto, mientras que los más, (si pudieron ingresar al teatro) observan los vaivenes desde el gallinero, la tertulia o la platea, cuando no desde algún palco. Corresponde significar además que, en esos hechos, de una u otra forma incidimos como ciudadanos, adoptando como válida, una u otra posición manifestada como “voluntad soberana”, y que debiera respetarse.
Pues, si a la falta de comprensión lectora, sumamos la ausencia de materiales bibliográficos de fácil acceso y los índices de deserción escolar… cabe preguntarse: ¿cuál será el resultado? ¿Podrá asegurarse el respeto a la laicidad? ¿O tendremos nuevamente el simple relato maniqueo brindado esquemáticamente (“porque está en el programa”) con una sesgada, como peligrosa superficialidad? ¿Qué hay detrás de todo esto?
Si entendemos con Francis Bacon (1561-1626) que “la verdad es hija del Tiempo y no de la Autoridad”, nos parece que no están dadas aún las condiciones para emprender, sin los correspondientes soportes documentales e historiográficos, la enseñanza de una Historia reciente, -que más tiene de memoria- en la que, de una u otra forma y en mayor o menor medida, todos nos encontramos implicados.
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