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Análisis Internacional
China, Taiwán y el Tibet
por Lic. Washington Daniel Gorosito Pérez (Perfil)
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¿Por qué China se está comportando tan dura con el Tíbet? ¿Qué hace al Tíbet tan importante para el gobierno de Beijing?
El núcleo del asunto es que nada preocupa más a los gobernantes chinos que cualquier cosa que ponga en riesgo la unidad del país. Y nada los pone más ansiosos que un conflicto regional, que si no se soluciona de raíz, podría terminar produciendo una seguidilla de sucesos conducentes a la desintegración China.
La declaración de la independencia de Kosovo el año pasado agudizó las inquietudes chinas acerca del Tíbet. Aunque quienes defienden la independencia de Kosovo han argumentado que no sienta un precedente internacional, los gobernantes chinos temen lo contrario.
Por otra parte el cambio de gobierno en Taiwán ha aumentado la tensión para el gobierno chino. Puede sonar extraño que China, que no ha tenido más que éxitos económicos en los últimos años, sienta que su unidad es frágil a pesar que la actual crisis económica pone en riesgo el equilibrio social chino.
Sin embargo, la historia de este país, tanto antigua como moderna, sugiere que no hay nada permanente o estable en lo referente a la unidad, de hecho la que se vive hoy en día se logró con la victoria revolucionaria de Mao en 1949.
Desde el periodo de los Estados Guerreros (403-221 A.C) al periodo de los Señores de la Guerra en el siglo XX (1916-1928) muchas veces el territorio chino se ha dividido en regiones separadas y rivales.
Así, al tiempo que proclaman a viva voz la unidad del Estado Chino, los gobernantes comunistas están obsesionados con la fragilidad del país y trabajan constantemente para reducir las tensiones entre sus provincias.
En cualquier país tan vasto como China es inevitable que las regiones alejadas tengan identidades e intereses distintos. Aunque pocos en China especulan en voz alta sobre esta temática, hay quienes creen que estas diferencias pueden seguir alienando las regiones con respecto al centro y que algún día algunas podrían separarse.
Este es el temor que atormenta a los gobernantes de China cuando históricamente enfrentan al Tíbet. Por supuesto, a juzgar por la retórica oficial, no hay ninguna amenaza a la unidad. Todos los pueblos de China, incluidos los no chinos en territorios anexados como el propio Tíbet más allá de las protestas cíclicas, Mongolia interior y Xinjiang, son firmes y leales partidarios del sistema actual.
Recordemos que hace 36 años Chou EnLai y Richard Nixon firmaron el comunicado de Shanghái, que definió sin ambigüedades la siguiente norma: hay sólo una China, y Taiwán es parte de ella. Estados Unidos debería reafirmar esa idea, para que China tenga la seguridad de que su unidad no se pondrá en duda.
Aparentemente no está en los planes de Occidente que el Tíbet o Taiwán se conviertan en países soberanos y los esfuerzos de algunos tibetanos y taiwaneses en esa dirección presentan el peligro de un error de cálculo que pueda crear una enemistad duradera.
Incluso algunos altos dirigentes chinos sospechan que Estados Unidos busca un Taiwán independiente con el fin de usarlo como “portaaviones que no se puede hundir”, contra un futuro enemigo chino, veremos cual es el punto de vista del presidente Barack Obama.
Por lo tanto la situación del Tíbet sólo se puede analizar de manera adecuada si se tienen en cuenta las sombras proyectadas por Kosovo y Taiwán.
¡Hasta el próximo análisis…!
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