El discurso mediático y la realidad del País.
Por Pedro Hernández
En los medios se trasmite una imagen del país que salvo excepciones no tiene relación con la realidad. Para el oficialismo - 3 y 2- estamos “saliendo” de la crisis.
De las secuelas nada se dice: entre 1998 y el segundo trimestre del 2002 la economía cayó 16% y se destruyeron 100000 puestos de trabajo, del endeudamiento interno y externo no se habla, etc.
Hay programas de radio y tv que son verdaderos espacios oficialistas.
Los números de la economía y sus impactos los manejan como si fueran producto de verdaderas medidas de gobierno.
No hay ningún sector de la vida socio económica del país que tenga una lectura que no sea desde el ángulo político partidario, una prueba de que el país nada ha cambiado en los últimos setenta años.
El verdadero “milagro” que hoy festejan el gobierno y sus corifeos es fruto de la nueva relación cambiaria que se adoptó presionado por la crisis bancaria.
Cambio que se reclamó ante el prolongado atraso cambiario desde 1992 al 2002 y que no se dio pese a la destrucción de puestos de trabajo, endeudamiento en el agro, en la industria, concordatos, etc.
Los gobernantes y los brillantes economistas del modelo se mantuvieron soberbios asegurando que la economía estaba bien. Los mismos economistas y gobernantes que ayer actuaron con soberbia libresca hoy actúan como si fueran los actores del “cambio”.
Este es el manejo del Uruguay desde hace más de cincuenta años que hay que terminar.
Vivimos inmersos en un discurso tecnocrático vacío de contenido humanista, sólo al servicio de lo financiero y sumisos a las directivas del FMI- al cual estamos atado desde 1959-. Atados por nuestra incapacidad y el manejo político absolutista del 3 y 2.
Los problemas no son de ahora y la responsabilidad es de los que nos han “ninguneado” imponiendo sus “soluciones”, sometiendo al País a una visión electoralista.
En el manejo del país por el partido único, no hay autocrítica ni transparencia.
Por ello las “soluciones”, son parches en la coyuntura.
Los “mismos” siguen hablando de lo “mismo” y los medios no registran la impunidad.
Se defiende un modelo económico cuyos números sociales son alarmantes e inmorales, el 20% de la población más pobre recibe el 4% del producto y 20% más rico se lleva el 65% del mismo, los comentarios sobran. Los números de la microeconomía – endeudamiento de las empresas - son desastrosos. Esto no es noticia.
Según los medios y en especial la TV tenemos un agro que respira optimismo y bonanza.
Sobre todo en la TV es donde más se esconde la realidad, paisajes verdes, exuberantes praderas, lo social ocupa algún titular de vez en cuando. Se habla de las incertidumbres productivas y de los riesgos como cosas anecdóticas desde siempre. Los productores y los dirigentes aceptan con fatalismo y o adhesión partidaria esto que tanto daño ha causado al campo y en definitiva al País, una economía - desintegrada - a partir de la confiscación de rentas del sector rehén,- tomador de precios - que nos lleva de una crisis a la siguiente.
Este es otro de los cambios que el país debe procesar pasando a un modelo de economía integrada, sin rehenes y sin asimetrías escandalosas.
Hablan de “enormes” porcentajes de aumento en el área de la soja, sabiendo que partimos de valores muy bajos y en ancas de precios que sensatamente no pueden durar mucho. No será la primera vez que se da manija en la coyuntura con total ligereza, porque conviene partidariamente para “tapar” la magnitud de la crisis de turno. Hoy en el campo hay muchas inversiones “golondrinas” que al menor atisbo de temporal se alejaran buscando mejor “clima”, quedando los que sólo se van fundidos y a los que el país nunca ha defendido. Esto tampoco se dice en los medios oficiales y oficialistas.
Tenemos remates por pantalla de última tecnología, hablamos de la trazabilidad, de los vinos, etc.
Nadie puede creer con esta “visión” que los productores tienen problemas de endeudamiento, pobreza, marginación social y económica. Así se propicia en un país que no se ve como uno la “canibalización” social.
Sobre el vino sería bueno recordar - las décadas del 50 y 60 - cuando el vino se hacía con poca uva, agua y azúcar o alcohol contrabandeado desde Brasil - con conocimiento de todos -. Muchos se enriquecieron así a la sombra de la impunidad del clientelísmo y el que perdió fue el país. Los que hoy “respiran” en el campo se olvidan de la liquidación de productores en los últimos cuarenta años.
Hoy el agro - granos, carne, arroz, lana, etc - al contrario de lo que le sucedió desde 1990 al 2002 es “beneficiado” con la nueva realidad cambiaria y esto lleva al oficialismo y sus amanuenses a una nueva “bovina euforia”. El campo “llorón” de los 90, ahora es el sector que impulsará el crecimiento. En los medios se pasa de una situación a la otra sin mayor sobresalto, como que no pasó nada. Se habla del crecimiento del agro, del endeudamiento del mismo al que se le vienen dando “soluciones” - desde 1999 -, nada se dice, se trasmite la imagen de que está solucionado. No lo está ya que las “soluciones” no tienen en cuenta sus causas principales, atraso cambiario y la condición de sector rehén en el marco de un modelo de economía desintegrada.
Muchos dirigentes rurales, técnicos, etc, responden hoy en los medios como sino hubiera pasado “casi nada”, no critican a fondo porque han “resuelto” sus deudas y están “agarrados” - por el manejo político partidario de los créditos- como históricamente ha sucedido, otros por adhesión partidaria.
Dirigentes agropecuarios - sin memoria histórica - y sin asumir responsabilidad por los números del campo en los últimos 50 años; del orden de 40000 productores menos y 260000 mil personas emigraron del campo - muchos pueblan hoy los cantegriles y asentamientos. Una verdadera política - no escrita - de despoblación de la campaña se ha llevado a cabo. ¿No se pudo hacer nada para evitarla?
De la pobreza rural tampoco se habla, según CEPAL en 1997 era superior al 20%.
Hay comunicadores o propietario de medios que son productores rurales.
También los hay legisladores y otros altos funcionarios del gobierno.
Pese a ello siguen hablando de los mismos problemas del campo que tienen más de 50 años como si fueran recientes.
No hay economía que pueda tener estabilidad si se la ve de esta manera y de acuerdo con los intereses particulares y político partidarios.
De la desindustrialización nada se dice y la dirigencia empresarial no deja de concurrir a los “desayunos” o “almuerzos” de trabajo a escuchar a la misma tecnocracia y a los mismos dirigentes políticos que no previeron la crisis y ahora nos dan las “soluciones”.
Esto en realidad no habla bien de los empresarios y sí de la “necesidad” del “apoyo”político partidario para el funcionamiento de las empresas, otro manejo nefasto que hay que erradicar si se quiere en serio una economía competitiva.
Este es el “funcionamiento” del país, que se “vende” por los medios de comunicación. Esta es el manejo del país, que nos lleva de una crisis a la otra.
Ahora aparecen “críticas” en los grandes medios, a las políticas y políticos que hasta ayer apoyaban, de pronto descubren la corrupción y los corruptos -denunciados por la oposición desde la década del 60- no son de ahora las crisis bancarias, los sobreendeudamiento de la industria, agro, etc y la consiguiente socialización de las pérdidas por el estado que paga toda la sociedad.
El caso Peirano es un ejemplo elocuente de como el manejo político del 3 y 2 - absolutismo - sirve a la corrupción y a ciertos interese económicos.
Hoy acusan y escriben libros personas que han integrado la conducción política que en los últimos cincuenta años es la gran responsable de lo que ha sucedido y sucede hoy.
Un Peirano integró el gobierno cuando se produce la crisis del Mercantil en 1971.
Hoy el mismo grupo familiar en el centro de la crisis bancaria - aunque usted no lo crea - y los mismos partidos del 3 y 2 en la conducción del país. Este es el resultado del manejo feudal del partido único, en el cual las responsabilidades se diluyen.
Esto es parte de la explicación de porque el país cae en crisis - casi cíclicamente - cada 20 años en los últimos 40.
La hipocresía y el cinismo es otro de los grandes problemas del país que se trasmite como “natural” a través de los medios, en el marco de un siempre recortado ejercicio de la libre expresión.
La crisis que hoy afecta a la mayoría del país, que condicionará a las próximas generaciones se viene profundizando desde la década del 50 en el marco de un manejo clientelístico que no cesó frente a las crisis.
En el modelo de economía desintegrada, manejado según el interés político partidario - 3 y 2- los ciclos de “expansión” benefician fundamentalmente a los sectores con posiciones dominantes y a las inversiones especulativas - golondrinas -.
El costo de las crisis y el ajuste permanente de la economía, impacta sobre los -cada vez mayores - sectores postergados socialmente que son los que en definitiva llevan la peor parte. Esto no es tema de los grandes medios.
La historia económica del siglo 19 y 20 es la historia de la “utilización” del ser humano en beneficio de una cada vez mayor concentración de la riqueza, Uruguay no podía escapar al fenómeno.
El drama social y las luchas por mejorar no han conmovido a la tecnocracia al servicio de este sistema. Cada mejora en las condiciones de trabajo, salarios, etc, ha sido sólo a través de duras luchas.
Hay una formación técnico profesional que está cuestionada por la inmoralidad de los hechos.
Los tecnócratas apuntalan el fatalismo de que no hay otra “salida”.
El lucro por sobre todo. Más lucro es la consigna de la economía de mercado, los humanos, meros números estadísticos. Números estadístico que sirven para fines electorales y muchas veces para disfrazar la realidad.
¿Cuantas fortunas se hicieron en el agro con condiciones feudales de los peones- salarios, condiciones de vida y separación de la familia-?
¿Cuántas fortunas se hicieron con industrias protegidas que impedían competir y cuyas ineficiencias pagó el País. De esto tampoco se habla en los grandes medios.
Esto permitió que el país no se viera como uno y así fue funcional al manejo clientelístico.
Nadie habla de la profundidad de la crisis y no hay ámbitos para ello.
Para recuperar los niveles de 1998 pasaran dos a o tres años -con suerte y viento a favor- Conviene también recordar que en 1998 el endeudadamiento de los sectores productivos era elevadísimo y los reclamos del agro e industria ya eran muy fuertes.
El “ufanísmo” y el “facilísmo” de los gobernantes y su cuerpo tecnocrático hablan de la recuperación de la economía - vieja técnica de distracción- con fines electorales.
Lo que sucede es el rebote lógico de la economía después de haber caído tan bajo. Seguimos pues en los “juegos” menores, sin cambios a la vista abonando el campo para la próxima crisis.
Esta es la historia- real - de la economía uruguaya de los últimos cuarenta años más allá de los disfraces.
El país está “atado” por una red de “compromisos” vía manejo clientelístico que corroe la sociedad. Esto hace que haya escasas opiniones independientes y críticas contra el manejo del 3 y 2 como algo negativo para el desarrollo social, económico y político del país.
Se ha ambientado un estado de amoralidad en la sociedad, las implicancias no preocupan, lo social que rompe los ojos ha pasado a ser un componente más de nuestro diario vivir y la solidaridad cada vez más acotada.
Es el país del doble discurso y del discurso acomodado a los intereses partidarios y económicos.
Para la mayoría de los actores públicos y privados que han llevado adelante este modelo económico vía manejo del 3 y 2 – clientelísmo - la ética y la responsabilidad están cuestionadas.
Nunca será suficiente la crítica a esta inmoral conducción del país en los últimos setenta años y doblemente inmoral porque se hace desde la impunidad del poder.
El dolor social no ha conmovido para cambiar, siempre hay alguna “chicana” para denostar a los críticos y seguir desinformando.
El problema más grave que enfrenta el país es ético y moral.
Cuanto antes el país se anime a mirarse sin prejuicios ni miedos en su verdadera realidad, encontrará la salida.
El pueblo tiene que dar una señal política de que no aceptará más “sobornos” electorales.
Así los mejores tendrán el lugar que les corresponde en el marco de una libre y equitativa competencia, en procura de un modelo económico integrado, que distribuya con equidad.
[email protected] Marzo 2004