UNA ALCALDESA O SIMPLEMENTE UNA MUJER
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por Graciela Vera
Periodista independiente
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Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer entrevistamos a una mujer que trabaja por los demás y para los demás en forma estruendosamente silenciosa desde su sitial de ama de casa, esposa, madre, abuela, amiga y mujer comprometida con su barrio, con la sociedad y con las demás mujeres.
Nació en Atarfe, un pintoresco pueblo de Granada pero desde hace veinte años vive en Almería.
Se llama Emilia Jiménez Muñoz y reside en el barrio Mediterráneo-Oliveros en donde diariamente nos cruzamos con ella en el supermercado, en la carnicería, en las compras diarias y en las tareas cotidianas.
Pero Emy no es una vecina más; desde 1999 es la ‘Alcaldesa del Barrio’; como tal excelente gestora que por bien ganados méritos ha cruzado las barreras de la política partidaria y aunque el Ayuntamiento de Almería cambió de orientación política y renovó las alcaldías barriales, Emy fue reconfirmada en su cargo.
En toda España, en pueblos pequeños o ciudades grandes, los Alcaldes de Barrio son, podríamos decir, los ojos y los oídos del Alcalde del lugar. Actualmente su función recibe el nombre de ‘Delegado de Distrito’ pero el tradicional término de ‘Alcalde’ sigue imperando en el léxico común.
¿Qué tareas cumple un Alcalde de Barrio? Dejemos que sea la misma protagonista de esta historia la que nos lo explique.
-“El Alcalde de Barrio es la persona de confianza del Alcalde de la localidad y su misión es recorrer el barrio, ver los defectos que hay en él, lo que hace falta, lo que está roto, controlar si se han barrido las calles, en definitiva, preocuparse por el barrio”.
Emilia nos deja saber que en un barrio a más del Alcalde está la Asociación de Vecinos pero mientras ésta, integrada por una Comisión se ocupa del bienestar vecinal, al Alcalde le corresponde la tarea de ocuparse del entorno en el que viven esos vecinos.
-¿Qué haces cuando encuentras que algo no está como debiera estar?
-“Cuando encuentro algo roto o pienso que algún sitio puede ponerse mas bonito yo llamo al Ayuntamiento y digo: ‘Miren, en tal lugar hay una baldosa rota’… o ‘en tal sitio hay un agujero’; y si los vecinos protestan porque en tal otro no han barrido, pues entonces también llamo…, en fin, lo hago por todos los problemas que el barrio tiene”.
-¿Y cómo se llega a ser Alcalde de Barrio?
- “Luchando mucho por tu barrio… peleando mucho por tu barrio… haciendo muchos amigos…
… pero no todos te quieren… también te critican…”
Pero sobre todo, y aunque ella apenas lo deja adivinar, sabemos que se llega por una incuestionable vocación de servicio.
Se trata de un cargo honorario en el que no hay horarios, o mejor dicho, el horario es continuo.
En Mediterráneo-Oliveros viven aproximadamente unas ocho mil personas. Este es el entorno donde se mueve y por el que trabaja Emilia Jiménez.
-¿Cuántas horas al día dedicas a tu trabajo como alcaldesa?
- “No tiene horas y no las tiene porque yo me levanto por la mañana y lo primero que hago es recorrer todo el barrio. Veo como están las fuentes, si han barrido… me encuentro con los barrenderos y hablo con ellos; voy a los jardines y hablo con los jardineros…luego salgo otra vez y otra vez me doy una vuelta y si hay algún problema… pues pendiente del teléfono, de ir al Ayuntamiento…de esperar y reclamar la solución”
- Y tú, y los Alcaldes de Barrio en general ¿obtienen la respuesta adecuada por parte de las autoridades? ¿Se sienten apoyados?
- “Si, en general lo estamos” piensa durante unos minutos “no todas las veces porque no siempre consigues todas las cosas que pides… pero en cuanto a aquellas mas necesarias, sí… tu llamas y dices que hay un agujero y que hay que venir a taparlo y entonces… puede que no vengan en el mismo día pero a los dos o tres días está arreglado”.
Hay tareas de más responsabilidad. El Alcalde de Barrio puede expedir informes con validez oficial a todos los efectos que también son necesarios como testimonio para obtener el empadronamiento.
-¿Qué informes puedes realizar y son los que te piden los vecinos?
- “Los vecinos vienen por la Fe de Vida para los mayores, o para que certifique que viven en el barrio para determinar cual es el colegio más cercano para los niños… hay muchos otros casos… vienen mujeres que necesita que se certifique que se ha separado de su marido”.
Nos explica que generalmente no tiene inconvenientes a la hora de hacer un informe pues conoce a la mayoría de quienes viven en el barrio pero cuando alguien le es desconocido debe además procurar hacer las averiguaciones que le permitan asegurar con fiabilidad lo que está certificando.
- “Cuando voy por la calle y veo una persona que no conozco como del barrio, a lo mejor le pregunto si vive aquí para asesorarme.”
- ¿Qué se siente cuando se tiene sobre los hombros la responsabilidad del buen funcionamiento de un barrio, el que todos los vecinos recurran a ti reclamando porque hay suciedad alrededor de un contenedor o porque falta iluminación en determinado sitio o por una losa que está levantada o un perro que ensucia fuera de lugar?
- “La verdad es que a mi me gusta, porque yo soy una persona muy luchadora… lo hago por vocación... Yo voy por la calle y me dicen: mira que esto está roto y yo respondo: no os preocupéis. Y me da mucha satisfacción de poderles complacer… de que al otro día… o a los dos o tres días ya esté arreglado y entonces, cuando me vuelven a ver me dan las gracias…, en fin, me siento feliz de haber cumplido con lo que mi gente ha necesitado”.
No queda ninguna duda de que Emilia tiene un verdadero espíritu de servicio pero no acaban aquí sus actividades.
Emy integra la FAVA (Federación de Asociaciones de Vecinos) Espejo del Mar donde preside el área de la mujer.
- “Allí trabajo con mujeres maltratadas, con mujeres emigrantes, son diversos los temas en los que participo”.
Y es precisamente por su lucha por la mujer que el cuatro de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, la Junta de Andalucía le entregó una distinción como reconocimiento por su trabajo.
Emy nos dice que esta actividad no tiene nada que ver con la que realiza como alcaldesa del barrio pero nosotros sabemos que hay hechos que unifican ambas tareas en un accionar que supera con creces lo que podría considerarse un deber.
La Oficina de Extranjería de Almería está situada precisamente en su barrio. A fines del año 1999 se comenzó a hacer circular el bulo de que aquí se iban a regularizar y entregar permisos de residencia y trabajo a todos los emigrantes.
Llegaron cerca de quince mil personas que se agolpaban a las puertas de la Delegación y ocupaban la mayor parte de las calles circundantes.
Emy recuerda aquello con dolor, conocemos la historia pero preferimos que sea ella misma quién nos lo cuente:
“Estábamos cerca de navidad… bueno, era por noviembre, con mucho frío y había muchísima gente de todos los países, también mujeres con niños.
En el barrio no se podía andar por ningún sitio. Todas las aceras estaban ocupadas, utilizaban cartones para dormir… sin mantas… sin comida…
Y no sucedía nada. Yo pasé dos o tres días con ellos y aquí no aparecía ni Cruz Roja, ni sindicatos ni nadie del Ayuntamiento… no venía nadie.
El Subdelegado del Gobierno hacía declaraciones a los periódicos y a la televisión diciendo que todo aquello era una falsa alarma, que no se iba regularizar la situación de nadie… pero aquella gente ni leía periódicos ni veía televisión.
Hasta que yo un día fui a hablar con el Subdelegado y le dije que tenían que ir a la puerta (de la Delegación de Extranjería), entonces yo escogí de cada nacionalidad a ocho que hablaran español y los llevé a donde el Subdelegado que les explicó que todo lo que se decía eran mentiras y les dijo que se fueran a su país o al lugar del que habían llegado.
Pero por entonces, como en la Oficina no se podían negar a cogerles las solicitudes, daban número para recibirlas y los mismos emigrantes los vendían y algunos pagaron mucho dinero, tanto que luego no tenían para irse.
Fue algo terrible.
Yo a las mujeres, por las noches las cogía y las conducía a los aparcamientos y les llevaba café, leche, dulces para que se alimentaran porque había gente que llevaba dos y tres días sin comer.
Después de aquella conversación con el Subdelegado, viendo que todo había sido una falsa alarma, poco a poco se fueron yendo pero a los seis o siete meses cundió otra vez la noticia de que aquí se daban los permisos y volvieron.
Y yo estaba ahí, con ellos… con las mujeres.
Algunos me veían de madrugada y me decían: ‘abuela, acuéstate mujer!’ Pero yo no me podía ir a dormir.
Me acostaba y me acordaba de ellos, me levantaba y me iba con ellos que me trataban como ‘abuela’… como ‘mamá’ y las mujeres, había algunas embarazadas, me decían que algún día vendrían sus bebecitos a darme las gracias por lo que hacía por ellas. Por llevarles leche calentita en la madrugada… a las tres o las cuatro de la mañana, y llevarles algo para que comieran.
La misma policía cuando yo llegaba me pedía que me llevara a todas las mujeres y yo me llevaba a las mujeres que estaban en las filas hasta que por la mañana abrían la Oficina.
- ¿De dónde sacabas lo que les dabas para comer?
- “De mi casa. Y estaba con doce personas, algunas en el paro, algunas con criaturas, viviendo conmigo.
No entendemos que hasta ahora, ninguna Entidad le haya dicho simplemente: gracias Emilia Jiménez Muñoz. Quizás muchos emigrantes sin saber el nombre de esa ‘abuela’ o ‘mamá’ lo hagan cuando recuerdan aquellos días de desamparo.
Cuando titulamos esta nota escribimos: ‘Una alcaldesa o simplemente una mujer’. Quizás debamos decir: ‘Una alcaldesa o una mujer extraordinaria.
Almería (el sur del norte) 4 de marzo 2004 – Día Internacional de la Mujer