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Como te digo una cosa...
por Javier García
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Podemos detectar una absoluta correspondencia entre su decir y su hacer". Eso dice la declaración que la legislatura porteña aprobó en ocasión de homenajear en su reciente visita al senador Mujica. No lo conocen. Sin embargo a pocos kilómetros de distancia, los uruguayos sabemos de aquella frase hecha conducta que define la actuación política del senador: "como te digo una cosa, te digo la otra".
Ya se ha hecho costumbre esto de que las instituciones de un país dispongan homenajes a visitantes extranjeros de quienes se forman una opinión por los cables internacionales sin hacer una mínima investigación. No es un problema sólo de nuestros vecinos, aquí, este año, la IMM declaró ciudadano ilustre al presidente nicaragüense Ortega, sobre quien pesa la acusación de haber violado a su hija durante años.
De Mujica dicen los legisladores argentinos que es coherente su decir con su práctica. Sin embargo, si en algo funda su popularidad Mujica es en la imprecisión de sus dichos, la vaguedad y muchas veces la repetición de informaciones no chequeadas debidamente, cuando no la incoherencia. Hace poco dijo, en ocasión de su visita a Buenos Aires, que las aguas servidas de Fray Bentos caían cristalinas y limpias al Río Uruguay a partir de un proceso acordado con Botnia. Debió, horas después, reconocer que estaba mal informado y que dicho proceso no estaba aún en funcionamiento.
Es increíble, pero genera simpatía en muchos un dirigente que un día dice una cosa y… al siguiente dice lo contrario. Sería penalizado si otro lo hiciera pero en él la incoherencia parece ser premiada. No es de sociedades desarrolladas, pero hay una cultura premoderna en Uruguay que lo perdona y lo festeja.
En un tema tan serio como es la posición del Frente Amplio con respecto a la Ley de Caducidad, el mujiquismo apareció en su fórmula más patética.
El compromiso de ese partido fue, en la campaña electoral, no derogar la mencionada ley, para lo cual en su congreso los líderes del MPP hicieron el mayor esfuerzo para alinear a los militantes. Vázquez aseguró que de ser presidente no la derogaría sino que aplicaría estrictamente sus disposiciones. La interpretación legal del gobierno es por todos pacíficamente conocida. Sin embargo bastó que a Mujica lo citaran a un juzgado para aclarar la muerte de un preso común aparentemente a manos del MLN, para que cambiara su posición y reconociendo que se había comprometido a mantener esa ley, ahora estaba "podrido" de ir a declarar y por eso firmaría por su derogación. No hay que andar con eufemismos y decir lo que Mujica hizo: le mintió a los uruguayos.
Es simpático, es folclórico, es bonachón, todo lo que ustedes quieran, pero además mentiroso. Está en campaña por la candidatura del FA o en su defecto por decidir quién lo va a ser, cerrándole el paso a Astori.
Por estas horas da el puntapié inicial a un partido de fútbol en Venezuela, antes con los Kirchner y de gira con Lugo y próximamente con Lula. Con ninguno hablará de su gestión como ministro, una experiencia realmente para olvidar.
Simultáneamente debe asegurar su electorado interno dentro del FA y por ello no le preocupa reírse de sus compromisos electorales, para congraciarse con el aparato más duro del FA. Entre ganar votos y honrar su palabra, eligió lo primero.
Es inexcusable. Es el doble discurso, la vieja política con máscara progresista Para este cambio no hubo otro argumento que el de estar "podrido".
Como nosotros.
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