¿La fe del carbonero?
por Marco Arauz Ortega
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El presidente Rafael Correa quiere que los votantes hagan un acto de fe sobre el contenido de su proyecto constitucional.
El presidente Rafael Correa quiere que los votantes hagan un acto de fe sobre el contenido de su proyecto constitucional. Los ecuatorianos -dijo en la entrevista televisada del domingo - no necesitan leer el texto en su totalidad; lo importante es que sepan que se promueve una sociedad más justa o que habrá mayor presupuesto para educación y salud.
Días atrás, Fernando Cordero, quien dirigió a la Asamblea Constituyente en la fase decisiva de la aprobación del proyecto de reformas, afirmó que las dudas sobre el texto son producto de las lecturas de mala fe, lo cual lleva implícito un mensaje: hay que tener confianza ciega en las intenciones de los gobernantes.
Es verdad que un buen porcentaje de ecuatorianos encuestados ha declarado su intención de no leer los textos. Se trataría o bien de un acto de confianza en un gobierno que sigue ofreciendo el cambio, o bien de simple desinterés. O también de la dificultad de adentrarse en un texto intrincado y que obliga a hacer una lectura ‘transversal’.
Ninguna de esas circunstancias justifica que el Gobierno, que debe ser el más interesado en que el votante conozca el contenido de su propuesta, apueste a que la votación se vuelva un cheque en blanco a partir de sus supuestas buenas intenciones. Las inconsistencias que se ponen de manifiesto debieran ventilarse públicamente, pues no solo dejan puertas abiertas para los gobernantes de turno, sino para los que vendrán.
En efecto, el proyecto constitucional debiera, como es lógico, trascender a las personas y a las emociones del momento, si lo que se busca son reglas claras de juego. En este caso, el Gobierno está pidiendo la fe del carbonero, que si ya es mala consejera en asuntos de fuero interno, lo es todavía peor cuando se trata de asuntos de interés nacional.
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