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Autismo del poder
por Sebastián da Silva
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Desde tiempos inmemoriales se tiene claro el aislamiento que sufren los gobernantes cuando ejercen el poder. Estar todo el día entre expedientes, adulones, cómodos despachos y vehículos oficiales deteriora la visión general que se tiene de los problemas cotidianos, quedando reducido el eje de la problemática a la solución y gerenciamiento de lo poco o mucho que le toca administrar en suerte.
En Uruguay, está padeciendo lo mismo que algunos emperadores, gobernadores reyes, presidentes y dictadores de todas las épocas. La lógica de creerse el "ombligo del mundo" confunde tanto a importantes ministros, legisladores, o altos funcionarios, por entender que el manejo de su chacrita coyuntural recrea la felicidad eterna. Hoy como ayer, aislarse de la cotidianidad de los problemas que afectan a los uruguayos, lleva a contradecir el sentido común, mostrando un síntoma de que algo está funcionando mal.
La ya tristemente célebre frase "que nos quiten lo bailado" pronunciada por la ministra Tourné en Rivera es el mejor ejemplo de este aislamiento mezclado con autismo, y que sintetiza en gran parte lo distinto que se observa la realidad del país en tanto y cuanto, uno sea un simple ciudadano de a pie o sea un militante o gobernante frenteamplista.
En el pasado, el Frente Amplio hizo un doctorado en canalizar el descontento de la población, para cada problema aparecía una solución mágica, un esquema alternativo y una frase ocurrente.
Cuando se encontraron con el peso de gobernar, el destino les regaló una situación envidiable: nuestra producción por arte de la coyuntura internacional triplicó su valor, lo que les permitió, sin demasiado esfuerzo, lograr batir récord tras récord de recaudación y con ello una caja fantástica, para ser aplicada al bienestar nacional y la equidad social.
Nada de ello pasó, los pobres están cada día más excluidos, el intento de salarizar la pobreza con el plan de emergencia los alejó aún más del intento por la reinserción. La inseguridad pública llegó a niveles alarmantes, estamos con parámetros de violencia equiparables a cualquier país de Latinoamérica, siendo más grave la situación de quienes no pueden recurrir a los sofisticados sistemas de seguridad privados.
El deterioro de la calidad educativa pública cercena cualquier intento equitativo en los jóvenes uruguayos, donde los únicos problemas que afligen a las autoridades son de carácter presupuestal o de poder gremial y no en el contenido o atractivo de una educación que aleja a más del 35% de los estudiantes más pobres de sus aulas. Las autoridades económicas se mofan mostrando coloreadas gráficas en las interpelaciones, mientras el costo de vida aumenta sin piedad y el costo en dólares para las empresas exportadoras se prevé que aumente en este 2008, un 30% más de lo que ya aumentó en el 2007.
En el mientras tanto, los uruguayos volvemos a reincidir en la calesita crediticia, los pagos mínimos, el sobreendeudamiento familiar y el no llegar a fin de mes.
Pareciera que nada de esto se percibe desde las alturas del poder, los números los siguen encandilando mientras cada día la gente se malhumora mirando a un gobierno que sacó la lotería y dilapidó el premio en intangibles sin arreglar los cimientos de la casa. Pero contento porque "baila bien".
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