Un Mercosur irrelevante
por Aureliano Rodríguez Larreta
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Ha transcurrido la mitad del tiempo de la actual presidencia pro témpore argentina del Mercosur, y no se han conocido iniciativas de transcendencia que pudieran imprimir un nuevo rumbo al bloque subregional. A las deficiencias propias del proyecto de integración y a los problemas agregados por los gobiernos —muy en particular por los países mayores— se suman ahora los conflictos internos en la Argentina. Esta situación condena a la crisis del Mercosur a un plano casi invisible en la atención del país responsable de la coordinación semestral…
La última cumbre semestral, celebrada en Montevideo en diciembre de 2007, no logró resolver ninguna de las cuestiones importantes que desde hace varios años están sobre la mesa para paliar, al menos, las deficiencias más importantes del sistema: un código aduanero común, la eliminación del doble cobro del arancel aduanero común y otras medidas dirigidas a contemplar la insatisfacción de Paraguay y Uruguay con el funcionamiento del mercado, las restricciones no arancelarias al libre comercio y la desigual distribución de los beneficios de la liberación comercial.
El argentino Félix Peña, Director del Instituto de Comercio Internacional de la Fundación Standard Bank, realizó en diciembre de 2007 un pormenorizado juicio sobre la realidad del Mercosur al concluir la cumbre de Montevideo y asumir el gobierno de Argentina la presidencia. El resumen del informe expresa lo siguiente:
Tener un buen diagnóstico sobre cuáles son los problemas de fondo actuales del Mercosur, permitiría calibrar el tipo de iniciativas que convendría tomar en función del interés nacional argentino, de los requerimientos originados en las estrategias de internacionalización de sus empresas –especialmente las pymes- y de las posibilidades reales de lograr el consenso de los otros socios.
Hay muchos diagnósticos negativos sobre el Mercosur. Pero como ningún país está obligado a seguir siendo miembro, da la impresión de que aun quienes formulan críticas duras no tienen opciones al Mercosur actual, sea por razones políticas, económicas, o ambas.
Si tal como está el Mercosur no es satisfactorio y no hubiera un Plan B creíble y razonable, parece ser del interés nacional de la Argentina plantear en el período de su Presidencia del Mercosur, iniciativas superadoras del actual cuadro de situación y concertarlas con los socios.
Tres debilidades podrían explicar la “sensación térmica” sobre el Mercosur. Una es de diseño, otra es institucional y la tercera de funcionalidad con la nueva realidad global.
En los tres planos conviene al país plantear iniciativas concretas en el primer semestre del 2008.
Adaptarlo a las nuevas realidades de un mundo de múltiples opciones parecería ser una prioridad estratégica actual del Mercosur. (Félix Peña, Newsletter mensual, diciembre 2007)
Interesa destacar las tres debilidades que acusa el Mercosur actual, según este experto argentino: la primera de diseño, la segunda institucional y la tercera de funcionalidad con la nueva realidad del mundo, al que define como un mundo de múltiples opciones.
En cuanto al diseño del Mercosur como una unión aduanera pero sin las condiciones para progresar hacia una unión económica, el conocido economista brasileño Mailson da Nóbrega, ex ministro de Hacienda y actualmente consultor privado, expresó:
“El Mercosur se ha tornado irrelevante. Debemos reconocer que ayudó a Brasil y la Argentina a incrementar su comercio bilateral. Pero el Mercosur, debido a
decisiones tomadas principalmente por la Argentina en relación con los
aranceles internos, se ha vuelto cada vez más complicado. Fue diseñado como
una unión similar a la Unión Europea, lo que era un objetivo muy optimista.
Pero el Mercosur ya no es viable como una unión económica. Y yo diría que
con la entrada de Venezuela al Mercosur se va a tornar cada vez más
irrelevante”. (LA NACIÓN, Buenos Aires, 02.12.07.)
La falta de condiciones del Mercosur para perfeccionar la unión aduanera y avanzar hacia fases superiores de integración se encuentra precisamente en la tercera debilidad señalada por Félix Peña, que es la institucional. Los gobiernos de los países miembros han transcurrido los 17 años de vida de este proceso sujetos a la inconmovible negativa de Brasil a toda reforma institucional que pudiera crear instituciones comunitarias y supranacionales —ya fueran ellas de naturaleza ejecutiva, legislativa o judicial— a las que Brasilia hubiera de someter alguna porción de sus competencias y su discrecionalidad en la toma de decisiones. El sistema sigue siendo básicamente intergubernamental.
“Los problemas del Mercosur son creados en casa y de nada sirve buscar culpables fuera de la región”, expresó con realismo el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, en la cumbre de Montevideo.
Muy poco es lo que el Mercosur ha conseguido en sus relaciones externas, para contribuir a la liberalización del comercio con el resto del mundo. En la cumbre de Montevideo fue firmado con Israel el primer acuerdo de libre comercio que el bloque ha cerrado fuera de la región latinoamericana. La negociación con la Unión Europea comenzó en 1995 y aún no ha podido salir de su estancamiento. Y con Estados Unidos nunca se ha podido instalar un mesa negociadora. En ambos casos, la dificultad mayor radica en el sector agrícola, tanto el europeo como el estadounidense, y en la escasa capacidad de Brasil para abrir su mercado a la competencia de productos industrializados y servicios de aquellos orígenes.
Esta escasa capacidad del Mercosur para adaptarse a lo que Félix Peña llama “un mundo de múltiples opciones” es una de las causas de la insatisfacción de Paraguay y Uruguay con el sistema de integración. A falta de seguridad y fluidez en el funcionamiento del mercado interior, estos países presionan por una flexibilización que les permita negociar individualmente su acceso a mercados externos.
De no conseguirlo a corto plazo, ambos podrían abandonar el bloque y pasar a la condición de Estados asociados. En este sentido puede hablarse también del surgimiento, dentro del Mercosur, de estrategias de desarrollo divergentes que ponen en riesgo la unidad y permanencia del proyecto común.
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