En estos días han estado sucediendo hechos importantes que afectan a la interna policial.
Un importante motín de la Cárcel de las Rosas, desnudo, -una vez más-, ante la opinión pública la precariedad del sistema penitenciario uruguayo y la incapacidad política para dar una respuesta adecuada a la inseguridad.
También se evidenció la indisciplina existente en la policía.
Hoy se ha instalado un doble mando de las fuerzas policiales: uno político, que prescinde del principio de autoridad y otro sindical entregado por el gobierno a los sindicatos policiales.
Esta situación es aprovechada por algunos policías para hacer lo que quieren.
Abandonan el servicio sin más, olvidándose del compromiso de mantener el Orden Publico y brindar seguridad a la población.
Que hubiera pasado si todos los reclusos hubieran fugado, y comenzado a deambular por la ciudad, ingresando a las viviendas y comercios, robando, rapiñando, violando mujeres y niños.
Sabemos de las deplorables condiciones en que se trabaja en las cárceles. Aunque tuvo que venir un delegado de la ONU para instalar el tema en la sociedad y en el sistema político.
No muy profundamente aunque, -como se puede apreciar-, ya no se habla de las “soluciones mágicas”.
También debemos señalar que el mando policial ha pasado a un segundo plano, y solo se lo “usa” para “contener” la situación, por ejemplo cuando comenzó el motín, se dejo solo al mando Jefaturial.
Y al caso el Jefe de Establecimiento Carcelario también quedó sólo dentro del Penal con 500 amotinados, cuando todo el personal policial escuchando al sindicato, se retiró de sus puestos, cometiendo una de las actitudes más deplorables del personal sometido a jerarquía, que es abandonar a los Jefes durante el combate.
Finalmente debemos señalar la manera en que las autoridades ministeriales siguen eliminando los últimos atisbos de disciplina que aún existen, cuando desautorizaron que se tomaran medidas disciplinarias con los policías que se negaron a cumplir el servicio y a cumplir una orden directa de los superiores, -impartida en el marco legal de las atribuciones inherentes a sus cargos y a su grados-, en medio además de una situación de extrema peligrosidad, para los involucrados y para toda la sociedad fernandina.
Felizmente esta no llego a los niveles de peligrosidad, que se preveía. Pero sin dudas, no fue por el aporte del sindicato policial de Maldonado, ni por la actitud “temerosa” de algunos policías.
Mucho menos por el “apoyo y respaldo” de la cúpula ministerial. Sino que fue por la entereza y responsabilidad de un Señor Oficial de la Policía Nacional. Otra vez la Policía quedo “en banda”.
La Comisión
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