Miembro de
Proyect Sindicate apdu
       
 
separador                                          Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
              
     
Google Buscar en la

 
Año V Nro. 337 - Uruguay, 08 de mayo del 2009   
 
 
 
 
historia paralela
 

Visión Marítima

 
Julio Dornel

Reconocimiento a Gregorio “Coco” García
por Julio Dornel

 
separador
   
rtf Comentar Artículo
mail
mail Contactos
pirnt Imprimir Artículo
 
 

         Con motivo del Memorial “HORACIO ARREDONDO” a inaugurar mañana por parte del Club Rotario Chuy Frontera en las proximidades del Histórico Fuerte de San Miguel, será recordado don Gregorio “Coco” García que fuera el ejecutor material de la obra de reconstrucción del Fuerte  realizada en la década del 30 con obreros de la zona.

         Como suele suceder en la historia de los pueblos, con  el transcurso de los años surgen hombres singulares que con su trabajo, dedicación e inteligencia  enaltecen con obras aquellos lugares que de otra manera estarían condenados al olvido. 

         En 18 de Julio, como en todos los pueblos, villas y ciudades  de nuestro país, han existido diversos personajes que por distintas circunstancias representan un mojón importante de la identidad local.

         Sin embargo resulta muy difícil en algunas oportunidades desentrañar el misterio de esos hombres que han quedado como un ejemplo para las nuevas generaciones sin haber logrado unanimidad en la valoración de sus actitudes.

         Uno de los personajes simbólicos de esta zona fue sin ninguna duda Don GREGORIO “COCO” GARCIA, el hombre que asumió la responsabilidad de dirigir al “batallón” de artesanos locales en la reconstrucción del Fuerte San Miguel primero, y la construcción del Parador años más tarde.

         Duro y huraño como la propia piedra que dominó a su antojo, transitó siempre  por los caminos polvorientos del pueblo  en una búsqueda inútil de nuevos horizontes   sin claudicar ante la adversidad.

         Soportó estoicamente durante medio siglo de aislamiento, la carga pesada de la incomprensión, de trabajo duro y sacrificio al máximo para cumplir siempre con la palabra empeñada.

         Severo, discutido como suelen ser los hombres superiores trasmitió siempre conceptos valederos frente a los problemas del pago chico, demostrando en todo momento  una dimensión humana y una integridad moral que superaban los arrebatos momentáneos  y las discrepancias que nunca llegaron a mellar el trato diario ni la amistad profunda que supo ganarse entre los habitantes de la aldea.  

         Don Gregorio “COCO” García fue uno de esos hombres que logró dominar la piedra y dejar para la posteridad una reliquia de nuestro pasado histórico, puesta hoy al servicio del turismo internacional.

         Asumió la responsabilidad que le había trasmitido don Horacio Arredondo, con inteligencia, dedicación y sobre todo con mucho cariño. 

         De todas maneras es un acierto del Rotary local  evocar su figura perdida entre las piedras del Picudo o del Vigía buscando todavía el material adecuado para levantar el Fuerte.

         Trabajador infatigable y responsable,  de origen humilde pero  aprovechando al máximo  las oportunidades que le dio la vida, actuando siempre  en función de los altos intereses del país.

         Fue un autodidacta de libre formación luchando siempre por aquellas obras que merecían su atención, sin tener en cuenta el sacrificio titánico que ello significaría. Sin embargo dominó la piedra, cumplió con la palabra empeñada ante don Horacio Arredondo dejando para la posteridad el histórico Fuerte, el Parador, el Museo y otras obras de menor relevancia.

Los apuntaladores de boliche

         Tras algunos fracasos en la intención de reconstruir el Fuerte por parte de las autoridades, Don “Coco” recibió el ofrecimiento para dirigir los trabajos, utilizando para ello obreros especializados traídos desde Montevideo por la Comisión Honoraria de Administración.

         Sin embargo ni siquiera el propio Horacio Arredondo logró convencerlo y su respuesta fue categórica: “Si no puedo utilizar a mi gente, no cuenten conmigo”. Por supuesto que ganó la pulseada y “sus muchachos” se abocaron de inmediato a la nueva tarea de picapedreros, cortando y moldeando la piedra bruta del Cerro Picudo para comenzar lo antes posible la histórica reconstrucción del fuerte.

         De esta manera fue transformando los desocupados del pueblo en buenos operarios capaces de cortar y moldear la piedra bruta que bajada del Cerro Picudo o del Vigía.

         Difícil imaginar en la actualidad las dificultades y las circunstancias  que rodearon la primera visita efectuada por el Presidente de la República Baltasar Brum en los primeros años de la década del 20.

         Integraba la comitiva oficial el Gral. Arq. Alfredo Baldomir,  el Gral. Alfredo Campos y el historiador Horacio Arredondo. El cuadro que se presentaba ante los ilustres visitantes era realmente desolador puesto que las malezas y los animales se habían adueñado del Fuerte y los médanos habían cubierto varios bastiones. 

         En la primera cuesta pronunciada bajaron de los caballos y llegaron al Fuerte caminando  tras sortear las dificultades que presentaba el monte nativo donde sobresalían los talas y espinillos junto a  un zigzagueante camino cubierto de piedras.

         Todo estaba en ruinas y cubierto de matorrales que sin embargo no sirvieron de argumento para que Don Horacio comprendiera que estaban ante un coloso de nuestra historia patria que debería ser reconstruido. 

         Una vez entre las  ruinas de la histórica fortificación  y en un gesto espontáneo el presidente Brum se dirigió a Don “Coco” sentenciando que “el Fuerte será reconstruido tal como lo edificaron los audaces soldados  que centurias antes lo levantaron”.

         El periodista José Pereyra González señalaba hace algunos años en el diario EL DIA que la presencia del Presidente de la República entre las ruinas del Fuerte había motivado  una movilización popular por conocer al primer mandatario, quien dialogó durante varias horas con los vecinos del modesto rancherío. “Les dijo que procedía de la Fortaleza de Santa Teresa , a la que fuera para conocer sus ruinas, señalando la emoción que le produjo encontrarse entre  esos vestigios  y que estaba dispuesto a promover  su reconstrucción y crear un parque en sus inmediaciones. Ahora quiero ver lo que resta del Fuerte de San Miguel del cual me dieron escasas referencias”.

         El eminente ciudadano debió estremecerse ante el cuadro desolador que presenciaba. Los higuerones se habían adueñado de los muros y las dependencias del Fuerte, todo hecho en piedra, solamente algunas partes se mantenían en pié ya que los arbustos, matas, yuyos y animales habían contribuido para su deterioro.

         Tras la promesa de iniciar su reconstrucción la que fue recibida con vivas y aplausos de los vecinos se escuchó la voz de Horacio Arredondo: “¿Qué le parece Presidente, si aquí formamos un parque donde únicamente tengan cabida la flora y la fauna nativas, incluso con vacunos y ovinos primitivos de manera que sean testigos de nuestra evolución ganadera?

         Las obras se realizaron bajo la dirección de Don “COCO” y fueron supervisadas por un equipo designado por el Presidente Baltasar Brum y que integraban entre otros Horacio Arredondo su principal gestor, el Gral. Arq. Alfredo Baldomir, el Arq. Fernando Capurro, el Gral.  Arq. Alfredo Campos y el Arq. Edmundo Mainero. Construido en el siglo 18 el Fuerte de San Miguel se transformó en el escenario de las disputas entre España y Portugal.

         Si bien en la actualidad se encuentra en excelente estado de conservación, le costaron varios años de trabajo continuo a Don “Coco” y su gente para reconstruirlo respetando los 200 años transcurridos y sus características iniciales.

         La paciencia y la voluntad inquebrantable de aquel equipo de picapedreros fueron venciendo todas las dificultades “domesticando” la piedra y poniéndola con mucho cariño y durante varios años al servicio de la reconstrucción. De esta manera se fueron levantando los muros,  la capilla, las habitaciones que fueron usadas por el comandante, el polvorín con un sistema especial de ventilación, la  cocina y la cuadra para la tropa.

         Fue una tarea titánica y de muchos años. Por allí alternaron  Basilicio Rodríguez, Ángel María Milar, Juan Correa, Carlos Pérez,  Ariosi Techera,  Pedro Lima, Julio Bustamante, Amado Fernández, Adolfo Palomera, Serafín Santos y muchos otros que sin ser picapedreros trabajaban en carpintería, herrería, albañilería o de alambradores.

         La piedra era transportada en una carreta con ruedas especiales tirada por tres yuntas de bueyes a cargo de Luis Milano, carrero “profesional”  de Santa Teresa pero que conjuntamente con Ángel María Milar cumplían tareas en San Miguel. Fue con esta gente de 18 de Julio sin profesión definida que Don “COCO” pudo vencer las dificultades de un medio agreste  donde abundaban los zorros, gatos monteses, comadrejas, lagartos y cruceras.

         Don “COCO” pudo comprobar que los jóvenes de su pueblo tenían la habilidad artesanal para dejarle a las futuras generaciones un FUERTE MILITAR que había sido escenario de reiteradas disputas por el dominio de estas regiones.

Comentarios en este artículo

» Arriba

separador
   
© Julio Dornel para Informe Uruguay

 
21
Informe Uruguay se halla Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
Depósito legal No. 2371 deposito Nos. 338018 ley No - 9739, dec 694/974 art. 1 inc A
20
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la opinión de Informe Uruguay
20
Los enlaces externos son válidos en el momento de su publicación, aunque muchos suelen desaparecer.
Los enlaces internos de Informe Uruguay siempre serán válidos.
21
 
Estadisticas Gratis