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Año V Nro. 337 - Uruguay, 08 de mayo del 2009   
 
 
 
 
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Visión Marítima

 

La estrategia de Obama y las Cumbres
por George Friedman

 
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La fantasía de las últimas semanas en torno al G-20, la OTAN, la Unión Europea, EEUU y Turquía ha tocado a su fin con un impacto en los medios de comunicación que retratan todas estas reuniones como un éxito y como un renacimiento de la unidad transatlántica.

         La realidad, sin embargo, es que las reuniones se limitaron a una unidad aparente porque Estados Unidos aceptó el cansancio europeo para comprometerse en cuestiones clave. El presidente Barack Obama quiso que su gira europea apareciera como un acierto, y por eso cedió en esos asuntos, pero en la última parada de su gira aprovechó para poner en movimiento un asunto pendiente para Europa: Turquía.

Berlin, Washington y el G-20

         Empecemos por el G-20, dedicado a la crisis financiera global. Había muchas posiciones europeas, pero respondían a la de Alemania. La alemana no es sólo la mayor economía europea sino el principal exportador del mundo. Ningún acuerdo que deje fuera a Alemania sería útil, mientras que sí lo sería cualquiera que dejara fuera al resto de Europa pero incluyera a Alemania.

         Dos asuntos fundamentales separaban a los Estados Unidos de Alemania. El primero: si Alemania reforzaría o limitaría las medidas estadounidenses. EEUU quería que Alemania apoyara su plan. Pero no lo consiguió; incluso antes de que comenzaran las reuniones Alemania ya había dejado claro que no le iba a apoyar. El segundo era la financiación para el rescate del sistema del Banco Central Europeo, controlado por los bancos de la eurozona y por parte del sistema financiero estadounidense. Alemania rechazó el rescate por parte de la UE, prefirió que fuera el Fondo Monetario Internacional (FMI) quien se hiciera cargo. Por una sencilla razón: el FMI recibe préstamos de Estados Unidos, China y Japón, lo que significa que así Europa estaría unida a otros en su operación de rescate financiero. Estados Unidos ha señalado que estaría dispuesto a contribuir al FMI con 100 billones de dólares, de los cuales una parte sustancial iría a parar a Europa Central (de los préstamos concedidos por el FMI, en torno al 80% han servido para financiera economías de Europa Central).

         Más tarde, en la reunión de la OTAN, los países europeos -incluida Alemania- descartaron enviar refuerzos sustanciales a Afganistán. Por su parte, los americanos aprobaron el envío de 5.000 soldados, la mayoría de los cuales estarán en Afganistán sólo hasta agosto, cuando se celebren elecciones allí, y sólo unos pocos participarían en operaciones de combate. Algo lejano de lo que Obama esperaba cuando estrenó su presidencia.

         Sí se llegó a un acuerdo de colaboración para la lucha contra el fraude internacional, pero lo que eso significa es bastante poco, pues no hubo consenso sobre cómo habría que hacerlo. De hecho, las directrices han quedado pendientes de aprobar en la reunión de ministros de Economía del G-20 del próximo mes de noviembre. Además, dentro de la propia Unión todavía no se ha llegado a un acuerdo, pues Reino Unido rechazó el plan propuesto por Alemania y Francia, diciendo que dejaría al sistema bancario británico en situación de desventaja.

         En general, las reuniones del G-20 y la OTAN no dieron frutos significativos. Estados Unidos ha errado en sus intentos de negociación para impulsar las medidas -como aceptar las reivindicaciones alemanas en las medidas de estímulo del plan de rescate a cambio de un incremento de sus tropas en Afganistán-. Ha preferido aparecer como parte del consenso en vez de aparecer aislado. Estados Unidos evitó sistemáticamente cualquier apariencia de desacuerdo.

         La razón para no negociar era simple: Alemania no estaba dispuesta a ello. Llegó a la reunión con las posiciones preparadas de antemano y Estados Unidos no tuvo nada que hacer. La única opción era rechazar el fondo del FMI, pero eso habría sido un desastre político (por no decir bastante imprudente desde el punto de vista económico). Obama se ha posicionado como un negociador multilateral y no puede arriesgarse a sufrir las consecuencias políticas que le causaría desviarse de esa postura. Su contribución al FMI era la alternativa más barata. Alemania le tiene entre las cuerdas.

         No se pueden subestimar los aspectos políticos de esta cuestión. George W. Bush tuvo relaciones muy malas con Europa (en gran parte porque él estaba decidido a enfrentarse a ella). Pero ésta era la primera gira internacional de Obama y era fundamental que volviera a casa habiendo alcanzado un acuerdo general con Europa. Acuerdo general que ha conseguido gracias a sus renuncias en materia económica y militar.

Turquía y la profundidad del juego de Obama

         No es sólo un asunto de política doméstica. Obama está jugando a algo más serio. Un par de semanas antes de su gira europea, cuando se hizo evidente que Europa no iba a entrar en el juego de Estados Unidos, Obama programó un viaje a Turquía.

         Durante sus encuentros en Praga, Obama apoyó con fuerza la solicitud turca de ingreso en la Unión que varios miembros han bloqueado por sus dudas sobre el respeto a los derechos humanos y el papel del ejército en Turquía. Pero la verdadera razón es que el ingreso abriría las fronteras de toda Europa a la inmigración turca. EEUU ha chocado frontalmente con Europa en este asunto.

         Durante el encuentro de la OTAN, una cuestión clave en la agenda era la elección del nuevo secretario general de la Alianza. El favorito era el ex primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen, con la oposición turca por las caricaturas de Mahoma que publicó una revista danesa. La OTAN funciona por consenso, de modo que cualquier miembro puede bloquear casi cualquier tema. Al final Turquía levantó el veto pero ganó dos puestos clave en la OTAN, incluido uno de secretario general adjunto.

         Así que mientras Alemania iba ganando posiciones, fue Turquía quien se alzó con la mayoría. No sólo refuerza su posición en la OTAN sino que consigue que Obama defienda su solicitud de ingreso en la UE, de la que obviamente no forma parte. Además, el presidente norteamericano participó en Turquía en un encuentro internacional que le permite entablar relaciones con el islam.

La dimensión rusa

         A pesar de la agradable atmósfera, no ha habido grandes cambios en las relaciones entre EEUU y Rusia. Los rusos renunciaron a la idea de presionar a Irán sobre su programa nuclear a cambio de que Estados Unidos abandonara sus planes de defensa contra misiles balísticos en Polonia y la República Checa. Al mismo tiempo, EEUU restó importancia a la ruta rusa hacia Afganistán y llegó a un acuerdo con Ucrania para el transporte de suministros, un gesto simbólico que garantiza el enfado de Rusia con ambos, EEUU y Ucrania. Además, la OTAN no ha abandonado la idea de admitir el ingreso de Ucrania y Georgia, a pesar de los alemanes. De modo que cuando Obama mire al tablero, el principal desafío seguirá siendo Rusia.

         Pero no cuenta con el apoyo alemán en su bloqueo ruso. Entre la dependencia energética de Rusia y las pocas ganas de enfrentarse a una Rusia que Berlín no ve como una amenaza inmediata, Alemania no va a abordar esta cuestión. Obama es consciente de que la izquierda germana es visceralmente antiamericana, mientras que Merkel es sólo pragmáticamente antiamericana. Hay una pequeña diferencia, lo bastante significativa como para que Washington no presione a Berlín.

         Al mismo tiempo, se vislumbra en el horizonte un importante evento que afecta a Turquía y Armenia. Armenia siempre había responsabilizado a Turquía de la masacre armenia durante y después de la Primera Guerra Mundial, algo que Turquía siempre ha negado. El Congreso estadounidense desde hace años ha amenazado con aprobar una resolución de condena a Turquía por el genocidio armenio, un cargo al que Turquía es extraordinariamente sensible y que habría supuesto el fin de sus relaciones con EEUU. Ahora se ha sabido que está negociando un acuerdo con Armenia que incluye el reconocimiento diplomático, con lo que se eliminaría la posible resolución norteamericana sobre el genocidio.

         Esta apertura de Turquía hacia Armenia puede tener importantes implicaciones en el reparto de poder en el Cáucaso. En agosto de 2008 la guerra entre Rusia y Georgia generó una situación de inestabilidad en un área de vital importancia para Rusia, cuyas tropas siguen allí desplegadas, aunque la OTAN ha pedido su retirada de las regiones separatistas de Osetia del Sur y Abjasia. También hay tropas rusas en Armenia, lo que significa que Rusia tiene rodeada a Georgia. Además, se habla de una posible red alternativa de gas natural entre Azerbaiyán y Europa.

         Y Turquía es la clave en todo esto. Si Ankara colabora con Rusia, la posición de Georgia sería muy precaria y la ruta de Azerbaiyán quedaría bloqueada. Si coopera con EEUU y se las arregla para llegar a un acuerdo con Armenia bajo auspicio norteameridano, la posición de Rusia en el Cáucaso se debilitaría considerablemente.

         Desde el punto de vista americano, Europa es un caso perdido porque no es capaz de alcanzar una posición común y porque sus pesos pesados están obligados a depender de Rusia. No están de acuerdo en materia de política económica ni sus intereses coinciden con los de EEUU. La relación entre ambos no es una cuestión de personalidades, sino de fundamentos económicos y militares. Y por mucho hablar no se va a solucionar el problema.
La clave para mantener la alianza EEUU-Alemania es reducir la dependencia alemana del gas natural ruso y poner a Rusia a la defensiva, no a la ofensiva. Y eso pasa por Turquía, pues ésa es la única ruta energética alternativa.

         Así pues, aun habiendo sido infructuosa su gira europea, Obama ha preferido no enfrentarse a una Europa sin opciones. De hecho, Obama completó su viaje en Turquía para discutir del tratado con Armenia y para que no se conforme con el papel de socio menor de Rusia. Es por eso que el discurso más importante de Obama en Europa haya sido el último, al presentar a Turquía como una potencia emergente y uno de los actores principales en la estructura política de la OTAN. En ese discurso, se puso del lado turco frente a Europa.

         No es siempre fácil entender por qué Turquía quiere formar parte de la UE, pero así es. Obama expuso la posición de EEUU: reconocer la difícil posición geopolítica que están convirtiendo a Turquía en una gran potencia y subrayar los puntos en común entre Washington y Ankara. Justo lo que Turquía quería oír. Conversaciones sobre el bloqueo de Irán en Iraq, las relaciones de EEUU con Siria, las conversaciones de Siria con Israel, y Asia central, donde ambos países tienen intereses. Y el mensaje más importante: hay que ir a Europa para hacerse las fotos, pero Turquía es donde se hacen los negocios de la geopolítica.

         Obama ha dado un paso hacia Europa por razones políticas y porque discutir con los países europeos simplemente no le beneficia, pero la clave de su viaje es qué sacará de Turquía y si en su discurso a las civilizaciones él puede despertar los venenos islámicos al alinearse con la mayor económica musulmana.

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