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Año V Nro. 337 - Uruguay, 08 de mayo del 2009   
 
 
 
 
historia paralela
 

Visión Marítima

 

¿Este es el cambio en el que se puede creer?
por  Juan F. Carmona y Choussat

 
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No veo contradicción entre creer que los Estados Unidos tienen un papel extraordinario continuado en liderar el mundo hacia la paz y la prosperidad, y reconocer que ese liderazgo implica - depende de - nuestra capacidad para crear asociaciones, porque no podemos resolver esos problemas solos. Barack H. Obama, Estrasburgo, cumbre de la OTAN.

         Ciertos giros del lenguaje son elocuentes. Directriz del Pentágono por medio se ha pasado de estar en guerra contra el terrorismo a tener operaciones de contingencia exterior. ¿Papel extraordinario continuado?

         Dos prioridades guiaban los primeros cien días.

         Economía. El cambio consiste en la enormidad del gasto público al que se atribuyen virtudes salvíficas fundadas en su efecto multiplicador.

         El premio Nobel Gary Becker, respondiendo en el Wall Street Journal:

Sí, claro, el multiplicador. La verdad es que el keynesianismo había estado tan olvidado durante tanto tiempo que nadie prestaba ya atención a esa hipótesis. Lo cierto es que en épocas de recesión el multiplicador eleva su valor absoluto; pero de todos modos, hágame caso, no llega a 1; es bastante menor de 1.

         Si para este economista el multiplicador es un divisor, por mucha confianza que se tenga en las artes de Obama y su equipo económico alguna explicación adicional es de rigor. En particular cuando después de tres meses en los que se decía a los críticos que el corto plazo era lo esencial, se ha comprometido el largo plazo con deuda sin que pueda esgrimirse un cambio de tendencia. 

         La otra tesis circulante para justificar la desmesura es que Bernanke, el gobernador del banco central, como estudioso de la Gran Depresión no está dispuesto a cometer los mismos errores. Se entienden por tales una reacción pública inicial insuficiente, compensada con el New Deal Hoover-rooseveltiano.

         Había que evitar el riesgo sistémico. Hubiera convenido para ello no sobreactuar en detrimento de los fundamentos del capitalismo y de los innumerables mecanismos ordinarios de intervención, ya existentes y utilizados por la Reserva Federal. El primer pilar es la libertad para tener éxito o fracasar. El segundo, es el hecho de que éxito y fracaso no son valores en sí mismos. Tener más o menos dinero no hace a un hombre mejor o peor. Que sea valiosa o no una inversión se juzga por la utilidad que merezca a los semejantes llamados a comprarla o rechazarla, sin que ello implique enjuiciamiento alguno. Puede fracasar el bueno y prosperar el malo. Prospere uno u otro, el caso es que una inversión sirve, es útil, mientras otra no lo es, y eso es lo que determina su perdurabilidad. Cuando interviene un operador omnisciente generalmente bajo mandato del poder público, usurpando el papel de la Providencia, la suerte, o el dichoso consumidor que nunca sabe lo que le conviene, resulta ser precisamente ese el momento en que quiebra no tal o cual empresa, sino, mirabile dictu, el sistema. 

         El problema es pues, más que económico, político, porque político es hurtar libertad al ciudadano para otorgar poder al operador público. Cuando además no hay consentimiento suficiente para ello, ni garantía alguna de su devolución, una vez pasada la situación de urgencia, la cosa se complica.

         El dirigismo favorece que sea el estado el que se encargue de los recursos de todos con arreglo a una idea preconcebida de lo justo. Contando con una resistencia insólita del capitalismo a estos embates de sus supuestos defensores, empeñados en impedir los cataclismos sistémicos, lo que ocurre en todo caso es la atribución a un técnico de la elaboración de un programa económico que han de cumplir los agentes económicos. 

         Hayek dedicaba un capítulo de Camino de servidumbre para explicarlo: Porqué mandan los peores. Efectivamente el capitalismo es un mal sistema para garantizar que el que gane más dinero sea el más justo y benéfico del lugar. De hecho, es el peor de los sistemas excluyendo a todos los demás. Al menos asegura que tendrá siempre que estar compitiendo, mientras el estado se encargará de hacerle cumplir las normas. El método Bernanke corre el riesgo – sistémico, claro - de la desviación de poder y, sobre todo, avala la conjunción de poderes en uno solo: el del estado. Lo que conlleva, ineludiblemente según argumenta Hayek, el mando de los peores. No los encumbra el acierto de una inversión, sino el proceso político de entrega de favores. En su obra inacabada como tantas otras La rebelión de las masas, decía Ortega después de más de doscientas páginas de preámbulo: ¿Quién manda en el mundo? Se desemboca en la verdadera cuestión. Acto seguido, callaba. Desde 1930 esperando la respuesta. Con la doctrina Bernanke, puede contestarse: los peores, don José, los peores. 

         La razón por la que se está siguiendo esa línea no es teórica, o eso se dice, sino que lo que debe mandar es la práctica. Ya decía Leonardo que la teoría è il capitano, e la pratica sono i soldati formulando gráficamente una idea aristotélica, lógica, según la cual toda práctica es la práctica de una teoría. Pero corren en efecto vientos de simpatía por el nudo pragmatismo. Así, al principio de este tinglado Bernanke repetía con aire interesante: no hay ateos en las trincheras, ni ideólogos en las crisis financieras. Acabáramos. 

         Pragmáticos sí, podemos, pero de qué teoría: ¿de la que prefiere dilapidar dinero público, o de la que confía en la iniciativa privada?

         Está claro que de la primera, gasto=estímulo, y el resultado es que la mayoría de los ocupantes de la trinchera, ateos y creyentes, están en paro. 

         La economía era, para estos tiempos materialistas, lo más importante. Sin embargo, otra cosa causaba desazón.

         Ejercía Bush el liderazgo del mundo libre. Esas obsesiones con el eje del mal, las tiranías, no eran compatibles con un mundo plural. Por ventura advino Obama. Como dijo con especial humildad: We are the ones we were waiting for http://www.barackobama.com/
2008/02/05 /remarks_of_senator_barack_obam_46.php
. Somos aquellos que estábamos esperando. Es audaz esa esperanza, o qué.

         Tony Blair habló el 22 de abril en Chicago http://www.thechicagocouncil.org/hottopics_details.php?
hottopics_id=120
. Dijo (a) que no hay que hacerse ilusiones acerca de la existencia de una alternativa a la lucha contra el islamismo radical y que sólo puede culminar en la victoria. Y (b), que no será abandonado el mercado como se saldrá de la crisis. Para lograr lo primero, recomienda: Entender que no hemos causado el fenómeno del islamismo radical; comprender que son nuestros propios aliados dentro del Islam los que nos están ayudando a vencer; ser conscientes de que es apoderándolos como lograremos convencer; combatir decisivamente porque una derrota en cualquier sitio puede significar una derrota en todos; y propiciar un proceso de modernización en el Islam. Occidente debe sobretodo recobrar la confianza en sí mismo, en su historia y convicciones.

         Bush hizo mutis antaño, no sin recordar, como Blair hogaño, que el realismo en la práctica había traído poca estabilidad y mucha opresión. Mientras, los que estaban esperándose a sí mismos, pedían paciencia para la comprensión extendida a todos - opresores y oprimidos -. Se recobraría así la ejemplaridad moral, activo real efectivo y ¿lo diremos? pragmático, de los Estados Unidos en el mundo. 

         Tal invocación, a la paciencia, se antoja particularmente oportuna a la luz de lo hasta ahora acaecido al mensaje urbi et orbi enviado por Obama:

  • Debe gastarse más para estimular la economía. Europa dice no.
  • Deben enviarse más tropas a Afganistán: Europa dice no.
  • Debes mediar con Irán: Rusia dice no.
  • Debe retirarse el escudo de misiles en Polonia y Chequia: Irán sigue desafiante con su programa nuclear.
  • Debe incrementarse el desarme nuclear: Corea del Norte dice no.
  • Debe aclararse que Estados Unidos no está en guerra contra el Islam: los talibanes se acercan a Islamabad, Pakistán; aumenta la violencia en Irak.
  • Deben mejorar las relaciones con Cuba y Venezuela: Castro y Chávez piden más concesiones.

         ¿Es este el cambio? Más control del estado, menos libertad, aislacionismo. De ser así, ¿podría decirse claro para que, además de las tiranías, las democracias tomaran también nota? Papel extraordinario continuado, no entender.

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