¿Puede el oficialismo cambiar de actitud?
por Salud Hernández-Mora
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Ocho muertos en una emboscada. Ocho uniformados que dejaron sus vidas en la serranía del Perijá por un gravísimo error. No es posible que el Ejército colombiano tenga una pérdida tan terrible y nadie responda. No basta con denunciar que las Farc dan el golpe y corren a esconderse en Venezuela. Es necesario conocer cómo una banda terrorista en desbandada puede asestar un mazazo tan sanguinario a las Fuerzas Militares. Algo serio está fallando en la estrategia de guerra.
Hace unas semanas, para celebrar el aniversario de 'Reyes' entre otras efemérides macabras, también golpearon con dureza a policías y soldados. Y nadie asumió la responsabilidad ni explicaron qué está pasando. Tal vez sea exceso de confianza, puede que falta de entrenamiento de la tropa o que algunos mandos medios no sean los más adecuados.
Pero no podemos enterrar ocho muchachos que nos cubrían las espaldas sin que el Gobierno y el alto mando militar salgan a contarnos por qué sufrieron ese gravísimo revés.
Lo de Hugo Chávez y su afirmación de que la guerra no es con él y que, por tanto, no ayudará a perseguir a quienes perpetraron ese u otros ataques, no fue sorprendente. La única novedad es que ahora miente. Porque el conflicto colombiano sí es con él; lo que ocurre es que está alineado en el bando contrario.
El Ministro de Defensa no lo puede repetir en voz alta, pero conoce que Venezuela es el santuario de varios jefes guerrilleros y que personas del círculo íntimo del dictador bolivariano los protegen. Igual hizo Francia con los terroristas de Eta durante años. Los dejaban instalarse en su suelo a cambio de que solo pusieran bombas y asesinaran en España. Hasta que se dieron cuenta de que refugiar a criminales es ser un Estado cómplice y, tarde o temprano, víctima de sus atentados.
Decenas de venezolanos son secuestrados a manos de grupos guerrilleros en las regiones fronterizas. Pero Chávez adopta la actitud de considerarlos rehenes ricos, unos gusanos antirrevolucionarios que merecen su suerte.
Con el bolivariano, pues, ni pueden contar los suyos y menos nosotros, y Uribe lo sabe de sobra...
Si el Presidente cedió antes, cuando los secuestrados eran políticos, no tiene justificación que no lo haga ahora, cuando solo quedan uniformados. Que vaya Piedad con la Iglesia sin cámaras, que lo entreguen de forma discreta, que se quite el turbante si tanto molesta. Pero que empiecen ya las gestiones para liberarlo porque al Presidente y a mucha gente les darán igual unas semanas o un par de meses más, pero a Pablo Moncayo y a su familia, cada 24 horas son otra angustiosa eternidad.
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