Miembro de
Proyect Sindicate apdu
       
 
separador                                          Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
              
     
Google Buscar en la

 
Año V Nro. 298 - Uruguay,  08 de agosto del 2008   
 

 
historia paralela
 

Visión Marítima

 
Darío Acevedo Carmona

A 50 años del Frente Nacional
por Darío Acevedo Carmona - (Perfil) - Medellín/Colombia -

 
separador
 
rtf Comentar Artículo
mail
mail Contactos
notas
Otros artículos de este autor
pirnt Imprimir Artículo
 
 

         El Régimen del Frente Nacional colombiano se ve ya lejano en la historia aunque tan sólo hace dos décadas se vivían sus estertores. Una inmensa mayoría de personas nacidas después de 1970 carecen de conocimiento o no tuvieron vivencias personales sobre la realidad social y política de la Colombia frentenacionalista. Vale la pena entonces recordar algunas cuestiones para situarnos de cara a un debate necesario. El 7 de agosto de 1958 se posesionó el primer presidente del Frente Nacional, el liberal Alberto Lleras Camargo, luego vendrían en su orden Guillermo León Valencia, conservador (1962-66), Carlos Lleras Restrepo, liberal (1966-70) y Misael Pastrana Borrero conservador (1970-74). Los dos partidos tradicionales del país habían pactado alternarse en el poder y este fue uno de los tres pilares del famoso pacto. Los otros dos definieron la manera de repartirse el poder burocrático por medio de la figura de la milimetría, mitad de los cargos públicos para liberales y mitad para los conservadores. El tercer acuerdo estableció el sistema de cruce en los cargos públicos en concordancia con la jerarquía de cada uno de ellos, es decir, en el escalafón de cualquier dependencia oficial el cargo principal se asignaba a un partido y el segundo al otro partido.

         Un sistema de repartición del poder de esta naturaleza sólo puede entenderse como la fórmula mágica que restablecería la paz entre los dos partidos y que evitaría la continuidad de las pugnas violentas entre ambas colectividades las que durante los doce años anteriores habían cobrado la vida de cerca de trescientos mil colombianos. Entonces, los seguidores y los dirigentes de las dos colectividades pretendían dirimir la supremacía política apelando a la violencia además de definir si el rumbo del país tenía que discurrir a través de una estrecha alianza entre el estado colombiano y la iglesia católica, punto de vista conservador, o si lo que estaba al orden del día era la profundización del proceso de secularización de nuestra sociedad iniciado por el liberalismo en los años treinta y suspendido desde el año 46. Cada bando consideraba que los dos no cabían en el mismo país y por tanto se comportaban como enemigos absolutos.

         No había otros partidos en la escena política nacional, por lo menos que tuvieran un rango siquiera cercano al que tenían rojos y azules. Quizá por ello, en principio, no se vio tan improcedente ni malsano que el pacto fuera suscrito y vigente sólo por los dos partidos históricos. Los comunistas eran una ínfima minoría, perseguida e ilegalizada por la dictadura de Rojas Pinilla (1953-57). El milagro del acercamiento entre ambos partidos fue facilitado por las pretensiones del general Rojas de extender su mandato más allá de lo que le había sido concedido por las llamadas “fuerzas vivas”, para pacificar el país y convocar a nuevas elecciones en 1954. Rojas se hizo elegir por la Asamblea Constituyente por un periodo más de cuatro años y luego quiso gobernar hasta 1962. La ambición de Rojas proporcionó el pegamento para la nueva alianza. En diciembre de 1957, un plebiscito, al que concurrieron por vez primera a ejercer sus derechos ciudadanos las mujeres, refrendó el pacto del Frente Nacional cuya pretensión central era restablecer la democracia, la paz entre los partidos y el libre juego electoral. Así que por 16 años, Colombia vivió bajo tal esquema. A partir de 1974 y hasta 1986 se inició un periodo de transición que estipulaba que el partido vencedor, ya sin ser nombrado de antemano, debía otorgar al segundo partido en votos una representación adecuada y equitativa en el gobierno (artículo 120 de la Constitución). La libre competencia entre todos los partidos comenzó a ser una realidad refrendada definitivamente en el gobierno partidista de Virgilio Barco (1996-90).

         El balance de esos 16 años de Frente Nacional y de 12 de transición está aún crudo, por lo menos desde el punto de vista del análisis académico. La mayoría de estudios de corte sociológico, político e histórico (los menos) han sido realizados en caliente. Es decir, en el periodo en cuestión y por personas y equipos que tenían una relación estrecha con los acontecimientos y problemas que se vivían. No se observa ninguna distancia espacio-temporal significativa por parte de los autores de los textos más renombrados. Una característica adicional de tales estudios es que, también en su gran mayoría, fueron acometidos desde una perspectiva analítica marxista, a la sazón el enfoque dominante en el mundo académico e intelectual. Como quiera que el contexto internacional estaba condicionado por la guerra fría entre las dos superpotencias, USA y la URSS, era ineludible que tal factor marcara las reflexiones sobre el sistema político imperante.

         La literatura política circulante tenía un inconfundible sello marxista en sus más variadas vertientes y a pesar de las diferencias entre unas y otras todas coincidían en hacer una interpretación negativa y bastante crítica del Frente Nacional y de cada uno de sus gobiernos. Al orden del día estaba la revolución social que el “régimen reaccionario”, “la dictadura civil”, “el sistema oligárquico” trataba de detener y conjurar. No está dentro del objeto de estas pocas líneas hacer un balance de dicha literatura ni de las posiciones asumidas por las organizaciones que desde distintos frentes combatieron con las armas o sin ellas o con ambas a la vez, pero, si creo que se justifica convocar a una nueva mirada retrospectiva. El derrumbe de la Unión Soviética y el camino capitalista asumido por la China de Mao en la década de los 90s no sólo representa el fracaso del experimento comunista y de la utopía igualitarista sino también la crisis del paradigma marxista que en últimas fue la cobertura ideológica de todos los experimentos y aventuras revolucionarias del siglo 20. Las explicaciones totales y finalistas de la historia, del pasado, el presente y el porvenir han dejado el paso a versiones menos taxativas, menos conclusivas y más ubicadas en el campo de la incertidumbre. Hoy en las ciencias sociales y humanas las explicaciones unicolores no son admitidas. En consecuencia, cabe la revisión del pasado, en particular la de aquel que fue producto de metodologías reduccionistas. Hoy se justifica el revisionismo histórico, ese que está abriendo la puerta a verdades inéditas, ocultas o deformadas de las sociedades totalitarias. Hoy es más pertinente una historia abierta que una cerrada y dogmática.

         En lo que respecta a toda nuestra historia, pero, en particular a la historia política contemporánea, como lo sugiere con sensatez Eduardo Posada Carbó en su más reciente libro, La Nación soñada,  es necesario que el mundo académico e intelectual se tomen, al menos, el trabajo de revisar su pensamiento y sus convicciones sobre una época conflictiva, polémica, rica en procesos y en todo caso nada homogénea. ¿Cómo no reconocer que el Frente Nacional, a pesar de sus exclusiones y restricciones, permitió el afloramiento de viejas manifestaciones de movimientos sociales y partidistas perseguidos e ilegalizados durante la época de la Violencia? Es muy diciente que dos grandes comandantes guerrilleros comunistas le enviaran al presidente Lleras Camargo una carta en la que además de reconocer la legitimidad del Frente Nacional y del gobierno de turno se comprometían a combatir a grupos y personas que se opusieran a los anhelos de paz del nuevo régimen. Me refiero a la misiva firmada por Ciro Trujillo y Pedro Antonio Marín, que en su calidad de guerrilleros comunistas desmovilizados le dirigieran al presidente Lleras Camargo y que es reproducida por el historiador Gonzalo Sánchez en su libro Ensayos de historia política y social de Colombia.

         El Frente Nacional a lo largo de sus 16 años y los 12 de su extensión coloca al país en otras dinámicas, no necesariamente satisfactorias desde el punto de vista social. Es indudable que representa el fin definitivo de los enfrentamientos violentos entre liberales y conservadores, es la época de mayor crecimiento de las clases medias, de mayor fortalecimiento del aparato educativo público, de coronamiento del proceso urbanizador. No se puede subvalorar el hecho de que durante el Frente Nacional el partido comunista pro soviético de Gilberto Vieira volvió a la vida pública y que a pesar de las restricciones pudo inscribir y hacer nombrar sus candidatos a las corporaciones públicas a través de movimientos liberales disidentes como el MRL. Varios movimientos rebeldes de izquierda, liberales y conservadores pudieron adelantar campañas de organización y de participación electoral. La Anapo tuvo una importancia singular como tercer partido y aunque fue víctima de un monumental fraude en 1970, fue vital en la crítica al régimen y factor de primera línea en el desgaste de las instituciones del Frente Nacional.

         El contraste es también una marca de la época. La implantación fastidiosa del estado de sitio ante cualquier expresión de descontento social es un lastre para el Frente Nacional. La afectación de las libertades políticas no puede ser negada ni pasada por alto. La dirigencia política tradicional fue excesivamente fiel a los dictámenes de la política exterior norteamericana. Si bien nuestro país no sacrificó la democracia como ocurrió en otros países del continente, fue demasiado complaciente con políticas específicas de la estrategia de la Seguridad Nacional impulsada por los EE. UU. Otra de sus máculas es la relativa al crecimiento desbordado y escandaloso de fenómenos como el clientelismo en su expresión gamonalista. La ausencia de lucha doctrinaria entre los partidos tradicionales fomentó el surgimiento del fenómeno que se expresó en la aparición de caudillos locales cuya principal virtud consistía en abusar a placer de los recursos del estado y mostrarse como benefactores de las comunidades reemplazando al estado.

         En suma, un régimen de luces y sombras que merece ser visto y analizado en todas sus dimensiones. En el ámbito intelectual se discute sobre la continuidad de fenómenos como el de la violencia política y las guerrillas, el problema de la propiedad agraria, la debilidad frente a las mafias y la no resolución de graves injusticias sociales. Es un deber responder a las inquietudes y para hacer un balance más ajustado a la época presente tener en cuenta todos los aspectos y circunstancias que se dieron en aquel periodo de nuestra existencia e incluir en el análisis los cambios vertiginosos que se han producido en el mundo en los últimos veinte años. Quizás amerite leer y releer a algunos especialistas extranjeros que han escrito varios libros y ensayos sobre los problemas contemporáneos de Colombia. Entre ellos cabe destacar a Daniel Pécaut, Crónica de cuatro décadas de política colombiana,  a David Busnhell, Colombia una nación a pesar de sí misma, a James Henderson y a Paul Oquist investigadores de la Violencia de los años 50, entre muchos otros. Y además aceptar el reto intelectual formulado por Posada Carbó sin entrar a descalificarlo con observaciones ligeras y llenas de prejuicios. A lo mejor nos podríamos poner de acuerdo en que el Frente Nacional fue sufrido pero también gozado.

Colombia, agosto 7 de 2008

» Arriba

Comentarios en este artículo
 
21
Informe Uruguay se halla Inscripto en el Registro de Derechos de Autor en el libro 30 con el No 379
Depósito legal No. 2371 deposito Nos. 338018 ley No - 9739, dec 694/974 art. 1 inc A
20
Los artículos firmados son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan, necesariamente, la opinión de Informe Uruguay
20
Los enlaces externos son válidos en el momento de su publicación, aunque muchos suelen desaparecer.
Los enlaces internos de Informe Uruguay siempre serán válidos.
21
 
Estadisticas Gratis