Inseguridad como sensación
por Dr. Marcelo Gioscia Civitate
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En menos de cuarenta y ocho horas, nuestra sociedad se ha visto conmovida: dos nuevas rapiñas con resultado muerte han segado la vida de dos comerciantes. Ambos ciudadanos, víctimas una vez más de atracos a sus respectivos negocios, dejan en su entorno dolor y ausencia y la amarga comprobación que, la inseguridad que vivimos, es mucho más que una “sensación” como se ha pretendido desde las más altas jerarquías del gobierno “progresista”.
La seguridad es uno de los derechos fundamentales de todo habitante de nuestro país, reconocido constitucionalmente y también debiera ser objeto en algún momento de una política de Estado. Pues, debiera recordarse que los delitos comunes no tienen en cuenta el color político de sus víctimas, todas pueden ser objeto de su proceder.
Muy que le pese a la Sra. Ministra del Interior, Maestra Daisy Tourné, la inseguridad es mucho más que una sensación, es una lacerante realidad que se agrava y multiplica en quienes han sido víctimas de delitos. Por ello, debe ser y será tema de discusión política, pues en particular, constituye un gran debe de la gestión pública de este equipo de gobierno.
Ya con el Dr. José Díaz (anterior ocupante del sillón ministerial), se fueron adoptando medidas que lejos de proteger a la ciudadanía, facilitaron (Ley de humanización del sistema carcelario mediante, así como derogación del decreto que autorizaba a requerir documentos en la vía pública) la situación de los delincuentes en desmedro del resto de los ciudadanos. La continuación de la gestión al frente de esta difícil cartera de gobierno a cargo de Tourné, no ha dado respuesta a una ciudadanía cada vez más acosada por delitos más violentos.
Es que la inseguridad, mucho más que el resultado de las crónicas policiales y de los artículos de opinión o notas periodísticas, es una realidad que nos golpea, y atenta lisa y llanamente contra nuestra calidad de vida.
¿Quién de nosotros o de alguno de nuestros familiares no la ha sufrido? ¿Quién ha quedado a salvo? ¿Cuál ha sido el saldo de dicho sufrimiento? ¿Alguien lo ha cuantificado?
Nos encontramos entonces con una sociedad, cuyos integrantes se encuentran más armados, viven en fincas más enrejadas o con sofisticados sistemas de seguridad y a la vez, lamentablemente, comprobamos se siente más temerosa por sus bienes y por la conservación de la integridad física de sus miembros.
Una sociedad donde, se advierte una fragmentación creciente (con una mayor brecha entre las clases sociales, no sólo por sus ingresos económicos sino también por su educación) y donde, poco a poco, se han ido hasta estigmatizando barrios y zonas de Montevideo, donde a determinadas horas ya no ingresan servicios de trasporte público ni de asistencia médica domiciliaria, por los índices de criminalidad que en ellos se registran.
Las políticas aplicadas hasta el momento, no han mejorado la situación.
Pretender desconocer todo esto, no le hace bien a nuestro país, y peor, pretender que éste no sea un tema de discusión política, es por lo menos de una aparente ingenuidad que linda con lo soberbio y lo irresponsable.
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