EL HORROR ME ENMUDECE
Por Helena Arce
Estoy preparando un artículo sobre un tema que Tomas Miller comentó. Para ello anduve en la Biblioteca Nacional, donde hace un tiempo me inscribí como Investigadora. Unica forma de tener acceso a la prensa escrita allí archivada. Hice un curso para manejar unas añejas máquinas donadas por el gobierno japonés, máquinas lectoras de rollos microfilmados. Pensaba hacer un artículo sobre mi impresión de nuestra hermosísima Biblioteca Nacional, las tareas y la buena atención de quienes allí trabajan. Con cuanta dedicación llevan adelante esa tarea, y con los pocos recursos que cuentan. Ver la Sala dedicada a la lectura de los periódicos, el tiempo necesario para obtener una copia de dicha información, me produjo tristeza. Parece que en vez de estar en el siglo XXI, uno estuviese en los años 50 del siglo pasado. Y pensaba alzar hoy mi voz reclamando, reclamando a este desgobierno que ha regalado nuestro futuro a bancos administrados por delincuentes, que se da el lujo de decir que no gastará más recursos en la enseñanza, ni en la salud. Y me duele, me duele tanto...
Pensaba comentarles asimismo, cuantas similitudes encontré en esos diarios que revisé (abril a junio de 1971) con las noticias de este mundo de hoy; bancos quebrados, el apellido Peirano, interpelaciones ministeriales, problemas en Haití.
Pero lo sucedido hoy en España aleja mi mente de todo ello. Pues como bien dice nuestra querida Graciela Vera, con su sabio decir, todos quienes directa o indirectamente han sido víctimas de este horror, son alguien para alguien. Y además en España, tan ligada a nosotros por lazos indisolubles. Aun en mi enojo con la España actual, esa de la que vinieron mis abuelos, como tantos otros abuelos a vivir a un país que los recibió con amor y sin preguntarles a que venían. Tan distinta actitud a la que esa misma España, tiene con los nietos de esos abuelos. Y en Madrid, ese Madrid siempre despierto, ese Madrid tan bello.
Y me puse a reflexionar. Tal vez el espanto únicamente se asemeje a ese otro fatídico 11, el de setiembre. Algunos insisten en que fue la organización terrorista ETA, otros no encuentran el "sello" de la autoría de esta, y sospechan de AL KAEDA.
Sinceramente en lo personal me importa muy poco, quien fue que lo hizo o cual fue el motivo. Me importan las vidas, como me importa cuando mueren otras personas, aun aquellas que lo hacen en la guerra. Esto me sucede porque todos somos alguien para alguien y cada vida que cae, cada vida que se apaga, es un punto de quiebre para ese otro, para el que ese que cayó era alguien.
Pero claro, cuando se agrega el espanto de que, quienes caen no estaban ni siquiera avisados, simplemente cometieron el pecado de levantarse y salir de la cama para ir a trabajar o a estudiar, o a hacer una simple visita. Tan espantoso como el que simplemente estaba en su cama durmiendo y el cuarto que cobija su sueño cae, como daño colateral. El espanto de ver un asesino a quien no le importa, que tal vez alguno de los que allí cayó, simpatizaba con su causa.
Pobre mundo que te pasa tenes cara de dolor... Así dice una célebre canción.
Tal vez sea hora que aquellos que respetamos por encima de todo a los demás como personas, nos hagamos oír.
Decía mi célebre padre que cuando uno no quiere, dos no pelean. ¿Cuándo será que todos nos convirtamos en ese uno? ¿Haremos primar en algún momento, nuestra condición de amantes de la paz, por encima de todo?
BASTA, POR FAVOR BASTA.