Mala, podría estar peor
Mala, podría estar mejor
por Michael S. Castleton-Bridger
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Esta fue la contestación de un querido amigo psicólogo que, por motivos profesionales, trata a nivel internacional con gente seriamente rica, sobre la actual situación financiera en el mundo.
Dejando de lado lo hilarante del comentario no hay duda que es cierto. La situación podría estar mucho peor con cierres de industrias por doquier, suicidios en Wall Street como en el año 1929 en los comienzos de la gran depresión y gente haciendo cola por comida en Nueva York. Por el otro lado, como dicen los economistas, las cosas podrían estar mejor en cuanto a que el sistema financiero internacional no estuviera sufriendo los embates y los desajustes que sufre actualmente.
Hay una realidad que no admite discusión sin embargo. La fiesta terminó.
Por suerte terminó. Terminó en este ciclo la invención de papeles sin valor que la codicia soslayó y los inescrupulosos de siempre colocaron en manos de los incautos o de los aún más inescrupulosos.
No hay duda alguna que se viene un gran reajuste. No hay duda que este reajuste era tan inevitable como necesario. Las economías del mundo no pueden, no deben manejarse en ciclos de horas o quizá días. Este era el sistema americano y no era ni es sostenible en ni siquiera el corto plazo. La verdadera generación de riqueza precisa tiempos prudenciales para su germinación, maduración y cosecha. Cualquier otra cosa es mera especulación. Esto no es malo en sí mismo. Cuidado, la especulación no es más que la predicción de cómo van a evolucionar los mercados. Sirve muchas veces como regulador de esos mercados.
Lo medular sin embargo es que de alguna manera los operadores del mercado en su afán de ganancias en plazos cada vez más cortos han tergiversado las reglas inherentes a esos mismos mercados. Las reglas no escritas de la ética y la honestidad y la mínima diligencia en los controles de los instrumentos financieros que se ponen a disposición de los inversores.
Todas las bonanzas traen enquistadas las crisis que les siguen. Como la noche sigue al día esto se ha manifestado a lo largo de la historia. No hay más que acordarse de la burbuja de los tulipanes en el siglo 17 o la burbuja de los mares del sur en el siglo 18. El mundo no se terminó. Las economías se recuperaron y el comercio mundial volvió a sus niveles pre-crisis.
Esta crisis no será distinta salvo quizá que por la globalización y las comunicaciones instantáneas sea más veloz la caída, y, como contraparte más veloz la salida.
A este observador no le sorprendería además ver una marcada tendencia hacia el aumento en las relaciones económicas este-oeste y no solamente norte-sur como ha sido tradicional hasta ahora.
Lo importante es percatarse de que esta crisis no es el fin del capitalismo como algunos pregonen y deseen. Más es parte intrínseca al proceso de ajuste permanente que forma parte de la esencia de ese sistema.
Las economías del mundo, y más en estas épocas, son un todo. Las economías del mundo están íntimamente entrelazadas, y son íntimamente interdependientes por lo tanto es de esperarse un lógico período de ajuste para que todo vuelva en un lapso prudencial,a la normalidad.
Si hay alguna causa fundamental para esta crisis es sin lugar a duda alguna la codicia y en segundo grado el total cortoplacismo con el cual se manejan estos asuntos en las capitales financieras del mundo.
Es de vital importancia que los norteamericanos de alguna manera manejen estas dos variables y que instrumenten los controles necesarios para que situaciones rayanas en la estafa generalizada como la actual no vuelvan a pasar. Del mismo modo que luego de la crisis del 29 los yanquis establecieron el FIDC( Corporación de Seguros de Depósitos federal) que aseguraba los depósitos de los ahorristas en determinados bancos. Del mismo modo que se creó el SEC (Comisión de control de intercambio de Títulos Valores) los norteamericanos deberán instituir los mecanismos para evitar o morigerar fenómenos como los actuales en el futuro. Del mismo modo deben ser perseguidos y enjuiciados con todo el rigor de la ley los que con engaños o actitudes deshonestas coadyuvaron en crear esta situación.
Mientras tanto no debemos perder de vista la apreciación del dólar americano y su continuado uso como moneda de reserva. Tampoco debemos perder de vista los bajos intereses que pagan los bonos norteamericanos que por lo tanto demuestran seguir siendo buenos y bien demandados.
Esta crisis pasará. Ni el capitalismo se muere ni pasaremos a usar el rublo como moneda de reserva. Hay cosas que retocar sin duda. No es bueno que una sola institución bancaria, Citigroup, maneje más del 20% del PBI de los EEUU ni que el Banco de Escocia maneje activos por mayor valor que el PBI del Reino Unido. Estas cosas son ejemplos de situaciones que se deben regular o cambiar.
No es admisible que los cuatrocientos norteamericanos más ricos tengan más dinero ellos solos que los 150 millones menos favorecidos de su país. No es lógico ni sano que el presidente de una compañía yanqui que en 1980 ganaba 45 veces lo que su empleado promedio hoy gane 400 veces lo que gana el mismo empleado. Es mucho menos lógico si pensamos que éste múltiplo según fuentes serias es de 28 veces en Gran Bretaña y 17 veces en Japón.
Nadie puede pretender decir que estos guarismos en el caso yanqui son lógicos. Son el resultado del mal uso de lo que es esencialmente un buen sistema por los vivos de siempre. Estos personajes habrá que controlarlos con impuestos y penalizarlos fuertemente si se comprueban actitudes delictivas.
El sistema capitalista se rige por un complejo sistema de pesos y contrapesos que sería demasiado engorroso detallar en este escrito. También depende en alguna medida en valores de ética y respeto a la palabra empeñada. Aunque más no sea por interés propio. Esto sin embargo debe estar reforzado por límites claros impuestos y vigorosamente fiscalizados por organismos creados a esos fines. Diera la impresión que esa fiscalización no se hubiera cumplido en esta instancia. Se deberán fortalecer e instrumentar los marcos jurídicos apropiados para que esto no vuelva a suceder. De la misma manera que después de la crisis del 29 se prohibió la compra de acciones con lo que se llama en inglés “margin buying” tampoco jamás se les debiera haber escapado a los reguladores la pirámide de papeles hipotecarios de calidad deficiente. Esta falta de control produjo la crisis que hoy vivimos.
Entonces como todas las crisis que implican ya de su raíz cambios, de esta saldremos más tarde o más temprano. Eso sí, deberemos instituir los controles y los cambios necesarios para que la próxima crisis no se produzca por los mismos motivos. De la misma manera que la infinita creatividad humana buscará la solución a esta situación compleja que hoy vivimos, ese mismo ingenio nos llevará a otras parecidas en el futuro. Ese es el ciclo interminable de las relaciones humanas y que no han de terminar mientras los humanos poblemos este planeta. Ni en realidad parece deseable que así suceda.
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