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"Esos locos que corren"
por Julio Dornel
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Como lo señaláramos en nota anterior, ya se encuentra en las librerías, con buen ritmo de venta el nuevo libro del floridense Marciano Durán con el curioso título de “LA CUESTIÓN ES DARSE MAÑA y otras incoherencias”.
Tras el éxito obtenido con EL CODIGO BLANES (11 mil ejemplares) y haciendo gala de un inefable sentido del humor Durán nos ofrece en esta oportunidad como lo señalan los editores “Veintitrés desopilantes crónicas publicadas por primera vez en el presente volumen.
Las once mejores crónicas rescatadas de sus dos primeros libros Crónicas Marcianas y Uruguayas y Marcianitis Crónica, las mismas son, La Noche de la Neuralgia, Yo corrí la San Fernando, En algún País Sudamericano, Un día con Mi Nieta, Extraña teoría sobre los nombres que llevamos los Uruguayos, La Cuestión es darse Maña, Degeneración en generación, Uruguayos incoherentes de América y el Mundo, Punta Está de Más, Diario Íntimo de un esposo casi normal y Cómo sobrevivir en tiempos de Crisis.
Y por último la entrega en catorce capítulos de “Un urug… un Marciano en Europa” el viaje de una pareja de orientales que por primera vez sube a un avión y presenta dos miradas contrapuestas de una serie de vivencias que nos harán reír y pensar.
Se confirman en este libro algunas líneas de humor ya expuestas en sus Crónicas Marcianas, rompiendo moldes de una literatura humorística que permanecía oculta.
Por allí aparecen en sus crónicas Una Docena de Cosas que me Revientan de los Celulares: “Los que timbran para que los llame yo. Ésta es bien familiar. Los nenes no tienen cómputos, los nenes no tienen tarjeta, los nenes no tienen minutos ¡los nenes no tienen vergüenza! “Esa es la nena… llámala viejo” te dice tu mujer, que aprendió a diferenciar el timbrazo de la hija del de la hermana. Y como si eso no fuera suficiente, la nena desarrollo una extraña habilidad que le permite cortar en el momento justo en que vos vas a atender. Pregunto: ¿para qué quieren un aparato tan caro con tantas funciones, con MP3, con fotos y todo eso, si ni siquiera tienen un mango para hacer una llamadita? ¡Qué piola que son! Ellos no tienen un celular. Tienen un timbrecito con celular anexado (el nuestro)”. No transita por ninguna corriente exclusiva de la literatura sino que abarca un espectro muy amplio que lo lleva por la familia, el deporte, los viajes, el idioma, los amigos y varias evocaciones de una identidad que va desapareciendo.
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Entre tantas escenas comunes, cosas cotidianas, desacuerdos, y revelaciones nos encontramos con algunos títulos que ponen de relieve sus dotes de cronista observador como sucede con Esos Locos que Corren: “Yo los conozco. Los he visto muchas veces. Son raros. Algunos salen temprano a la mañana y se empeñan en ganarle al sol. Otros se insolan al medio día, se cansan a la tarde, o intentan que no los atropelle un camión por la noche. Están locos. En verano corren, trotan, transpiran, se deshidratan y finalmente se cansan, sólo para disfrutar del descanso. En invierno se tapan, se abrigan, se quejan, se enfrían y dejan que la lluvia les moje la cara. Yo los he visto. Pasan rápido por la rambla, despacio entre los árboles, serpentean caminos de tierra, trepan cuestas empedradas, trotan en la banquina de una carretera perdida, esquivan olas en la playa, cruzan puentes de madera, pisan hojas secas, suben cerros, saltan charcos, atraviesan parques, se molestan con los autos que no frenan, disparan de un perro y corren, corren y corren. Escuchan música que acompaña el ritmo de sus piernas, escuchan a los hormeros y las gaviotas, escuchan sus latidos y su propia respiración, miran hacia delante, miran sus pies, huelen el viento que pasó por los eucaliptos, la brisa que salió de los naranjos, respiran el aire que llega de los pinos y entreparan cuando pasan frente a los jazmines. Yo los he visto. No están bien de la cabeza. Usan championes con aire y zapatillas de marca, corren descalzos o gastan calzados. Transpiran camisetas, calzan gorras y miden una y otra vez su propio tiempo. Están tratando de ganarle a alguien. Trotan con el cuerpo flojo, pasan a la del perro blanco, pican después de la columna, buscan una canilla para refrescarse y siguen. Se inscriben en todas las carreras, pero no ganan ninguna”. Vivencias de un Marciano que corre y se analiza: “Están mal de la cabeza. Yo los he visto. Estiran, se miran, giran, respiran, suspiran y se tiran. Pican, frenan y vuelven a picar. Me parece que quieren ganarle a la muerte. Ellos dicen que quieren ganarle a la vida. Están completamente locos…..”
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