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Malas relaciones
por Marcelo Ostria Trigo (Perfil)
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Las relaciones internacionales de Bolivia están en crisis. Muchos casos muestran al gobierno enfrentado, sin causa ni destino, con varios países en una diversidad de pugnas inútiles y peligrosas. Analizar este fenómeno inédito en la política boliviana, es tarea de largo aliento. Esta es sólo una aproximación al tema.
Las relaciones entre Bolivia y Estados Unidos están severamente dañadas. La animosidad del gobierno boliviano ha llegado a extremos nunca esperados, con expulsiones y acusaciones jamás justificadas. Hasta hace poco, parecía que el blanco de la hostilidad era el gobierno del presidente George W. Bush, pero, al parecer, no es así, porque la inquina populista persiste, luego de la inauguración de la administración del presidente Obama.
Evo Morales, cuando era diputado (1997 – 2002), no cesó en sus diatribas contra la embajada de los Estados Unidos. Se esperaba que, como presidente, moderara actitudes, lenguaje ofensivo y acusaciones sin respaldo. Pero no fue así. Ya tenía libreto –similar al estridente del presidente venezolano– e hizo los mayores esfuerzos para deteriorar aún más las relaciones entre ambos países. Hubo de todo, desde el absurdo hasta la franca provocación. Pero queda la gran interrogante: ¿A qué se debe la inquina presidencial? No puede atribuirse sólo a la influencia –que la hay– de Hugo Chávez. Pareciera que la política del gobierno del MAS es el resultado de la resistencia cocalera a la cooperación norteamericana para reducir las plantaciones de coca del Chapare, donde el actual mandatario era –aun lo es– el líder de los sindicatos de cultivadores de la planta de la que se extrae la cocaína. ¿Se trata, entonces, de una torpe e innecesaria venganza?
Pero no sólo Estados Unidos es el blanco de la ira del populismo boliviano. Incluyó al Perú. Hay signos de que la animadversión radica, en parte, en el poco velado apoyo al populista Ollanta Moisés Humala Tasso, con el que se pretendería ampliar el espectro populista en Sudamérica. Varios incidentes diplomáticos han hecho que las ya tensas relaciones se manifiesten en un intercambio de duras declaraciones y respuestas. Las demasías no quedan ahí: luego de entorpecer obstinadamente la suscripción de un convenio de libre comercio entre las naciones andinas y la Unión Europea, la diplomacia boliviana ahora busca un nuevo resquicio, y el presidente anuncia “que demandará a Perú ante el Tribunal de Justicia de la Comunidad de Naciones Andinas por firmar un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos” Los Tiempos, 20.01.2009)
“El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aseguró hoy que “un día” le podrá decir a su homologo de Bolivia, Evo Morales, que ya no precisa del gas que produce ese país andino, porque Brasil será autosuficiente” (06.03.2009). Aunque la revelación se le “salió” al presidente brasileño –luego dijo que seguirá nomás comprando gas boliviano– no oculta el legítimo propósito de autoabastecerse, basado en recientes descubrimientos de este hidrocarburo. Esto debería ser una enseñanza para los responsables de la política exterior de Bolivia: los intereses nacionales, para un régimen serio, se anteponen a supuestas identidades ideológicas. El presidente Lula, ya está en tratativas con el gobierno del presidente Obama en el campo energético. ¿Seguirá, entonces, el apego del gobierno del MAS a un presidente brasileño que cuida los interese de su país, aún a costa de simpatías circunstanciales.
Recurrentemente, se abre el frente con la Unión Europea (UE). Hubo, como ya se menciona, un permanente entorpecimiento de los negociadores bolivianos a la suscripción de un acuerdo de libre comercio entre los países de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) con la UE. Se partió del equivocado concepto de que es viable y sensato tratar de imponer a un grupo de países la inclusión de su visión política en un acuerdo comercial. Los europeos están dispuestos a suscribir un acuerdo de libre comercio, sin elementos ideológicos. Esto desató el ataque verbal: “El presidente boliviano Evo Morales acusó este jueves a la Unión Europea de tratar de “dividir” a la Comunidad Andina de Naciones, conformada por Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, al renunciar a una negociación comercial de bloque a bloque con la región” (AFP.22.01, 2009).
Nos vamos quedando solos. Ni Irán, ni la menoscabada figura del presidente de Venezuela, ni el guerrillero sandinista Ortega, reemplazan viejas amistades ahora perdidas por el odio irracional, la incuria y el sectarismo. No será el régimen de la maltrecha presidenta argentina, ni el del obstinado Correa, ni siquiera la Cuba de los Castro, los que van a salvarnos del aislamiento. Menos la señora Bachelet, luego de su infortunada conducta en UNASUR.
Por décadas procuramos seguir una política de país de contactos y no de antagonismos; de gravitaciones múltiples que se traduzcan en recibir y proyectar amistad, comercio, cooperación y relaciones de genuina solidaridad. El abandono de estas líneas de conducta internacional, no tiene futuro promisorio.
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