ANTONIO ALVAREZ
El futuro de la Isla de Lobos comienza a jugarse esta semana en medio de una fuerte polémica entre el Estado, la comunidad científica y la red de Organizaciones No Gubernamentales que se dedican a la defensa del medio ambiente.
El Ministerio de Turismo lanzará en las próximas horas el pliego de condiciones para un llamado nacional e internacional para interesados en explotar la emblemática isla situada a 8 kilómetros de Punta del Este.
Pero la batalla comenzó primero a través de Internet semanas atrás, cuando algunas organizaciones ecologistas comenzaron a acusar al Ministerio de Turismo de realizar un negocio poco cristalino y de consecuencias dramáticas para el rico ecosistema de la zona. El debate inclusive llegará al Parlamento en poco tiempo más debido a que el senador frenteamplista Alberto Cid (Asamblea Uruguay) realizará un pedido de informes para conocer detalles del proyecto hotelero.
El proceso que derivó en este llamado a licitación comenzó hace más de un año, cuando el Ministerio de Turismo efectuó un llamado a expresiones de interés. De las conversaciones que se mantuvieron con distintos operadores turísticos, los técnicos del gobierno resolvieron que la solución ideal para Isla de Lobos era la construcción de un Ecoalbergue, al estilo de los que existen en Galápagos y en algunas zonas del Caribe.
Será un plan de turismo selectivo que establece no más de 30 plazas en el hotel, que deberá ser levantado a partir de construcciones ya existentes, o con materiales extraídos del propio lugar tales como piedra, tierra y vegetación autóctona.
El paseo deberá contar además puentes elevados fabricados en madera para el avistamiento de la reserva de lobos marinos, considerada hoy una de las mayores del mundo.
El gobierno no tiene dudas que potenciará a Punta del Este como polo turístico de calidad sin perder de vista el desarrollo sustentable. Pero, sin embargo, reconocidos biólogos marinos creen que los más de 180 mil lobos marinos que viven en la zona tomarán el camino de la migración provocando graves trastornos en la cadena medioambiental, dado que la isla no está preparada para cargar la más mínima infraestructura hotelera.
La mayor crítica que se le hace al proyecto es precisamente que los turistas pernocten en Isla de Lobos, lo cual podría afectar el comportamiento de los animales tornándolos violentos debido a que la temporada alta coincide con la época de apareamiento y reproducción de los animales marinos.
DEDO ACUSADOR. Uno de los dedos acusadores que se alzan contra el Ministerio de Turismo es el del activista Alejandro Fallabrino, titular de la ONG Cid/Ceur, instituto que defiende las especies en extinción, promueve proyectos ecoturísticos y recluta voluntarios para diversas causas en todo el mundo.
Fallabrino cuestiona el proyecto desde la raíz. En un mail que envió a líderes de opinión esta semana se manifestó "en contra de la venta de Isla de Lobos a la empresa Tracsa, lo cual dejará a biólogos y veterinarios uruguayos sin fuentes de trabajo". "Todo el dinero será para Tracsa y el Ministerio de Turismo. ¿Y dónde queda el dinero para conservar la fauna y flora de la Isla? ¿Por qué no se invierte en investigación? ¿El gobierno no va a cumplir con los protocolos internacionales en materia de protección de fauna y flora? ¿No se tendrá en cuenta las normas que rigen el Parque Nacional de Islas Costeras?", se pregunta el ecologista, quien calcula una inversión hotelera superior a un millón de dólares.
La empresa Tracsa, a la que alude Fallabrino, es una firma española que se dedica a proyectos ecoturísticos. Según el activista, es la misma empresa que tuvo serios conflictos con la comunidad gallega en el operativo de limpieza marítima luego del desastre mediambiental ocasionado por el buque petrolero "Prestige".
La mención obedece a que Tracsa fue hasta el momento el único interesado en explotar la Isla de Lobos con fines turísticos, pero eso no quiere decir que se vaya a presentar a la licitación, advierte el ministro Bordaberry. "Puede ocurrir que nadie se interese por el proyecto", agrega.
Entre las muchas críticas que formula Fallabrino asegura que no menos de 90 personas al día viajarán a la isla poniendo en tela de juicio su capacidad de carga.
La industria hotelera internacional estima un empleado de hotel por cada dos turistas, lo cual hace pensar que no habrá menos de 45 personas en forma permanente en Isla de Lobos, sin contar con otro tipo de personal necesario como guardavidas, médicos y enfermeros, encargados de logística, cocineros y empleados de limpieza.
En la isla actualmente conviven cuatro personas con los lobos marinos: dos empleados de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos, el operador del faro y una investigadora que trabaja desde hace meses en el comportamiento de las orcas que circundan la zona.
Bordaberry incluye en el largo collar de mentiras que los investigadores no serán tenidos en cuenta en el proyecto. Una vieja aspiración de los biólogos marinos era desarrollar un pequeño centro de investigación permanente y el ministro sostiene que el permisario no solo deberá mantener la infraestructura existente (incluido el faro), sino que además tendrá que generar un espacio en el ecoalbergue destinado a los equipos científicos.
Todo esto in contar que este proyecto traerá consigo un estudio de impacto ambiental, que va a ser hecho por técnicos. "Eso es ley en el Uruguay", afirma el secretario de Estado.
CIENTIFICOS OUTSIDERS. El biólogo Alfredo Le Bas, docente universitario y miembro de la ONG Profauma, afirma que hasta el momento ninguna entidad científica ha sido convocada por el gobierno ni para asesorar ni para debatir el tema. En este tipo de proyectos siempre se incluye que una parte del canon aplicado al concesionario se oriente en forma directa a la investigación, algo que en este caso no está esta- blecido.
"Como miembros de la Universidad no podemos cuestionar nada de este proceso licitatorio porque son decisiones políticas. Pero como ciudadanos tenemos que estar alertas. Apoyamos la explotación de la Isla de Lobos de una forma razonable y sustentable. Pero no apoyamos este proyecto", dice Le Bas, quien es acompañado en la ONG por un conjunto de prestigiosos investigadores de la Facultad de Ciencias.
Para el científico, un buen antecedente de explotación turística "responsable" es la que desarrollaba el Club de Leones de Maldonado con la organización de excursiones en barco por el día.
Las dudas sobre cómo responderá el medio ambiente ante la supuesta agresión humana es un punto de alerta para el mundo científico. Muchas de esas interrogantes ponen un gran signo de interrogación respecto a la viabilidad del proyecto.
La otra especie que abunda en Isla de Lobos y podría verse alterada son los leones marinos. En Uruguay hay unos 10 mil, de los cuales más de la mitad están en las costas puntaesteñas. Enero es la época de reproducción y no sería conveniente la presencia humana en forma indiscriminada, advierte Le Bas.
Los lobos marinos son animales muy sensibles a los extraños. Cuentan los viejos loberos que el sentido del olfato está tan desarrollado que no podían rodear a los animales con el viento en contra porque estos podían detectar su presencia sin siquiera verlos. "Son animales que al contrario de los perros no sueltan su presa. Pueden atacar y comerse un ser humano en unas dentelladas", dice el biólogo.
AGUAS TURBULENTAS. Las estadísticas oficiales señalan que hay unos 170 días al año para visitar Isla de Lobos. Los científicos lo saben mejor que nadie porque han quedado varados allí durante días a causa de las sudestadas. "Cuando ocurre un episodio de fuerte tormenta hay que esperar tres o cuatro días para que se regularice el mar de fondo", explica la bióloga marina Virginia Little, otra de las integrantes de Profauma.
Little se pregunta cómo se puede practicar un turismo de permanencia en isla de Lobos, cuando se sabe de antemano que habrá dificultades para el traslado de personas desde la isla a la costa. Una de sus dudas radica en cómo reaccionarán los mecanismos de emergencia, dado que es casi imposible la operativa de helicópteros en la zona, la otra alternativa ante la imposibilidad de navegación marítima.
Ante estos planteos el ministro Bordaberry sostiene que la licitación plantea estas cuestiones. "Nadie va a operar en Isla de Lobos sin la aprobación de Prefectura. Habrá mecanismos de emergencia. Yo creo que muchos de esos planteos son apresurados. Lo mismo sucede que el tema de los lobos marinos. El proyecto establece claramente que habrá zonas de exclusión en las que no pisará el ser humano", afirma.
Datos
PRINCIPIO. La Isla de Lobos fue conocida primero como Isla de San Sebastián de Cádiz y luego como Isla de las Corvinas. El primer registro de presencia humana fue el desembarco de Juan Díaz de Solís en 1515. Allí capturaron y sacrificaron 66 ejemplares de lobo marino cuya carne sirvió como alimento en el camino de retorno a Europa.
EXPLOTACION. Durante dos siglos la explotación y faena fue continua. Se estima que 800 mil lobos fueron sacrificados. En el siglo XX, el Estado uruguayo controló la explotación de las loberías. Actualmente la Dinara, dependiente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca, tiene dicho cometido. Desde 1991 no se realizan zafras loberas.
POBLACION. Se estima que la población de lobos finos en Isla de Lobos oscila entre 160.000 y 180.000 ejemplares. La de leones marinos se estima entre los 6.000 y 8.000. Nacen en la isla unos 35.000 cachorros de lobos finos y 1.200 de leones marinos. Los leones marinos están decreciendo entre 5 y 7 por ciento anual, de acuerdo con datos de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara).
TIBURONES. El biólogo Alfredo Le Bas considera que una eventual migración de los lobos y leones marinos podría atraer nuevos peligros a la costa uruguaya a largo plazo. Los lobos y leones marinos son consumidores casi finales en la cadena alimenticia. Sólo el tiburón blanco se alimenta de lobos marinos. En caso que estos se vayan de aguas territoriales uruguayas los tiburones blancos —que habitan la zona— podrían atacar a los bañistas.