ANÉCDOTAS BANCARIAS
por RUBEN LOPEZ ARCE
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Mil cosas han sucedido durante toda una vida de trabajo.
Sucesos jocosos, de irresponsabilidad, tonterías, en fin, aconteceres que palpitan sentimientos y actitudes.
En una anécdota nos toca ser héroe, y en la historia siguiente somos infractores, representamos la inocencia y al instante conformamos el personaje que ha transgredido disposiciones superiores.
El anecdotario debe ser así, no con ánimo de sobresalir, sino con ánimo de ser sincero. Las cosas sucedieron y así |
las contamos. Aquí van mis historias, muy sencillamente narradas, en las que me tocó intervenir en todo el espectro de actitudes.
Los personajes que en ellas intervienen son reales, a veces son nombrados pero muchas veces he preferido dejarlas en el anonimato o con nombres supuestos, totalmente seguro de que al leerlas, cada uno de ellos verá y comprobará la sinceridad de mis narraciones.- VIOLANDO EL REGLAMENTO
El Gerente de Agencia. Centro me comunicó que por resolución superior, a partir de ese día el Cajero no podría tener una existencia mayor de $100.000 en la Caja. Los excedentes debían guardarse en el Tesoro. Éste, estaba ubicado en el Subsuelo, y su acceso exigía traspasar una puerta con dos llaves (Gerente y Cajero conjuntamente), una puerta estanco también a dos llaves, atravesar el recinto de cofre- forts, y al fondo una nueva puerta a dos llaves acceso a los nichos donde se guardaba el dinero total de la Agencia.
Apenas abierto el Banco, recibí un depósito de $150.000 por lo que comunicándoselo al Gerente, bajamos para cumplir con la operativa dispuesta. Media hora después, debí pagar un cheque de $ 200.000, pero no tenía ese efectivo, lo que nos obligó al Gerente y a mí a descender al Tesoro, efectuar todo el movimiento de llaves y traer el dinero para poder efectuar el pago.
El tercer descenso, efectuado para guardar el dinero recién recibido en un depósito de importancia, ya puso medio histérico al Gerente que me acompañó, aunque nada conforme con la situación que estaba viviendo. Se apreciaba que ya no las tenía todas consigo. No eran aun las tres de la tarde cuando correspondió bajar nuevamente, y el Gerente ya fuera de sí gritó :
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-¡ No te acompaño más, llevá vos todas las llaves y abrí solo, yo soy un hombre viejo y no estoy para bajar y subir esa maldita escalera a cada rato y… que patatín y que patatán.
- !De ninguna manera, señor Gerente, si Vd. me exige que yo baje al Tesoro, porque está reglamentado, no debe olvidarse, y perdone Vd., de la reglamentación respecto a la tenencia y utilización de las llaves, así es que,... acompáñeme por favor. Yo no puedo abrir solo...
Bajó una vez más, pero estaba tan furioso, que cuando veníamos subiendo la ya pesada escalera, me dijo a modo de resolución definitiva: -
-!No bajo más, me duelen las rodillas...aunque se junte toda la plata del mundo en tu caja, aguántala hasta última hora. Yo me hago responsable.
- Pero,… Gerente,... ¿y la reglamentación que hoy se pone en vigencia?
- ¡BASTA!¡ ACABO DE DEROGARLA!!
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