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Año II - Nº 58 - Uruguay, 26 de diciembre del 2003

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Economía Conductista

A continuación, vamos a mostrarles un fragmento de un artículo publicado en el suplemento Economía y Mercado del Diario El País, donde se expone un interesante enfoque de la teoría económica desde el punto de vista de la demanda.

VIGENCIA | No hay pruebas claras de que el fracaso de la gente en comportarse racionalmente invalide el modelo neoclásico 

El arribo de los conductistas 

Algunos economistas están utilizando conceptos de la psicología para cuestionar los preceptos básicos de la política ortodoxa Toda persona que ha leído aunque sea un poco de economía sabe lo árida que puede ser. Las páginas llenas de ecuaciones describen un mundo ocupado no por gente falible y generosa como usted, su familia o sus amigos, sino por "agentes" y "actores", todos tan racionales como Spock en Viaje a las Estrellas y tan ávidos como Gordon Gekko. 

Sin embargo, la mayoría de los economistas prefieren la aspereza del predominante rasgo neoclásico de su disciplina. Su falta de detalle acerca de la forma en que la gente se comporta en el mundo real, muy reprochada por sus críticos, constituye en realidad un punto fuerte. Le otorga gran flexibilidad a la teoría económica, en especial cuando se aplican las técnicas matemáticas. A partir de la idea que la gente es racional -queriendo decir, en esencia, que sus gustos y por lo tanto sus decisiones son consistentes- los economistas pueden examinar un inmenso abanico de teorías y políticas. La economía neoclásica se inclina a menudo, aunque no siempre, a llegar a la conclusión, de manera bastante similar a este periódico, que las mejores políticas tienden a ser las liberales: el libre comercio, un papel restringido para los gobiernos, e impuestos más bajos. La flexibilidad de la economía neoclásica ha permitido también que sus técnicas y preceptos se infiltren dentro de otras ciencias sociales, tales como la sociología, las ciencias políticas y la antropología. 

LA IRRACIONALIDAD. Durante años, algunos economistas disidentes han estado resquebrajando sigilosamente los micro-cimientos del edificio neoclásico y las conclusiones de las políticas construidas en torno a éste. Actualmente sus esfuerzos parecen ganar terreno en las universidades de Estados Unidos, donde la mayor parte de los estudiantes norteamericanos conocen por primera vez al Homo economicus.  No obstante, una de las bases del curso propuesto y de otros cursos similares consiste en la veloz captación de las ideas de la economía conductista. Esta emplea las lecciones de la psicología para socavar la idea del Homo economicus como un ser racional. Muchas de estas ideas se sustentan en la labor de Daniel Kahneman, un psicólogo que ganó el año pasado el premio Nobel de economía, y de su colaborador, Amos Tversky, quien falleció en 1996. Ellos pusieron de relieve, mediante una serie de experimentos, las diversas formas en que la gente percibe o no los riesgos. La economía conductista es un campo fascinante. A primera vista, por otra parte, parece socavar la ortodoxia neoclásica. Sugiere que la gente, contrariamente a los supuestos básicos del enfoque corriente, no siempre se comporta racionalmente

Puede que evite riesgos leves y que, sin embargo, corra aventuras temerarias. Puede que no logre ahorrar para el futuro, aunque tenga los medios para hacerlo y una buena perspectiva de larga vida. Puede que no sea capaz de decidir cómo gastar su dinero de manera de maximizar sus "ganancias", lo que en la jerga de los economistas significa felicidad. Puede que no tenga idea alguna de cómo alcanzar la felicidad. Además de esto, la gente no es enteramente egoísta. Los padres parecen renunciar a muchas cosas en favor de sus hijos. La gente dona dinero a las obras de caridad, las iglesias y los músicos ambulantes, sin ninguna ganancia aparente para sí misma.  En dicho mundo, estructuras tan básicas como las curvas de la demanda y la oferta -que revelan las cantidades que la gente y las compañías estarían dispuestas a requerir o suministrar a determinados precios- pierden su significado