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Año I - Nro. 28 - Uruguay, 30 de mayo del 2003

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Lunes, Mayo 26, 2003

Relaciones uruguayo-brasileñas

Por Walter Celina - Tribuna Atlántica

ERRORES DEL PASADO – NUEVA PERSPECTIVA

   La ascensión de Luis Ignacio Lula Da Silva a la presidencia de Brasil ha tenido el efecto de activar los contactos bilaterales a nivel de los países fundadores del MERCOSUR, como de los adheridos al tratado.

   El mandatario brasileño ha declarado su intención de potenciar la organización que, tras la euforia de su creación -al inicio de los noventa- quedara estancada, sin mostrar mayores aptitudes para armonizar los intereses de sus asociados.

   Hacia el exterior, en efecto,  no se concretaron políticas negociadoras de bloque. El discurso fue espléndido. La práctica desalentadora.

    Navegando sobre meras expectativas -de inspiración en la doctrina económica neo-liberal-, los gobiernos alimentaron la eliminación de las  barreras proteccionistas nacionales. Productos competitivos y superfluos, nos invadieron desde los puntos más apartados del planeta… ¡a cambio de nada!

   Los efectos combinados de esas dos circunstancias, sumadas al tambaleo de otras economías, debimos pagarlo con la  aceleración de la caída del empleo, mayores déficits en el comercio exterior, incremento del nivel de endeudamiento externo e interno, desmantelamiento de la industria y estremecimiento rural. Esta fragilidad ha afectado grandemente el área social, haciendo florecer dificultades dramáticas, no imaginadas. Uruguay entró en el torbellino.

   Tras el desmoronamiento económico-financiero de la Argentina y de nuestro consecuente estremecimiento y crujido, la República Federativa de Brasil abre su juego para un nuevo ensayo.

   Ha propuesto una concertación de esfuerzos en el campo de sus relaciones bilaterales con los países latinoamericanos, la potenciación del MERCOSUR y otros mecanismos.

   Es una excelente oportunidad para recomenzar el diálogo y elaborar -con lealtad y realismo-, políticas de beneficios económicos recíprocos, apoyos y acciones conjuntas en los grandes mercados.

   No es una tarea fácil, ni para un día. Brasil y Argentina -los miembros mayores- precisan de esta nueva articulación. Uruguay y Paraguay, dos estados pequeños, también. En la meseta mediterránea, Bolivia experimenta la misma necesidad. Y el Chile del crecimiento, sabe que nuestros mercados pueden resultar muy aptos para líneas de producción que Estados Unidos demora en aceptar. 

ACCIONES PARA LA BUENA VECINDAD

   En el marco del nuevo y activo cruce diplomático, acaba de tener  lugar en Brasilia el encuentro de los Presidentes Luis Ignacio Lula Da Silva y Jorge Batlle.

   Hace poco más de 6 meses Fernando Henrique Cardoso visitó Uruguay y, ahora, el mandatario oriental viajó para contactarse con el nuevo presidente del país amigo.

   Primera consideración: estos vínculos deben reputarse como muy positivos. Nuestro país no debe, ni puede, aislarse de sus vecinos ni del mundo.

   Apostando a la revitalización del MERCOSUR y a fortificar un camino de ida y vuelta entre los dos países, entre otros puntos, Batlle y Lula manejaron estos temas:

   -Uruguay indicó su disposición de  apoyar la candidatura de Brasil en alguna de las fórmulas que le confiera al gran país latinoamericano su acceso a una butaca en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

   -No se discute el liderazgo que le corresponde a Brasil en un sistema de negociaciones, previendo las partes un manejo compartido o colectivo de las mismas.

   -Disposición de ir al “4 + 1” con los Estados Unidos, según dicho principio operativo.  

   -Robustecimiento de la Secretaría del MERCOSUR, acreditando representantes permanentes de nivel.

-Interrelacionamiento entre la Corporación Andina de Comercio, FONPLATA y otros organismos latinoamericanos similares.

   -Apoyo a proyectos para la integración física continental.

   -Profundización de las relaciones bilaterales con la realización de inversiones brasileñas en Uruguay y cooperación para el financiamiento de sus exportaciones.

   -Rápida tramitación, por los parlamentos respectivos, del proyecto de convenio sobre “documentación fronteriza”.

   Uruguay habría indicado su solidaridad con el Mercado del Sur, sin mengua del principio -como país menor- de apelar a acuerdos de bilateralidad extra-región.

REFLEXIÓN FINAL

   Digamos finalmente, en homenaje al espacio, que Brasil ha dado un paso muy importante para alentar el resurgimiento de un tratado que estaba quedando en letra muerta, en razón de inconsecuencias varias.

   Tiene condiciones sobradas para timonear el proceso integrador y cabe augurar éxitos a esta labor.

   Desde luego, hay otra parte importante, que deberán aportar los demás asociados. Todo indica que Uruguay asegura la suya.

   Hizo bien el presidente Batlle en establecer un diálogo directo con Lula Da Silva.

   Cabe a los presidentes y sus ministros, a los parlamentos y a la sociedad civil -que integramos- la hermosa tarea política de gestar el porvenir de nuestros pueblos. Ello pasa por atender y potenciar a los sectores productivos y laborales. Constituye un desafío trascendente.

   ¿Quién podría sentirse tan débil, rehuyendo el trabajo y la lucha por un nuevo destino?

   Parafraseando a José Enrique Rodó cabría recordar que, si desunidos y aislados  sólo podríamos “ser instrumento de fines ajenos”, la unión y el consenso nos harán más fuertes y, al decir de Simón Bolívar, “respetables por las demás naciones”.

   Si existe disposición firme de practicar la buena vecindad y de llevar adelante lo pactado, la América del Sur se estará asomando a uno de los grandes cambios en paz. Los precisa para no privar a sus hijos de la felicidad a que somos acreedores.

Walter Celina 24 de mayo de 2003.