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¡Aguante Daisy!
por Helena Arce
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¿Qué le pasa Ministra? Mire yo le creo, no tiene la culpa de nada. La culpa de las barbaridades que están ocurriendo no la tiene usted que es la responsable y se dedica a ser una “limpita amazona”, pasar lista a los efectivos que dependen de usted al son de “Bésame, bésame mucho …” Vaya a saber quien la tiene!!!!
Muy enojada haciéndose la “Guapa”, en un claro intento de hablar despectivamente del candidato de homólogo apodo, dijo que no le iba a dar el gusto a la derecha. ¿De que derecha habla, mi muy respetada señora? ¿No fue el Presidente de la República, molesto por el informe del estado de las cárceles recibido, quien la intimó a descongestionar las cárceles ya? Ah, caramba entendí, ¿El Presidente de la República, es de derecha?
Si ahora se va a utilizar el cuartel de Punta Rieles, ¿No podía haberse hecho esto bastante antes? Entre tanto lugar que anda por allí, propiedad del Estado alguno debe haber más donde se pueda alojar a los presos, a los primarios, a aquellos más rápidamente recuperables. Y hacer lugar incluso en los inhóspitos establecimientos penitenciarios, para que incluso los más peligrosos estén también en un espacio más adecuado.
Por otro lado, cómico, por no llorar, resulto verla increpándole a una periodista que fuese a hacer política a otro sitio, porque “osó” cuestionar lo que usted decía.
Si ya se cuando le llegue este artículo, que le llega por cierto lo se, dirá inmediatamente que soy anuente con la oposición y de derecha. Y bueh que quiere que le diga, usted es sin dudas dueña de decir lo que se le antoje, el problema es que aunque usted se desestabilice ante los requerimientos de la prensa, algún día entenderá que simplemente se intenta trasladarle las una y mil dudas, desconciertos y temores que tiene la población de este país.
Lo preocupante de todo esto resulta el hecho de saber cuan mal andan las dos funciones que usted tiene, mas importantes, o delicadas, notables o como quiera decirle, pero sin duda más hacen a la calidad de vida de la población, Se supone que capitanea el cuidado por nuestra seguridad. Pues mientras se hacinan los presos en las cárceles, afuera campea la “sensación”. La que hace que los ciudadanos nos confundamos y no nos demos cuenta que: “No es cierto que me hayan entrado dos veces a mi casa a robar, que haya optado por dejar las puertas del auto abierto, sin nada dentro, pues de tantas veces que me las reventaron para abrirlas, ya ni cierran” “Es un invento que hijos y padres estemos preocupados unos y otros, cuando la otra parte anda por la calle, pues no sabemos si no se encontró con la sensación, y cuan agresiva andaría la sensación en el momento del cruce”
Eso es porque somos tontitos y nos dejamos engañar por la prensa y la oposición, no es cierto, no ocurre en el mundo real por el cual transitamos a diario. Nos “parece” que pasara.
No resulta agradable verla, con un escote más generoso que el que le correspondería a su investidura, dando un discurso político de barricada. Como no fue gracioso ni emocionante su duchita interesante.
Digo yo: “¿Por cual motivo debe realizar esas sobreactuaciones feministas? Podría decirle, como una señora grande que soy, que tampoco el escote ni la ducha se corresponden a su edad y a sus quilos. Sabe que pasa: las mujeres nos importa mucho que nuestras congéneres, cuando llegan a un puesto público no nos dejen mal paradas.
Fíjese usted la Ministra de Trabajo del gobierno de Lacalle, Analía Piñeyrúa, quien era jovencita y bonita según opinan los hombres de esta casa, cuando ostentó un cargo público, y en todo el tiempo que estuvo en su cargo, nunca se la vio haciendo tonterías que la desacreditaran.
Otro clase de señora, tal vez. Otra cartera, puede ser.
Ahora aún recuerdo que incluso en plena crisis del gobierno de Batlle, se daba la paradoja que el entonces Ministro del Interior, Esc. Guillermo Stirling, se iba en viaje en avión, y los presentes en el aeropuerto le comenzaron a gritar: “Ministro no se vaya, no nos deje”: También recuerdo que el susodicho, aun en pleno ejercicio de la titularidad de su cartera, podía seguir corriendo por la rambla, realizando sus ejercicios diarios.
En cambio a usted, simplemente le dicen. “Aguante Daisy”, si aguante que nosotros no tenemos más remedio que hacer idem.
Descargue tranquila su ira, diga lo que quiera, que se aplica el dicho aquel de “lo que haces, grita tan fuerte que no me deja escuchar lo que dices”.
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