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Año V Nro. 332 - Uruguay, 03 de abril del 2009   
 

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Nelson Fernández

La “política del zorro”
El alineamiento de Uruguay en el escenario de
Latinoamérica se pone en juego en las elecciones 2009

por Nelson Fernández
 
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Al habilitar internas abiertas, la izquierda uruguaya desnuda lo que le cuesta admitir, la existencia de dos corrientes de opinión con objetivos diferentes: una visión socialdemócrata, de la que sus principales exponentes son Danilo Astori y Tabaré Vázquez, y una postura más socialista, preferida por los dirigentes que impulsan a José Mujica. El rechazo de gran parte de la izquierda hacia Astori y que favorece a Mujica, está basado en gran parte, en el impulso de la estrategia de inserción comercial que priorizó acuerdos con Norteamérica,
Europa y Asia. La mayoría de dirigentes frentistas pretendía un mayor alineamiento a Chávez y un distanciamiento de Bush. Confían que eso se pueda dar con Mujica. En las primarias de junio, el Frente Amplio definirá candidato presidencial y en definitiva la política exterior de un eventual segundo gobierno. En la oposición, ninguno de los dos precandidatos con chance electoral, el ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-5) ni el senador Jorge Larrañaga, están cerca de Chávez, Correa, Evo Morales o el sandinismo.

         Todo en juego: la Presidencia de la República, el liderazgo de cada partido político, todas las bancas del Senado y de la Cámara de Diputados; todo eso está en juego para Uruguay en las elecciones del 2009. También la política exterior.

         Con la llegada de la izquierda al gobierno en 2005, todos los principales partidos políticos uruguayos han manejado los hilos del Estado uruguayo y eso determina un acercamiento de posiciones sobre lineamientos de política en general.

         La izquierda comprendió por qué la derecha decía “no” a muchos reclamos de sectores populares, entendió que no es tan fácil cumplir objetivos de buena voluntad, que los cambios llevan tiempo y no siempre se concretan tal cual habían sido pensados. También comprendió que la “sintonía ideológica” o aparentemente coincidente, con gobiernos de otros países, no necesariamente sirve para obtener cooperación y buena relación política que se traduzca en beneficios para la población.

         La derecha o el centro, comprendieron que varias reformas hechas por la izquierda no pueden tirarse abajo, porque si prometen eso en la campaña electoral, estarán perdiendo la votación.

         Las relaciones internacionales dejaron lecciones. Aún cuando varios países de Latinoamérica tienen gobiernos de extracción izquierdista o “progresista” como se denominan en algunos casos, eso no confluye en acciones de cooperación supranacional como podía imaginarse.

         Por el conflicto por las plantas de celulosa de Uruguay, rechazadas por Argentina, el gobierno de Vázquez quedó con una de las principales puertas de ingreso de turismo, cerrada durante más de dos años (lo sigue aún), y además no ha podido avanzar en obras de dragado de ríos compartidos con su país vecino, por la negativa de los Kirchner a votar decisiones en la comisión binacional. Y eso afecta negativamente a la actividad portuaria.

Una sociedad complicada

         Al inicio del gobierno de la coalición de izquierda Frente Amplio, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, apareció como un salvador para Uruguay, que iba a vender petróleo muy barato, iba a aceptar como pago productos uruguayos, iba a ayudar a construir o reformar una planta de refinería para combustibles, iba a donar dinero para políticas sociales (en proyectos de hospital público), y en definitiva iba a ser el salvador de algunas empresas que enfrentaban problemas: un banco cooperativo, una compañía aérea, una fábrica de neumáticos, una industrializadora de lácteos …

         Algunas expectativas de esa naturaleza se cumplieron. Pero desde la misma sede diplomática uruguaya en Caracas se advirtió que la corrupción de la administración Chávez era una complicación grave para el relacionamiento entre los dos países.

         Por ejemplo: en el programa de intercambio de petróleo por productos uruguayos se incluyeron casas prefabricadas para armar y entregar a familias pobres de Venezuela. La empresa uruguaya envió contenedores con miles de casas pero se acumularon en galpones del país de Chávez sin que llegaran a instalarse.

         En medio de ese negocio se cruzó el venezolano Antonini Wilson, famoso por el episodio de la valija llena de dólares retenida en el aeropuerto de Argentina, que dejó al descubierto los particulares vínculos de altos funcionarios de los gobiernos de Kirchner y Chávez, con impunidad para repartir petrodólares. Una mezcla de negocios y política que supera los vicios de la corrupción de las oficinas públicas.

         Antonini Wilson se vinculó al negocio de las casas y visitó Uruguay en varias ocasiones en las que se alojó en hoteles cuyas reservas le hacía la petrolera estatal venezolana Pdvsa.

         El gobierno de la izquierda comprendió que Chávez era un socio de riesgo. Que no solucionaba tanto los problemas del país y que además el pago político internacional por su asociación, era demasiado alto.

         En realidad, Vázquez tuvo solo un amague de acercamiento amistoso a Chávez, pero al poco tiempo del inicio de su gestión mostró que su política exterior no fijaba límites por ideología.

         Así fue que Vázquez siguió al pie de la letra la iniciativa de su ministro de Economía, Danilo Astori, para intensificar relaciones comerciales con Estados Unidos. Vázquez se mostró más afectuoso con George Bush que con Hugo Chávez.

¿El mundo o “los amigos” de la región?

         El modelo de inserción internacional de Vázquez-Astori fijó el objetivo de diversificación de mercados, que no contempló simpatías político-ideológicas ni tampoco raíces comunes de la región

         Esa política comercial ha quedado cuestionada por los sectores que apoyan al pre-candidato oficial, el senador tupamaro José Mujica. Éste prefiere potenciar una relación con Argentina y otros países sudamericanos, en vez de dejar la mirada a lo lejos. Eso no significa cerrarse al mundo, porque Mujica mantiene un discurso particular, folklórico, que combina su ideología con sentido común y un pragmatismo que desconcierta a adversarios y aliados políticos.

         Uruguay quedó distanciado de Argentina por el conflicto binacional sobre las plantas de celulosa y ha tenido una postura de desconfianza del bloque comercial Mercosur, por entender que no le ha dado los beneficios que pretendía para expandir el comercio al resto del mundo. Vázquez estuvo más alineado a las políticas de izquierda moderada de los gobiernos socialistas de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet en Chile y buscó una integración al mundo.

         Esa política aparece jaqueada ahora por una mayoría que se consolidó en la izquierda uruguaya y que pretende un acercamiento con los Kirchner, Chávez y otros gobiernos de la región.

Las dos izquierdas

         El Frente Amplio nació en 1971 como coalición de todos los grupos de izquierda de Uruguay y siempre trató de cuidar sus equilibrios internos. Pero se fue transformando, de coalición de partidos en movimiento político, y la estructura de comités de base pasó a tener más incidencia en las decisiones.

         El Partido Comunista del Uruguay (PCU) y el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLNT) tienen mucho más peso en la estructura militante que en el total del electorado del Frente Amplio y ahora han decidido usar esa fuerza para inclinar la balanza hacia sus ideas y sus figuras.

         Los problemas se dieron con la sucesión presidencial. Vázquez no aceptó las propuestas de ir a una reforma constitucional para habilitar una reelección, pero no se desentendió de la sucesión. En marzo de 2008 propuso a los dirigentes oficialistas que el Frente se presentara a las elecciones presidenciales, con la fórmula Danilo Astori-José Mujica.

         Astori era su ministro de Economía (que luego renunció en setiembre para dedicarse a la campaña política) y Mujica había sido su ministro de Ganadería.

         La propuesta fue rechazada por Mujica y por su grupo, el MLN-T, quienes consideraron que había llegado su hora para postularse ante el electorado. Este grupo, que en los años sesenta y setenta operó como guerrilla urbana, recogió la bandera de una mayoría interna del Frente Amplio que reclamaba “profundizar los cambios”, en el entendido de hacer un “gobierno más de izquierda”.

         El Partido Comunista decidió apoyar al MLN-T y de esa forma lograron una mayoría tal, como para superar los dos tercios de delegados al Congreso.

         Aunque las encuestas de opinión mostraron que en el electorado frenteamplista había una paridad entre Astori y Mujica, en el casco militante se dio una mayoría fuerte hacia el líder tupamaro.

         Votaron a Mujica como candidato, pero le dieron la chance de ir a las primarias de junio a Danilo Astori y otros tres dirigentes, de los cuales sólo siguió en carrera el intendente de Canelones (el segundo departamento del país), Marcos Carámbula.

         Al habilitar internas abiertas, la izquierda uruguaya desnuda lo que le cuesta admitir, la existencia de dos corrientes de opinión con objetivos diferentes: una visión socialdemócrata, de la que sus principales exponentes son Astori y Vázquez, y una postura más socialista, preferida por los dirigentes que impulsan a Mujica.

La futura política exterior

         El rechazo de gran parte de la izquierda hacia Astori y que favorece a Mujica, está basado en gran parte, en el impulso de la estrategia de inserción comercial que priorizó acuerdos con Norteamérica, Europa y Asia. La mayoría de dirigentes frentistas pretendía un mayor alineamiento a Chávez y un distanciamiento de Bush. Confían que eso se pueda dar con Mujica.

         Y justamente cuando la crisis financiera internacional comenzó a golpear la economía uruguaya, por caída de exportaciones, Mujica se fue a Caracas para hablar con Chávez por ventas de productos lácteos uruguayos, entre otros temas.

         También Mujica se reunió dos veces este año con el ex presidente argentino Néstor Kirchner, en medio de un largo conflicto entre los dos países. Quiere priorizar la relación con Argentina y ya trascendió que el peronismo le financiaba actos proselitistas en la provincia de Buenos Aires para conseguir el voto de uruguayos que viven ese país.

         A fin de 2008, Vázquez vetó la postulación de Kirchner para la Secretaria de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur). Mujica ha dicho a su entorno político que discrepaba con esa decisión pero no quería hacerla pública. “Yo lo hubiera votado”, dijo en reserva.

         Mujica resume su política exterior así: “lo primero es Argentina; lo segundo, Brasil; y a Venezuela lo precisamos para que compense las asimetrías” que hay en el Mercosur.

         Sin embargo, también habla de diversificar mercados (“porque es mejor vender poco a muchos que mucho a pocos”) y de no quedar prisionero de un Mercosur que no ha sido muy beneficioso para Uruguay. “Tenemos que tener la política del zorro… con inteligencia y no fuerza
con una pata adentro y otra afuera. Tengo que tener una pata adentro, porque si no me van a complicar la vida, pero tengo que tener otra pata afuera, sino me tragan”, dijo Mujica a este analista, cuando lo entrevistó en su chacra de las afueras de Montevideo.

         En las primarias de junio, el Frente Amplio definirá candidato presidencial y en definitiva la política exterior de un eventual segundo gobierno.

         En la oposición, ninguno de los dos precandidatos con chance electoral, el ex presidente Luis Alberto Lacalle (1990-5) ni el senador Jorge Larrañaga, están cerca de Chávez, Correa, Evo Morales o el sandinismo.

         A pocos meses de las elecciones, todo está en juego. Hay cuatro políticos con chance de ser el presidente de Uruguay para 2010-2015. Uno de ellos, el más popular de todos según todas las encuestas, promueve un mayor alineamiento a los gobiernos de izquierda latinoamericana. Pero hay que tener en cuenta que es el propio Mujica que promueve una política exterior con actitud de zorro…

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Fuente: Cadal
 
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