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Ventaja de Kirchner en contexto peligroso
por Rosendo Fraga
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El kirchnerismo avanza con una ventaja hacia la elección del 28 de junio, al no haber una coalición opositora amplia en Buenos Aires, Capital y Córdoba. En los dos primeros distritos, que sumados son la mitad del país, la oposición concurre a elecciones con dos fuerzas separadas: por un lado el PRO y el PJ disidente y por otro la UCR-CC-CONFE (el partido de Cobos). Es así como en Buenos Aires irá por un lado la lista que encabezan Narváez y Solá y por otro la de Stolbizer, impulsada por Carrió. En Capital, Gabriela Michetti encabeza la de Macri y Alfonso Prat Gay la otra. En Córdoba, las dos fuerzas opositoras son el Partido Nuevo de Luis Juez y la UCR, cuyo acuerdo también fracasó. Sólo en Santa Fe el gobernador Binner tiene una coalición amplia para enfrentar al peronismo, al lograr que el Partido Socialista que lidera lleve como aliados a la CC de Carrió, parte de la UCR, peronistas disidentes y otros sectores. Pero esta ventaja inicial del kirchnerismo se ve neutralizada por el hecho que el peronismo en Córdoba, liderado por Schiaretti, y en Santa Fe por Reutemann, tienen una posición anti-kirchnerista y en Capital, aunque la oposición se divida, el oficialismo no está en condiciones de ganar. En cuanto al resto del país, la mayoría de los gobernadores parecen decididos a provincializar la elección, de acuerdo a sus intereses locales y evitando el desgaste que el gobierno nacional tiene en determinados distritos, como es el caso de Entre Ríos.
El Gran Buenos Aires es el ámbito donde el oficialismo concentrará todos sus recursos, dado que ganar o perder por un voto la provincia más grande del país será la clave de la definición electoral. Kirchner tiene dos escenarios electorales posibles: la derrota o un empate que la eluda. Es inevitable que el oficialismo pierda bancas tanto en senadores como en diputados, pudiendo incluso quedar sin la mayoría en ambas. En el interior no cosechará demasiados triunfos. Pero si gana Buenos Aires -donde las elecciones se miden por cantidad y porcentaje de votos y no por bancas- podrá argumentar que no ha sido derrotado, eludiendo así una derrota nacional. Kirchner esperará unos días para definir su candidatura, para de acuerdo a los sondeos asumir o no el riesgo de la elección. El Gran Buenos Aires -que es dos tercios de la provincia y la cuarta parte del país en términos electorales- asegura al oficialismo un piso del tercio total de los votos. En sus zonas más pobres, el oficialismo -con cualquier gobierno- supera el 60% de los votos. Pero en los sectores de clase media y la zona rural, que es un tercio de la provincia, Kirchner está por debajo del 10% de los votos. Dos de cada tres votos bonaerenses no votan hoy por el ex presidente. La cuestión es si la lista que encabeza Narváez -o la de Stolbizer- es capaz de lograr que dos de cada tres del 65% de voto opositor bonaerense vote por ella. Si es así, el oficialismo pierde la provincia.
El giro del kirchnerismo en materia de seguridad pública es consecuencia de la prioridad que le da al Gran Buenos Aires, donde el tema es crítico. Hace seis días Cristina decía públicamente que la inseguridad era consecuencia de la desigualdad social, al mismo tiempo que desde la Corte la doctora Argibay sostenía, coincidiendo con el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, que la sensación de inseguridad era una creación de los medios. Dos días después, el gobierno nacional anunciaba el envío de 6500 hombres -entre Gendarmes y policías retirados convocados aunque hayan sido exonerados por faltas no graves, etc.- y un aumento de cientos de millones de dólares para equipamiento policial, dos semanas después que Policía Federal, Gendarmería y Prefectura habían visto reducido su presupuesto, al tomar el Ejecutivo los fondos para pagar subsidios a la producción lechera. Quienes reclaman mano más dura contra la delincuencia son los más pobres, que justamente constituyen la base electoral del oficialismo. El gobernador Scioli jugará un rol importante en la campaña electoral de Kirchner y la seguridad es su punto más vulnerable. A la vez es un tema sobre el cual más ha trabajado Narváez. El plan de seguridad de Cristina -que es sólo un golpe de efecto mediático de campaña electoral- se aplica en el Gran Buenos Aires y en Mendoza, para mostrar que se trata de una iniciativa nacional y porque en esta última provincia se libra una competencia electoral con el Vicepresidente Cobos.
El adelanto de la elección ha sido una maniobra hábil de Kirchner, pero que está acompañada de una estrategia de conflicto y confrontación que la puede hacerla fracasar. La falta de unidad de la oposición en Buenos Aires, Capital y Córdoba es consecuencia -entre otros factores- de la falta de tiempo para buscar acuerdos y es claro que la economía, con el paso del tiempo, se hará cada vez más difícil. Pero simultáneamente, el ex presidente Kirchner ha decidido mantener abierto el conflicto con el campo, al que quiere como enemigo político durante la campaña electoral. Ha vuelto a precipitar las tensiones con la Iglesia Católica, al rechazar el último documento de la Comisión Permanente del Episcopado. El conflicto con los medios privados y en particular con el Grupo Clarín se profundiza, no sólo por el proyecto de ley de radiodifusión, sino por otros múltiples caminos (interferencias, etc.). En lo económico, la designación de directores del ANSES en las empresas que controla parte del paquete accionario, implica una línea de confrontación con el empresariado, que no ve con simpatía esta política. Es claro que en los tres meses de campaña electoral Kirchner repetirá su esencia en materia de acción política que tiene como lema que el conflicto genera poder.
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