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No preguntes lo que tu país te puede dar, sino lo que tú puedes darle a él.
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Año V Nro. 393 - Uruguay, 04 de junio del 2010 |
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La justicia en Bolivia no goza de la credibilidad que necesita un verdadero Estado de Derecho. A pesar de que existen algunos buenos jueces, hombres temerosos de Dios, son golondrinas que no pueden hacer verano. El sistema de administración de justicia tiene un mal endémico.
Al presente este problema se ha agravado, con la toma del Poder Judicial perpetrada por el gobierno, en su afán totalitario. La justicia se ha trasformado en un mero instrumento de represión política. “Un país sin justicia es también un país sin democracia”. Porque la justicia subyace a la democracia. La justicia boliviana siempre estuvo apoyando al poder político de turno. Casi nunca pudo ser independiente en verdad. Constantemente fue un arma del centralismo. Hora actuando como perro de presa, hora callando, como si los crímenes no existieran. Por acción o por omisión siempre fue un operador político. Y esto termina siendo finalmente perjudicial para todos. Perjudica a los políticos, porque cualquier instante la tortilla se vuelca y los verdugos de ayer son las victimas de hoy. Perjudica al país, porque un país sin justicia es un país sin desarrollo económico y social. Por eso, en buena medida, Bolivia está como está. La impunidad histórica de los ataques armados del centralismo contra Santa Cruz, es una de las injusticias bolivianas en la que quiero concentrarme hoy. - El primer ataque fue en 1877.- Contra nuestro prócer Andrés Ibáñez, quien sostenía que la pobreza de Santa Cruz se debía a “la tiránica forma de gobierno unitario”. El Presidente Hilarión Daza envió al Ejército Nacional contra Santa Cruz e Ibáñez y finalmente termino fusilándolo. Este hecho quedo impune, enmascarado como un acto de sedición. - El segundo ataque fue en 1891.- Contra otro movimiento federalista denominado “la Revolución de los Domingos”. Como era de esperar el movimiento fue reprimido por el presidente centralista de la época, Aniceto Arce, quien envió al Ejército Nacional contra el pueblo cruceño. Sus principales líderes fueron al exilio y a prisión. La impunidad de este acto fue idéntica a la de Ibáñez. - El tercer ataque fue en 1892.- Trágico episodio conocido como “La Masacre de Kuruyuki”. Esta vez contra una de las etnias nativas mas importantes del Oriente, como son los Chiriguanos. Quienes reivindicaban sus tierras ancestrales. La batalla de Kuruyuki terminó con la muerte de alrededor de 1.000 nativos a manos del Ejército Boliviano y la posterior ejecución de su líder Apiguaiki Tumpa. El presidente fue el mismo que un año antes atacó en Santa Cruz, en La Revolución de Los Domingos, Aniceto Arce. Y la impunidad histórica fue la de siempre…el silencio de la justicia.
- El cuarto ataque fue en 1924.- La lucha del momento era conseguir un ferrocarril que una Oriente a Occidente. Los dos partidos existentes, el Orientalista y el Regionalista, llevaron adelante el levantamiento conocido como “Ferrocarril o Nada”. El presidente centralista de la época Bautista Saavedra, como ya era costumbre, envió contra Santa Cruz al Ejército Nacional, comandado por el alemán Hans Kundt, que dirigió años después la Guerra del Chaco. Los revolucionarios fueron expatriados, declarados separatistas y traidores a la Patria. Y la impunidad histórica fue la de siempre…el silencio de la justicia. - El quinto ataque armado fue en 1958.- Este ataque fue dirigido contra el pueblo cruceño y en especial contra el Comité pro Santa Cruz, que buscaba el pago de sus regalías petroleras. El presidente centralista de turno, Hernán Siles Zuazo, mando hordas de milicianos ucureños; con el apoyo del Ejército Nacional, mataron y vejaron a nuestra gente. Principalmente en Terebinto y las Liras. Los dirigentes cívicos fueron exiliados, entre ellos nuestro Patricio Melchor Pinto. Y la impunidad histórica fue la de siempre…el silencio de la justicia. El sexto ataque armado fue en 1959.- Este ataque fue una continuación del anterior. Con el pretexto de la muerte de un policía, el mismo presidente Siles Zuazo envía otra horda punitiva contra Santa Cruz. “movilizando diez mil efectivos militares y cinco mil milicianos, entre mineros y campesinos de ucureña, que proclamaban la misión de eliminar a los separatistas cruceños”. Nuestra gente fue tomada presa y enviada al Panóptico Nacional en La Paz y otros exiliados a Lima. Entre ellos nuevamente Melchor Pinto. Y la impunidad histórica fue la de siempre…el silencio de la justicia. Capítulo aparte merece el hecho de que en todos estos ataques armados participo “nuestro” Ejército Nacional. Que ganó todas las guerras contra su propio pueblo y no ganó ninguna guerra internacional.
- El séptimo ataque armado fue en 2008. Este fue “el Cerco a Santa Cruz”. Evento medieval protagonizado por los “SS” (sectores sociales), del Presidente Evo Morales. La turba armadas atemorizo poblaciones de la zona occidental de Santa Cruz, llegando hasta Montero. No alcanzaron la capital del departamento debido a la presión internacional, en especial la del diplomático chileno Gabriel Valdez. Y la impunidad histórica fue la de siempre…el silencio de la justicia. Con el agravante que los “SS” corrieron a palos al Fiscal Jaime Solís. Todos estos sucesos tienen una característica en común…la impunidad. La impunidad histórica que gozan los gobernantes del fracasado centralismo, que ha hecho de Bolivia la cenicienta del continente.
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