Definamos el objetivo
por Michael S.Castleton-Bridger
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En mi ya larga vida he tenido oportunidad de asistir a innumerables seminarios, talleres, conferencias, eventos de todo tipo donde sólo en una significativa minoría se producen interesantes cambios de ideas. La mayoría son una pérdida de tiempo absoluto.
Dentro de las rescatables han sido algunas en institutos militares. De las ideas más importantes que he logrado cosechar en esas reuniones académicas sin duda la mayor, la de más fuerza, es la de siempre definir mi objetivo.
Esto quiere decir que antes De emprender una acción debo tener claro qué es lo que quiero lograr y hasta donde quiero llegar.
Como ciudadano me parece que es lo que falta en el perfil de la misión de nuestro Ministerio del Interior. Creo también, que la actual ministra tampoco tiene demasiado claro el objetivo del ministerio a su cargo.
Para quien tiene algún conocimiento de estos temas tan duros no puede caber la más mínima duda en cuanto al objetivo del ministerio de marras.
El objetivo básico y fundamental del Ministerio del Interior debe ser darle seguridad a la población. Cosa que manifiestamente no hace en este momento.
Todo lo demás que realiza el ministerio por útil que sea,es subordinado a este cometido básico, de asegurarle a la ciudadanía un nivel aceptable de tranquilidad para vidas y haciendas.
No es cometido del ministerio filosofar ‘a priori’ sobre la desgracia, cierta, de la minoridad infractora. No es cometido del ministerio rasgarse las vestiduras sobre el porqué el quebranto social que padece nuestra sociedad.
La función del ministerio es luchar contra las consecuencias de estos problemas; controlarlas, y proveer la necesaria seguridad interna para que los peritos en cada materia puedan atacar en forma debida las causas del descalabro que hoy vivimos en materia de seguridad.
La policía tiene un rol claramente demarcado en cualquier sociedad y que sólo ella puede y debe cumplir en forma orgánica. La policía nos guste o no, es una organización para- militar y sujeta a jerarquía, cosa que no debemos de perder de vista ni los ciudadanos ni la misma policía.
La policía debe, en primera instancia preservar el orden civil y hacer cumplir las leyes. Una vez que esta misión básica se cumpla debidamente, recién entonces deberemos distraer la atención del Ministerio del Interior en otros temas tan importantes como ser cárceles, reformas de leyes, minoridad.
La sociedad debe ser consciente que para cumplir el objetivo básico de la policía debemos darle los elementos humanos y materiales que esta función requiere. No existen los almuerzos gratis y menos en temas de seguridad.
Si podemos alegremente disponer de cientos de millones de dólares para mantener sin contrapartida a una parte de nuestra sociedad, entonces bien podremos aumentar los recursos para el Ministerio del Interior.Necesitamos más policías pero también mejores, eso se logra pagando mejor. Necesitamos más transporte, más comunicaciones, mejor entrenamiento y mejor formación. Necesitamos revalorizar la muy honrosa carrera policial como noble profesión que es. Debemos estructurar y prestigiar una verdadera carrera profesional en la policía tanto a nivel de oficiales como de clases y personal subalterno.
Debemos desterrar de una buena vez ese travestismo de la función policial que es el servicio 222. No puede ser que el 90% de nuestro personal no pueda dormir más de cuatro horas diarias. No puede ser que nuestro personal no pueda mantener una vida familiar razonable porque debe salir a hacer 222 para parar la olla.
Debemos extremar el cuidado con la familia policial haciendo todo lo posible por mantener al funcionario en una vida social organizada a través de un servicio de tutela social policial, organizado, y con suficiente presupuesto para cumplir sus fines.
Estas y otras muchas seguramente, son las herramientas. Lo medular, lo fundamental sin embargo, debe ser el objetivo: devolverle la seguridad civil a todos los uruguayos, vivan en la capital , en un pueblo de campaña o, en lo más profundo del Uruguay profundo.
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