El largo letargo del gobierno
por Andrea Maddalena
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Los mercados agropecuarios están experimentando un tiempo de incertidumbres, que afectan la dinámica de las cadenas agroindustriales y la toma de decisiones en relación a objetivos empresariales y productivos planteados a mediano y largo plazo. En el sector público como privado, las decisiones deben adaptarse necesariamente a las coyunturas del momento, y la sequía –resultado de un cambio climático global- está siendo una variable que influye significativamente en las expectativas de rentabilidad y producción del sector agropecuario durante el 2008-2009 en nuestro país.
Muchos hablan de confianza -por parte del gobierno- en las condiciones que hoy se encuentra el Uruguay para superar las situaciones críticas de stress climático y precios en los mercados que enfrentan productores y representantes de la industria. Pero quienes están diariamente invirtiendo, produciendo y mejorando en cantidad y calidad su producción, entienden que no está claro el papel del Estado, que tiene la mayor responsabilidad de tomar decisiones en tiempo y forma para prevenir situaciones -críticas y extremas- como ha sido la sequía en nuestros campos y fuentes de agua en los últimos meses.
Se propusieron medidas tardías, como prórrogas en cargas impositivas y estimulación a adquirir créditos; las operativas, están experimentando dificultades en su implementación, afectando su viabilidad y eficacia (criterios de otorgamiento de forrajes, disponibilidad del mismo, etc.). Para mantener el rumbo de las políticas propuestas por este gobierno para “el Uruguay profundo y productivo” se debe mantener el apoyo a los sectores que sostienen las cadenas productivas, además de planificar oportunamente un manejo ambiental que evite daños irreversibles en los ecosistemas naturales causados por el prolongado déficit hídrico (pérdida de diversidad en especies naturales adaptadas a zonas húmedas y aceleración en procesos erosivos del suelo). Asumir estos cambios es responsabilidad de todos.
En economías de mercado, las regulaciones a las coyunturas son fundamentalmente responsabilidad de los sectores privados, pero la asociación con lo público garantizará el éxito en la competitividad de los diferentes rubros agroindustriales de nuestra región. Hoy, estamos carentes de un Estado regulador, fiscalizador, estabilizador y promotor de sectores y rubros específicos. Se percibe un Estado especializado en la improvisación y aletargado en su accionar, incapaz de escuchar cuando se lo necesita, consecuencia propia del desconocimiento de nuestra histórica identidad agroexportadora y agroindustrial, base de nuestra economía y de nuestra sustentabilidad social.
Entender la realidad del campo uruguayo incluye recorrerlo profundamente y comprender la diversidad que en él existe, social y productivamente; arremangarse; hablar con quiénes trabajan la tierra, aquellos que dejan sus huellas, sus sueños y han legado sus experiencias y testimonios a las nuevas generaciones para seguir construyendo este país.
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