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Año V Nro. 324 - Uruguay, 06 de febrero del 2009   
 

Visión Marítima

historia paralela

 
Enrique Szewach

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por Enrique Szewach

 
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         Acaba de asumir el nuevo Presidente de los Estados Unidos. Le toca enfrentar, en materia económica, y no sólo en materia económica, una de las crisis más importantes, desde la segunda guerra mundial. Concentrándome en la crisis económica, la solución no parece sencilla.

         Hoy es políticamente correcto ser friedmaniano en política monetaria y keynesiano en política fiscal. Esa combinación es la que, parece, aplicará el nuevo Presidente y sus consejeros económicos, continuando con la política iniciada, en los últimos meses, por Bush y Bernanke. Pero esa combinación, a la que me referiré en algunas líneas, no está resultando hasta ahora. No quiero arruinar la fiesta de asunción, pero las preguntas surgen inmediatamente. ¿No está resultando, porque es cuestión de tiempo?. ¿Por qué una cosa es Obama y otra Bush?. ¿O porque son las políticas equivocadas?.

         Exploremos, sólo como alternativa posible, que sean las políticas equivocadas. Primero, las definiciones. Friedman sostenía que el Producto Bruto nominal crecía en función del aumento de la oferta monetaria y de la velocidad de circulación del dinero. La crisis del 30, según él, fue originada en el hecho de que la Reserva Federal, de ese momento, no compensó la caída en la velocidad de circulación del dinero (deflación), originada en la crisis, sino que acompañó esa caída en la velocidad, con reducciones en la oferta monetaria.

         La solución “monetarista”, en ese sentido, es aumentar la oferta monetaria, a toda máquina (literalmente), para compensar la caída de la velocidad de circulación y evitar, así, la deflación en el valor de activos e ingresos. Ese aumento de la oferta monetaria, estabiliza la velocidad de circulación y el PBI nominal deja de caer. Es, precisamente, eso lo que mi amigo Ben Shalom está haciendo desde hace unos meses, expandiendo la oferta monetaria todo lo posible, sin embargo, la deflación de activos, aunque a un ritmo más lento, ciertamente, sigue. ¿Por qué?. Porque la velocidad de circulación del dinero sigue cayendo, más que compensando los esfuerzos de la FED. ¿Y por qué sigue cayendo?. Porque, a diferencia de los 30, la economía norteamericana, y los consumidores norteamericanos están tan endeudados, que el desarme de todo el sistema de innovación financiera y el desapalancamiento, hace que nadie tome crédito, y nadie quiera prestar. La velocidad de circulación creciente, fue generada por la innovación financiera y el apalancamiento de los primeros años de este siglo. Ahora está en reversa y hace caer la velocidad de circulación del dinero más rápido que lo que la FED logra inyectar de dinero nuevo a la economía. Cada dólar que se introduce en el sistema o va a cancelar deuda, o va a atesoramiento, en Bonos del Tesoro o en dólares. 

         Pero si la deuda se mantiene en valores nominales o baja muy poco y el pbi corriente cae más rápido, la relación deuda/pbi, sigue creciendo y agravando la baja del valor de activos y la pérdida de riqueza de los tenedores de esos activos. Un cálculo conservador estima la relación actual deuda/Pbi norteamericana en el doble de la “normal” y la pérdida de valor de los activos de las familias estadounidenses en el último bienio, entre caída del valor de los inmuebles y el de las acciones y bonos corporativos, en 6 trillones de dólares (¡20 veces el PBI argentino!). En otras palabras, el sector privado tiene un fenomenal problema de stock. El valor de sus activos que respaldaban las deudas y que reemplazaban su ahorro se ha pulverizado. En ese contexto, no pueden gastar porque necesitan recomponer su ahorro neto.

         Y aquí es dónde entra Lord Keynes y su “solución” a la falta de gasto privado. ¡Aumento del gasto público!. Otra vez, hoy ser “keynesiano”  puede ser políticamente correcto, pero la realidad es que, lo que fue un fracaso en los últimos 60 años, aún definido, ahora, como aumento transitorio, no necesariamente tiene que ser un éxito. Puesto de otra manera, ¿Cuánto tiene que crecer el PBI en Estados Unidos y el mundo desarrollado, impulsado por el gasto público, para hacer caer la relación deuda/pbi a la mitad?. Porque, ahora, el problema es que, con la economía real en recesión, y sobreendeudamiento, los activos de los bancos son todos tóxicos, no sólo los sub prime.

         Dicho en otras palabras, arreglar un problema de stocks con mejoras en los flujos es muy, muy lento, dado el tamaño del problema y lo poco productivo, en materia de crecimiento que puede ser el gasto público. Si no el socialismo hubiera triunfado y, recuerdo, por las dudas, fracasó rotundamente.

         ¿Y entonces?. Entonces, una alternativa es ir por la solución “argentina”, bajar rápidamente el endeudamiento, al estilo de la “pesificación asimétrica” de Duhalde en el 2002. En efecto, la megadevaluación de principios del 2002, llevó a un nivel insostenible el endeudamiento en dólares de los ciudadanos y del Estado argentino, atacando, de lleno, la solvencia del sistema financiero, en especial la Banca Pública. ¿Qué se hizo aquí?. Default de la deuda pública y pesificación y licuación de la deuda privada, contra emisión de deuda pública nueva, por parte del Estado, para compensar a los ahorristas locales. Eso hizo caer rápidamente la relación deuda/pbi, y le devolvió las ganas de gastar al sector privado, y la solvencia al sistema financiero. ¿Quiénes pagaron el ajuste?. Obviamente, los “sospechosos de siempre” en la Argentina. Los asalariados y jubilados, por un lado, y los tenedores de “deuda vieja” y otros inversores internacionales, en especial en las empresas de servicios públicos, por el otro.

         Ahora bien, sólo para especular, ¿se puede hacer en la economía global, lo que se hizo en la pequeña e insignificante economía argentina?. La respuesta surge, obvia. Se puede, pero al costo de destruir el actual sistema monetario internacional y al dólar como moneda de reserva. Dada esta imposibilidad “técnica” ¿Qué alternativas se le presentan al nuevo Presidente?.  Pocas. Insistir con esta mezcla de keynesianismo y friedmanismo y, eventualmente, concentrar toda la baja de impuestos y el déficit fiscal norteamericano para ayudar a reducir más rápido la deuda privada y, a la vez, como sugieren ya algunas voces, crear “bancos residuales” con la deuda vieja y limpiar rápidamente los balances.

         Insisto, no quiero arruinar la fiesta de Obama y los medios de comunicación, pero el ajuste global puede durar más tiempo de lo esperado, aún con Bush y su pandilla lejos de Washington.

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