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Año V Nro. 324 - Uruguay, 06 de febrero del 2009   
 

Visión Marítima

historia paralela

 

Algunas consideraciones sobre la corrupción en Cuba
por Hilda Molina

 
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         Cualquier intento de comentar sobre la realidad de la corrupción en Cuba, resulta extraordinariamente difícil, tanto por las complejidades sociales, económicas y políticas del país, como por las características particulares que este flagelo universal ha adoptado en nuestra Patria. La corrupción, sinónimo de naufragio ético, se ha establecido endémicamente en esta isla, adoptando sus más disímiles variantes: robo en todas sus modalidades y dimensiones, malversación, estafa, mercado negro, sobornos, compraventa de favores, tráfico de influencias, industria de la perversión, etc. Realmente hablamos de un problema planetario; pero lo cierto es que confiábamos en que aquí sería eliminado por un proceso político que proclamó como prioridad, la creación del “hombre nuevo”. Personas con gran experiencia, han realizado estudios excelentes y exhaustivos sobre la incidencia de la corrupción en este país. Permítanme sólo algunas consideraciones al respecto, basados en las experiencias vividas dentro de este sistema, desde 1959.

         La corrupción, vigente en Cuba desde el inicio mismo del actual régimen; y que de una u otra forma involucra a la mayoría de la población, se ha fortalecido a partir de la despenalización de las divisas; y de la entrada de turistas e inversionistas foráneos. Pero, cuáles son sus causas en nuestra nación? Cuáles son las causas de esta ilegalidad legitimizada? Cuáles son las causas de esta abominable cadena, que al extenderse desde los ciudadanos más humildes hasta las instancias de poder, ha convertido al país en una jungla? Podemos mencionar algunas:

  • El gobierno es el máximo responsable del caos imperante en Cuba; y por tanto de su corrupción. Las autoridades han tolerado con aparente indolencia las prácticas corruptas, tal vez porque éstas se han tornado incontrolables; o porque evitan que el pueblo se hunda definitivamente en el profundo abismo de la pobreza absoluta.
  • Somos una nación enferma, ya que durante medio siglo, varias generaciones hemos crecido carentes de algo esencial e inherente a la condición humana: la libertad.
  • Esta sociedad se ha fomentado bajo constante represión policial, pero con muy limitados contenedores cívicos, religiosos, éticos y morales; esto crea condiciones objetivas y subjetivas favorables al predominio de los antivalores y al auge del delito.
  • La destrucción de las familias, y la politización-ideologización de la educación y de las organizaciones sociales, han mutilado y en ocasiones hasta eliminado, el universo donde deben promoverse los valores; y donde con mayor eficacia se logra la profilaxis de la corrupción.
  • El pueblo ha padecido una precariedad generalizada, al enfrentar penurias de todo tipo. El trabajado creador ha carecido de importancia económica. Las fundamentales necesidades personales y familiares de los cubanos no se han resuelto en los últimos 50 años. Esta interminable menesterosidad, unida a una formación teórica igualitarista, crea un enajenante y comprensible afán en pos de la supervivencia; y de obtener por cualquier medio todo lo ambicionado, situación que subsecuentemente ha provocado la distorsión y en muchos casos el envilecimiento involuntario de las personalidades individuales.
  • El pueblo no contaba con la preparación mínima indispensable para exponerse a los cambios que se produjeron cuando el régimen, debido a la crisis económica que enfrentaba, dolarizó abruptamente la economía del país; y abrió sus puertas a inversionistas y turistas inescrupulosos. Este pueblo, formado en un ambiente que demonizaba a los capitalistas, se vio súbitamente involucrado con lo peor del capitalismo.
  • Las opciones en etapas recientes de algunos contactos con el exterior a través del turismo, de misiones de trabajo, de nexos con familiares residentes en el extranjero, etc., han permitido a los cubanos comparar sus pésimas condiciones integrales, con las de los habitantes de otros países, lo que ha incidido en sus estados psicológico-vivenciales, y consecuentemente en sus proyecciones ante la vida.
  • La gran mayoría de la población comprende, aunque no lo plantee, que ha sido discriminada empobrecida y traicionada por un gobierno que tanto critica al capitalismo salvaje; y que falsamente prometió la igualdad para todos los hijos de esta tierra.

         Me entristece el declive ético-moral del país, fielmente reflejado en la globalización de la corrupción. Y al hablar de corrupción, sin pretender justificarlos, no me refiero a los cubanos que al no recibir remesas familiares procedentes del exterior, viven de sus pobres salarios y pensiones. Estos compatriotas, humildes y depauperadas por décadas de privaciones, e impulsados por sus enormes necesidades, recurren a la economía subterránea o a pequeños hurtos en sus lugares de trabajo, con vistas a la subsistencia. Me estoy refiriendo al pernicioso sector de los nuevos ricos, los verdaderos gestores, promotores y beneficiarios de la corrupción. Esos que aprovechándose inescrupulosamente de sus cargos dirigentes, roban los recursos del país. Y esos otros que acumulan sumas cuantiosas de dinero, a expensas del mercado negro, robando y estafando a sus compatriotas, expoliando el área dolarizada de la economía, explotando los negocios de la perversión, etc. Esos nuevos ricos, con la permisividad gubernamental, y siguiendo la ley del máximo enriquecimiento con el menor esfuerzo, han generado insultantes inequidades socio-económicas, que hieren profundamente el alma de nuestra Patria.

         ¿Quiénes son estos nuevos ricos que han ido degradando a la Patria con su siembra incontrolable de corrupción? En un país complicado como la Cuba del presente, cualquier definición de esta índole resulta difícil. Partiendo de mi limitada experiencia en este tema, intentaré sintetizar a continuación mis ideas al respecto. Los nuevos ricos son huestes de corruptos nacidos del “hombre nuevo”, que han lucrado y lucran gracias a la escandalosa y vergonzante impunidad que les obsequian los encargados de garantizar la sanidad social. Aunque el término se ha puesto de moda en períodos recientes, este conglomerado humano emerge con la llamada Revolución. En fecha tan temprana como el año 1959, no todos, pero no pocos de los que ocupaban cargos de dirección, al tiempo que vociferaban contra los imperialistas, los millonarios, los poderosos, se repartían muchos de los bienes que expropiaban: mansiones, autos lujosos, etc. Desde su instauración en el trono, se despojaron de la más elemental coherencia entre principios teóricos y acción; y en evidente contradicción con lo que predicaban, se autobeneficiaron con irritantes privilegios.

         Me invade aun la tristeza, al recordar el calvario que padeció mi familia cuando mi hijo cursaba la enseñanza media. Con la ilusión característica de un niño noble e inteligente, y con expectativas muy positivas, él seleccionó la escuela donde deseaba realizar sus estudios secundarios. Aunque nos disgustaba el carácter interno de esa escuela, respetamos su decisión. Pronto conocí que muchos de sus condiscípulos eran hijos de personas con variados niveles de jefatura; y comprobé consternada, que ellos constituían un pésimo ejemplo para mi hijo. En un momento de enormes carencias, cuando el gobierno convocaba a sacrificios y privaciones, esos adolescentes lo subordinaban todo a su avidez por lo extranjero, se jactaban con impudicia de lo que poseían, irrespetaban a los profesores; y practicaban sádicamente la violencia y la discriminación racial. Mi madre y yo, después de agotadoras gestiones, logramos casi milagrosamente, sacar a mi hijo de aquella escuela, y ubicarlo en un centro de enseñanza externa, sin que se afectara su excelente expediente por el hecho de abandonar la beca. También en esa nueva institución, coincidió con hijos de funcionarios y dirigentes, llenos de prebendas y plagados de contravalores, pero al menos sus nexos con esa nociva influencia, se limitaban al horario docente. El trauma que estos sorprendentes acontecimientos provocaron en mi hijo, repercutió en él durante mucho tiempo. En aquella época yo confiaba en la sinceridad del régimen, por lo que expuse en el Partido Comunista mis inquietudes sobre estas preocupantes atrocidades. La respuesta fue una total indiferencia ante mis planteamientos; y que me reiteraran el calificativo de “conflictiva” que recibía siempre que criticaba lo que consideraba incorrecto.

         Después de la despenalización de las divisas en 1993, y de la apertura al turismo y a las inversiones extranjeras, la categoría de nuevos ricos incorporó diferentes grupos humanos, vinculados o no con el gobierno. A continuación explico:

         A.- Categoría de los nuevos ricos que actúan dentro de las estructuras e instituciones del gobierno, todos con patrones comunes: el régimen los considera confiables, militan en las organizaciones políticas, desempeñan cargos o empleos lucrativos, nutren su codicia con la ilegalidad; y viven de espaldas al pueblo. Podemos citar entre ellos:

  • Miembros de diferentes niveles de las jerarquías de poder, ya enriquecidos y acostumbrados a los privilegios y a dilapidar lo que no les pertenece, han reforzado sus patrimonios a partir del libre manejo de las divisas. En el transcurso de los años, las seculares diferencias entre los cubanos crecieron significativamente, pues estos personajes, insensibles a la pobreza y al sufrimiento ajenos, se han aferrado obstinadamente a sus ventajas materiales. Debe destacarse el status especial de los hijos de muchos de estos dirigentes y funcionarios corruptos, los cuales amparados en la benevolencia de sus padres, se niegan rotundamente a “construir el Socialismo”. Sus padres los complacen usando dos vías: si no desean vivir en Cuba, los trasladan al extranjero sin dificultades, asignándoles negocios privados o ubicándolos en el servicio exterior del país. Si tienen la condescendencia de residir en Cuba, les facilitan las posibilidades de hacerlo como potentados, muy distantes de la población explotada a la que tantos sacrificios exigen.
  • Dirigentes y funcionarios de entidades estatales. Estos transgreden la ley en el ejercicio de sus responsabilidades, mediante el robo, la malversación, la organización de negocios privados, etc..
  • Gerentes y funcionarios de firmas cubanas registradas como Corporaciones, Sociedades Anónimas, etc. Este grupo se enriquece mediante el robo, la malversación; y la estructuración de negocios privados en asociación con extranjeros.
  • Gerentes y funcionarios de Empresas Mixtas. Estos con frecuencia realizan negocios turbios con los socios extranjeros, lo que les permite lucrar a ambos, en detrimento en este caso de las ganancias que debe recibir el gobierno.
  • Dirigentes, funcionarios y algunos trabajadores del Turismo.
  • Gerentes, funcionarios y algunos trabajadores de los establecimientos recaudadores de divisas.

         No pocos integrantes de estos grupos, han comprado viviendas y autos ilícitamente y mediante sobornos. Cuentan con todos los recursos, los disponibles en el país y los que traen y hacen traer del extranjero; y hasta se muestran copiosamente ataviados con adornos de oro. Es necesario y justo precisar, que no todas las personas que desempeñan las funciones previamente señaladas dentro del gobierno, incurren en prácticas corruptas.

         B.- Nuevos ricos aparentemente no vinculados al gobierno:

  • Dueños de negocios privados, fundamentalmente alquiler de viviendas y restaurantes. El alquiler de viviendas enriquece cuando esta actividad se vincula a la prostitución y al expendio y consumo de drogas. Los restaurantes privados proporcionan ganancias elevadas, si los productos que se brindan proceden del mercado negro.
  • Empresarios de la economía subterránea (mercado negro), cuyos “almacenes” se abastecen del robo y la malversación.
  • Magnates de la industria de la perversión, lo más representativo del hampa entre los nuevos ricos: proxenetismo-prostitución, expendio de drogas y fármacos afines, pornografía, casas de juego clandestinas, centros para peleas de animales generadoras de apuestas, clubes nocturnos clandestinos. Esta industria ha sido aupada, al convertirse el país en un símbolo del turismo sexual.

         Nunca he defendido conceptos igualitaristas. Estoy convencida de que la posesión legal de grandes capitales no es totalmente incompatible con la honradez, la honorabilidad y la generosidad. Estoy consciente de que las libertades económicas son importantes para lograr sociedades libres y abiertas. Deseo que el ineficiente sistema económico del país, se sustituya por uno racional, próspero y favorable a todos los aquí nacidos. Pero no tengo dudas de que el sector de los nuevos ricos, engendrado por el comunismo cubano en su universo contaminado, no es la semilla saludable capaz de fructificar en la economía a que aspiramos. No tengo dudas de que estos nuevos ricos, indiscutiblemente perjudiciales para nuestra Patria, son el embrión de peligrosas mafias, similares a las que salieron a la luz al colapsar el comunismo en Europa. Y esta afirmación se sustenta en varias razones:

  • Son seres humanos que extraviaron el rumbo de la decencia; y promueven la corrupción y la degradación en su entorno.
  • Intoxicados por una prepotente opulencia, son radicalmente indiferentes a la agonía del pueblo.
  • Muchos cometen sus fechorías con la indecorosa complicidad de los dirigentes de organizaciones, a los que corresponde velar porque se preserve la pureza social, pero en realidad actúan como corresponsables del relajamiento nacional.
  • Sus éxitos financieros no provienen del tesón, del talento empresarial, ni del sacrificio, sino del delito que no pocas veces incluye engaños y estafas a cubanos pobres y humildes.
  • Son absolutamente indiferentes al sufrimiento de la Patria. Incluso la mayoría de los aparentemente no vinculados al gobierno, cultivando el arte de la doble cara, de una u otra forma apoyan al régimen, pues complacen al amo para conseguir sus favores; y compran conciencias para ganar espacios de poder y riquezas.

         Cuán paradójico es que la corrupción se comporte como un mecanismo que entrelaza el poder con la marginalidad. Los nuevos ricos forman un heterogéneo y peculiar entramado social, donde se mezclan, sin tener en cuenta las pregonadas posiciones político-ideológicas, personalidades tan disímiles como: hijos, concubinas y otros familiares de individuos que ostentan diferentes niveles jerárquicos dentro del régimen; magnates de la perversión; funcionarios, jefes, y personalidades de diferentes sectores gubernamentales; cubanos residentes en el exterior, que con frecuencia viajan a la isla; artistas etc. Esta urdimbre de desenfrenados por las riquezas, exponentes de lo más sórdido del país, tienen un eje existencial único: la pasión por tener, los elevados índices delictivos; y la erradicación en su mundo de toda dimensión espiritual y patriótica. Como prueba de sus coincidentes afinidades por la banalidad, la procacidad y la frivolidad, puede encontrárseles compartiendo juntos, gastando los dólares del pueblo; y disfrutando en nombre del socialismo de lo peor del capitalismo, en esos antros nocturnos que infectan nuestra profanada Patria. Merece especial preocupación este grupo de cubanos por el mal ejemplo que ofrecen a sus compatriotas; y porque contribuyen impunemente al alarmante proceso de envilecimiento nacional.

         El omnipresente universo de la corrupción se ha estructurado y desarrollado a tales niveles en Cuba, que actualmente, además de las generalizadas actividades aisladas, existen verdaderas redes que asocian y entrelazan varias de estas actividades. Es importante señalar que muchos de los negocios privados que aun se mantienen, y que aparentemente pertenecen a personas sin nexos con el gobierno, están vinculados de alguna manera con el estado, porque los suministros necesarios para el sostenimiento de los mismos, son aportados por poderosos funcionarios que manejan a su antojo y desvían los recursos gubernamentales. A continuación me referiré a las características específicas de algunas de las manifestaciones de corrupción más frecuentes y lesivas en nuestro país:

         1.- Ha surgido y se extiende con rapidez, un sistema de medicina privada clandestino, que la población ha denominado “cobro por debajo de la mesa”. Este sistema involucra a médicos, enfermeros, técnicos, etc. Se cobra en divisas, en productos, en servicios; y en influencias. Se cobra todo: las consultas, las prioridades para ingresar, los servicios estomatológicos y ópticos, los exámenes complementarios, la rehabilitación, las dietas médicas, etc. Otro indicador de corrupción muy lamentable, la venta de medicamentos en el mercado negro, a precios abusivos y con riesgo para los pacientes, pues pueden estar vencidos o adulterados, constituye un lucrativo negocio ilícito. Estos lamentables y preocupantes acontecimientos, altamente nocivos para los pacientes, serán comentados con mayor amplitud en un artículo posterior.

         2.- La industria prostitución-proxenetismo, no es un problema localizado en áreas específicas de ciudades y campos, como generalmente ocurre. Esta plaga incontrolable está presente en cualquier cuadra, en cualquier rincón del país. Involucra a adultos, jóvenes y adolescentes de ambos sexos, que optan por la horrenda y errónea variante de vender sus cuerpos, como resultado de varios factores demoníacos: el apremio por satisfacer sus necesidades materiales; la significativa escasez de contenedores morales, éticos y espirituales en nuestra sociedad; la mutilación o destrucción de la institución familiar; la avidez por objetos materiales prohibidos durante mucho tiempo; y la brusca irrupción en Cuba de turistas e inversionistas inescrupulosos, pervertidos, e incluso pederastas. La prostitución se asocia habitualmente a redes que incluyen otras modalidades de corrupción. Me referiré con mayor amplitud a este doloroso tema, en un artículo posterior.

         3.- Existen fábricas particulares clandestinas de los más disímiles productos. Especialmente preocupantes son las que elaboran refrescos, maltas, licores y helados, sin las condiciones mínimas indispensables. Estos se distribuyen en cafeterías y restaurantes del gobierno, donde los empleados los venden con fines de lucro personal, poniendo en peligro la salud de los engañados consumidores.

         4.- La compra-venta de viviendas está oficialmente prohibida en Cuba. Pero se compran y venden casas, porque es éste uno de los sectores más invadidos por prácticas corruptas. Los funcionarios y abogados responsabilizados con el control de todo lo relativo a las viviendas, previo cobro de sumas elevadas en divisas, propician con todos los documentos legales necesarios, la adquisición de casas confortables, a los nuevos ricos; y a extranjeros que pagan para optimizarles los niveles de vida a sus jóvenes concubinas cubanas. Estas viviendas proceden de las que se encuentran desocupadas; o de familias honradas que han servido fielmente al régimen, pero que se ven obligadas a vender clandestinamente sus hogares, y trasladarse a otros de peores condiciones, con vistas a conseguir algún dinero, que los ayude a mejorar sus precarias situaciones. Para garantizar que no se produzcan problemas, los nuevos propietarios deben efectuar otros sobornos; por ejemplo, a los que dirigen los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), en sus respectivas cuadras.

         5.- El juego ha adquirido en Cuba dimensiones alarmantes. Un porcentaje elevado de la población participa en el llamado juego de la “bolita”, perfectamente estructurado en el país con bancos, listeros o apuntadores; y todo lo imprescindible para su buen funcionamiento. Los cubanos se mantienen ansiosamente pendientes de los resultados de este juego; y este tema ocupa gran parte de las conversaciones matutinas en cualquier estrato de la sociedad. Se han creado además casas de juego en viviendas particulares; en ellas se ofertan otros servicios tales como alimentos y bebidas, suministrados por el mercado negro o por las fábricas clandestinas. Son frecuentes también las apuestas en relación con partidos de béisbol y fútbol.

         6.- En las últimas décadas han proliferado prósperos negocios clandestinos dedicados a peleas de gallos, prohibidas durante mucho tiempo en Cuba; y a combates entre perros. Las ganancias están en relación con las apuestas; y con las ventas de bebidas, alimentos, e incluso de los propios animales que se utilizan en estos crueles eventos.

         7.- En las proximidades de los centros comerciales, funcionan verdaderas redes de vendedores, que ofrecen una amplia gama de artículos robados al gobierno; y otros procedentes de fábricas clandestinas. Algunos son publicitados mediante catálogos, como es el caso de los muebles, las puertas y ventanas, industrias subterráneas éstas, que resultan muy lucrativas.

         8.- Las redes de alquiler de viviendas particulares a cubanos y extranjeros, en función de la prostitución, y generalmente sin abonar los impuestos al estado, logran elevados ingresos, pues los clientes pueden adquirir también alimentos ligeros, licores; y fármacos que, al consumirse solos o conjuntamente con bebidas alcohólicas, actúan como drogas.

         9.- Los administradores y empleados de muchos de los restaurantes del gobierno, han organizado sus propios negocios privados, consistentes en no registrar el consumo de algunas de las mesas ocupadas durante el día. Las ganancias que aportan esas mesas, son repartidas entre los trabajadores del lugar en cuestión. A esto se adiciona la oferta de productos no pertenecientes a los inventarios de esos centros, sino de otros que son llevados por los mismos empleados involucrados en algunas de las redes de corrupción. Obviamente, las ganancias obtenidas de la venta de esos productos, van directamente a bolsillos particulares.

         10.- Existen testimonios dignos de credibilidad sobre otras modalidades de corrupción: tráfico de oro y joyas. Tráfico de bienes patrimoniales del país. Utilización por extranjeros de niños cubanos como modelos, en filmaciones que emplean después con fines comerciales; estos niños sólo reciben algunas golosinas como pago por tan agotadoras actividades. Extranjeros inescrupulosos viajan a la isla para realizar filmaciones reales, destinadas a la demoníaca industria de la pornografía.

         El mal ha sentado cátedra en Cuba, y los aventajados profesores de la maldad no se resignarán a perder sus prerrogativas. No obstante, urge detener el nefasto accionar de individuos amorales, que diseminan el vicio en nuestra Patria. Urge frenar la impunidad; y comenzar ya con retraso, la curación de esta sociedad gravemente enferma. Urge cortar de raíz y eficazmente el execrable círculo vicioso corrupción---delito---envilecimiento---nuevos ricos---envilecimiento---corrupción. Conozco perfectamente lo que muchos lectores pensarán y dirán: estos no son problemas exclusivos de Cuba, son problemas universales. Ciertamente, se trata de problemas planetarios. Pero los abanderados del proceso político que tomó el poder en 1959, prometieron que, a cambio de tantas penurias, de inmensos sacrificios, de privaciones y renuncias personales, y del cruel desgarramiento familiar de estos 50 años, formaríamos al “hombre nuevo”, garante de una sociedad perfecta, pura y limpia. Nos lo prometieron hace 50 años; no obstante, medio siglo después, el saldo final es una Patria cautiva, devastada espiritualmente, empobrecida; y con la corrupción endémicamente enraizada.

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