El trabajo infantil en Chile
por Marcelo Andrés Ostria Ch.
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A lo mejor cuando uno piensa en Chile, uno no se imaginaria que la explotación infantil sigue siendo un problema importante para este país. Según una encuesta del ministerio de trabajo chileno, alrededor de 200.000 niñas y niños trabajan para mantenerse y ayudar a su familia. Esto es equivalente a más de 1 de cada 20 niños y niñas.
El sector agropecuario, sobre todo en el centro y sur del país, donde abundan las tierras fértiles, trabajan más de 20.000 menores de edad. Chile ha promulgado varias leyes para combatir la explotación dentro del trabajo infantil. Leyes como la Ley Nº 19684 del Código de Trabajo para aumentar de 14 a 15 años la edad mínima legal para trabajar se modifico en el año 2000. De igual manera, en el 2002 la Ley de Menores Nº 19806 fue modificada para reforzar las normas que protegen a estos niños y niñas vulnerables. Pese a estos esfuerzos, la explotación infantil dentro del trabajo y la falta de educación sigue siendo un problema, primordialmente en las áreas rurales.
En las áreas rurales de Chile existen muchos grupos originarios, siendo el más numeroso el grupo mapuche. En el sur de Chile, en el Alto Bio Bio, existe una comunidad de los mapuches, los pehuenches (alrededor de 7.000) que, por lo general, viven en la extrema pobreza. Este grupo de gente viaja a las montañas, en gran parte para la recolección del piñón, fruto de la araucaria, que forma parte de su dieta básica. En las prolongadas temporadas en las montañas, los niños no pueden seguir asistiendo a la escuela. Esto causa que muchos de estos niños terminen abandonando definitivamente sus estudios escolares por la dificultad de reincorporarse en el proceso educativo y mantener el ritmo de sus compañeros.
El concepto de participar de una manera natural en las labores familiares es algo característico de los niños pehuenches. Desde edades muy tempranas (5 o incluso antes), muchos de ellos empiezan a trabajar, pero las familias consideran que esto no es nada más que contribuir a las labores domésticas.
El problema con estos casos es que muchas veces llegan a trabajar tantas horas, que no tienen tiempo para jugar, y mucho menos para ir a la escuela. Entonces, este problema podría definirse como un tipo de trabajo infantil encubierto. Sin lugar a duda, la gran mayoría de los niños que abandonan son los de las regiones rurales y esto lleva a la pregunta: ¿Hasta qué punto podemos considerar el trabajo de niños como parte su desarrollo normal, y dónde debemos marcar el límite entre lo que se considera justo y lo que se considera explotación laboral?
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