RADIO VILARDEVOZ
Un proyecto Comunicacional Participativo
Por Roberto Bogorja
En mayo de 1988, se produce un acontecimiento nuevo, distinto si se quiere, para la radiotelefonía nacional. Se escucha la voz de un grupo social marginado, "el loco".
Se trata de una terapia de alternativa que vienen realizando Docentes, Psicólogos y Estudiantes de la Facultad de Psicología y de la Licenciatura de Ciencias de la Comunicación, de la Universidad de la República en el Centro Diurno del Hospital Psiquiátrico Vilardebó. Forma parte de un convenio de extensión entre las mencionadas instituciones.
Cecilia Baroni, Andrés Jiménez, Lourdes Cresci, Mónica Giordano, Nelson De León, Alejandra Bustamante, Geraldina Pezzani y Andrea Demestoy son los técnicos que llevan adelante este proyecto conjuntamente con la Psiquiatra Claudia Ceroni del Centro Diurno del Hospital Psiquiátrico Vilardebó.
Quienes históricamente han sido hablados por otros (familiares, amigos, técnicos, etc.), hoy lo hacen a la comunidad por medio de micro programas que se difunden por radios formales e informales.
Desmistificar la locura, es uno de los objetivos. Los métodos de aislamiento y los mecanismos de marginación, son formas de intolerancia que han creado a través de los tiempos, un imaginario colectivo con la desvalorización del enfermo mental. Se trata de romper con esa imagen de una palabra fantaseada, sin valor, sin contenidos entendibles o compartibles y por tanto sin necesidad de ser escuchada
Reinsertar al demente en la sociedad de la cual forma parte, es otra meta. Desbloquear la comunicación entre el alienado mental y el resto de la sociedad, al entenderse que emplean códigos simbólicos diferentes para la interpretación de lo real, haciéndolo por medio de la estructuración del lenguaje como vehículo de intercambio y de construcción de significados e identidades, y a través de la palabra establecer un vehículo de integración a la sociedad.
El énfasis no es más en la enfermedad sino en el paciente. Las experiencias internacionales tiende a reestructurar la atención al enfermo psiquiátrico, sacándolo de la atención hospitalaria (salvo en caso de necesidad) hacia la atención ambulatoria y su inserción en la comunidad
La radio, permite la aplicación de este modelo de integración participativa, pues se convierte en una escuela en donde todos aprenden y enseñan (técnicos y pacientes), donde todo es habilitante y capacitante. Se tiende una comunicación díalógica.
En sus talleres se promueve el debate y la discusión entre sus integrantes en torno a los temas a incluir en los diversos espacios. La propuesta comunicativa es abierta, se parte de la democratización de la misma, en donde tienen cabida todos los temas, desde lo político o religiosos, lo cultural, artístico, la anécdota, hasta el entretenimiento y el humor. El trabajo grupal les permite compartir un lugar, socializarse en el encuentro con el otro, crear una vía de comunicación, un lenguaje compartido. Sostener las diversas individualidades como elementos estructurantes de la identidad, en el respeto y la tolerancia hacia el otro. Y en el eco de sus palabras, un reafirmante de la personalidad, devolviendo su propia imagen dentro del grupo.
Se busca el desarrollo de potencialidades creativas, el trabajo en equipo, la autogestión, el sentimiento de responsabilidad frente a la tarea asumida, la inclusión dentro de un ámbito de realidad, el aprendizaje en la toma de decisiones tanto personales como colectivas, y la generación de expectativas y esperanzas. Con este método, se apunta a la producción de una subjetividad en dos planos: lo colectivo (su inserción en el medio a través de grupal) y en otro con el reconocimiento y la aceptación en lo individual para el desarrollo pleno de la personalidad y sus capacidades individuales.
La tarea de los coordinadores es la de facilitar la comunicación y por medio de la misma la aplicación de las técnicas terapéuticas alternativas. Cumpliendo un rol de desarticulación de las estereotipias vinculares entre paciente y médico. Se trata de romper ese esquema de superioridad, de verticalidad de uno hacia el otro; ese lugar en que se tiende a sobre valorar al técnico como poseedor del saber.