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Año I - Nº 37 - Uruguay, 1 de Agosto del 2003

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URUGUAY SIN DIVAGUES
por Graciela Vera

Cada vez que nos encontrábamos pagar la Contribución Inmobiliaria en la Intendencia Municipal de Montevideo, un número considerable de sufridos contribuyentes insistíamos en que Uruguay ha de ser uno de los pocos países en los que la gente hace colas interminables, pasa frío en invierno, sufre los rigores del sol del verano y cuando llueve sencillamente se moja para pagar.... abonar... contribuir... aportar...; los sinónimos podrían ser muchos pero nunca tantos como las incomodidades.

Sin embargo la IMM no se lleva el galardón en la larga lista de toda suerte de inconvenientes, demoras y hasta despropósitos en la atención al usuario por parte de oficinas públicas. Han visto esas enormes colas en la Unión Recaudadora y Fiscalizadora del Estado.

¿Que qué es eso? Pues sencillamente nuestra querida UREFI ¿Alguien se ha encontrado alguna vez perdido en alguna de sus tres plantas, subiendo y bajando y subiendo y clamando, ya exhausto porque nadie sabe informarle donde debe empezar un sencillo trámite de registro?

Claro que alcanzar éxito en la empresa significará que debemos comenzar a integrarnos a las colas para pagar... ¿cree que no le ha llegado el momento porque aún no ha comenzado a instalar su empresa?

Ya me reí lo suficiente de su credulidad. Cuando las arcas estatales están algo exhaustas y la inteligencia de los gobernantes en concordancia, los beneficios para la productibilidad parecen limitarse, al extremo de que antes de comenzar a trabajar, un empresario (pequeño empresario, de esos que se levantan a las seis de la mañana para abrir su comercio y a las diez de la noche aún están tratando de mejorar la caja, o gran empresario, de esos de ponen un gerente que es el que recibe las bofetadas) debe valorar si no le resulta más rentable comprar un paquete de semillas e ir a darle comida a las palomas de la plaza Ingeniero Fabini.

¿Tampoco la ubica?, seguro que usted ha pasado cientos de veces junto al monumento central. Si, esa misma, la que tiene el Entrevero pero no es del Entrevero.

Entrevero es lo que tenemos al fin de la jornada en nuestro cerebro los sufridos contribuyentes (y contribuyentes somos todos, porque en definitiva siempre algo estamos pagando). Vencimientos, tasas ¿conoce la diferencia entre una tasa y una taza?, en definitiva no hay mucha porque cuando usted está calculando el importe de la tasa que vence mañana está también pensando en lo bien que le vendría tomarse una taza de café.

¡Y la facturas que llegan a domicilio!, yo pienso que la idea de enviar las facturas a domicilio la tuvo alguien muy vengativo. ¿Que porqué?, pues porque desde que dejamos de recibir cartas de nuestros amigos (que ahora se usa el e-mail), nuestra correspondencia se compone casi exclusivamente de facturas, avisos de vencimientos y más facturas y, el hasta hace pocas décadas idealizado cartero, se ha convertido en nuestro 'temido y odiado' cartero.

Pero ¿de qué estábamos hablando cuando iniciamos esta conversación?... no lo recuerdo pero una de las ventajas, ¿alguna había que encontrar?, de las ciber-charlas es que podemos llevar el cursor al inicio y dar una lecturita para 'desentreverarnos'.

Yo solo digo ¡qué ganas de complicar que tienen algunos gobernantes!, fíjense si no es más fácil recibir en nuestro domicilio, y antes de los comicios electorales, una carta de la Junta Electoral en la que nos envíen nuestros datos censales para que sepamos como estamos inscriptos en el registro y, de haber algún error lo hagamos saber y enmendar por la misma vía (correo ¡cáspita!), que sufrir las peripecias de renovar una credencial en ese 'lúgubre' edificio de la Ciudad Vieja, que tampoco es lo mismo que vieja ciudad o, simplemente como se hace por España, votar presentando el documento de identidad y si olvidamos éste la libreta de conducir y ¡listo, ya hemos cumplido con el deber cívico!

Recuerdo que viviendo aún en Montevideo tuve que renovar mi credencial porque había extraviado el documento que después, dicho sea de paso, apareció, cuando ya no lo necesitaba paro ese trámite... bueno, pensándolo me dio la oportunidad de dormir una siesta, sentada en una silla, no muy cómoda pero no es para andar exigiendo demasiado. Entré a realizar el trámite a la una de la tarde y me atendieron a las cuatro y cuarenta y cinco. Y todavía después tenemos que soportar las chanzas de nuestra amistades cuando logran ver (porque es seguro que nos hemos esforzado en ocultarla) la foto que aparece en ese documento. ¿Porqué nadie queda conforme con la imagen que nos obligan a mostrar en ese documento? Por suerte no se eligen autoridades todos los días.

Que si se hiciera, pocas (autoridades) permanecerían en sus cargos más de 48 horas, pero esa no fue la única experiencia poco agradable con la Corte Electoral montevideana, la 'burrocracia' tan común en algunas oficinas del Estado, no escapa a ese ámbito.

Recuerdo que en cierta oportunidad yo no pude votar en un plebiscito de voto obligatorio; ¿recuerdan cuando gobernaba Lacalle y cada vez que estornudaba se juntaban firmas para plebiscitar contra cualquier cosa que hubiera decidió el señor Presidente?, ¿qué?, pues cualquier cosa, lo importante era 'estar en contra'.

Lo cierto es que en aquella oportunidad al mediodía del día de la votación yo estaba en la Jefatura de Policía de Mendoza (Argentina), a muchos kilómetros de la mesa electoral donde me hubiera correspondido hacer uso de mi derecho cívico, tratando de disculpar ante el oficial de turno, que en un día domingo solicitara un comprobante; trámite que generalmente realizaban durante los días hábiles y por lo cual las máquinas de escribir estaban guardadas en otra habitación. ¿Sería temor a que las robaran? Tuvieron que ir a buscarlas, bien, eso fue lo de menos; yo regresé a Montevideo algunos días después con un documento en el que la policía mendocina atestiguaba que yo había estado a las doce de la mañana del domingo en cuestión en sus dependencias.

¿Creen que eso bastó para justificar que no estaba en el país en la fecha del plebiscito y por ende mi imposibilidad de votar? Eso pensaría cualquier persona con un mínimo de raciocinio pero no un funcionario para el cual lo único que valía era que en una orden interna se establecía que se podía justificar el haber estado fuera del país en la fecha de marras presentando los pasajes de salida y regreso. ¡Tontería!, un pasaje se consigue en la Terminal de Ómnibus de Tres Cruces. Alguno de los viajeros internacionales puede acceder a 'obsequianos' los suyos, ya usados y por ello inútiles. Pero como el documento no detallaba otras opciones todo quedaba reducido a lo estrictamente señalado en el papel.

Yo estaba convencida de que era más idóneo aquel documento con sello y firmas oficiales pero......... se me están crispando los dedos sobre el teclado, así que omito esta referencia. Por suerte una semana después las autoridades electorales dieron por válida mi prueba. Digo por suerte para la Corte, porque ya tenía pensado un artículo periodístico de esos demoledores.

Voto más, voto menos, nuestra estoica paciencia es lo que 'ofrendamos' en tiempos electorales con la única esperanza de que quienes sean 'ungidos' con la banda presidencial y los escaños parlamentarios, nos faciliten el diario vivir. ¡Ilusos de nosotros!, queremos trabajar, producir para el país y solo encontramos trabas.

¿Intentó el lector instalar una pequeña empresa en el Uruguay? resulta tan complicado y costoso como insólito resultan los motivos de las erogaciones, como la de tener que pagar a un escribano (notario) para que certifique que nuestra firma es nuestra cuando el mismo funcionario que recibe los documentos podría hacerlo porque después de todo nosotros estamos prestos a firmar delante suyo ¿Pero cómo se le daría trabajo y ganancia a tanto egresado universitario en un país de menos de tres millones de habitantes? Entonces llega el momento que sin un escribano a su lado para dar fe, usted llega a dudar de su propio nombre.

Y cuando pasen los años y se crea con derecho a disfrutar de una bien ganada jubilación. Yo pienso que los psiquiatras tienen asegurado su pan mientras los trámites sean... bueno, como son. ¿No tiene una 'cuñita' para que el expediente no duerma el sueño de los justos.
Por suerte ahora se puede cobrar la jubilación directamente en nuestra cuenta bancaria, porque recordar las largas colas al sol, viento y bajo agua y ante la mirada penetrante y al acecho de 'los cacos', a los que todos conocían pero nadie hacía nada por alejarlos de allí; pero quedan los trámites... ¡ay, los engorrosos y demoledores trámites!. Sería hora de que aparecieran las máquinas esas donde identifican al usuario por la huella digital y sin más el propio interesado puede teclear para actualizar su tarjeta, ver su ficha... en fin, y cuando tiene que hacer una gestión hay muchas mesas de atención que permiten que su turno llegue rápidamente.
¿Y que me cuenta si su salud fuera atendida por la asistencia pública (léase gratuita) con presteza, seriedad y eficacia y cuando pide hora para ser atendido por un médico especialista la demora no sea superior a veinte días y si en ese tiempo hay algún cambio de planes de día y hora, usted recibe una llamada telefónica en su casa para evitarle el chasco de un viaje en balde y confirmarle la nueva fecha?

Y ya que estamos... ¿sería mucho pedir una sonrisa en el rostro de quienes están del otro lado del mostrador?, nosotros alejaríamos el rictus de impotencia que termina confundiéndose con el de ira y capaz que hasta sonreímos mientras pagamos nuestros impuestos.

¿Usted cree que estoy divagando?... si fuera así no lloraría por mi Uruguay.

Almería 27 de julio de 2003


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