VIRGEN DEL CARMEN
por Graciela Vera
Leyendo a M. E. Giribone y sus recuerdos sobre Carmelo me he sentido otra vez niña, adolescente y madre de pequeños que como yo han disfrutado de las noches de verano en la plaza Independencia. Por supuesto que mis hijos no conocieron las vueltas en carrusel; mujeres y parejas en un sentido por el lado externo de la amplia acera y ellos por adentro. ¡Qué de miradas, y cuántos noviazgos comenzaron en aquellas 'carruseladas' maratónicas a dos encuentros por vuelta.
Las madres más estrictas vigilaban, simulando que no lo hacían, sentadas en los bancos o en las mesas que las cafeterías sacaban a la calle y cuando la niña, porque para las madres cuando su hija es pequeñita, le presentan como 'toda una señorita' pero cuando ya comienza a perfilarse como mujer pasa a llamarla 'mi niña', se escabullía con el galán de turno hacia el centro del paseo, detenían a todas las amigas y conocidas preguntándole por la nena y recomendándoles que si la veían le dijeran que girara...(volviera a las vueltas alrededor de la plaza).
Mis hijos tampoco llegaron a tiempo para disfrutar de las fiestas de los 16 de julio en honor a la Virgen de Carmen y que invariablemente terminaban en la noche con el lanzamiento de aquellos (para nuestros ojos infantiles enormes) globos de papeles de colores que al calor de una llama se inflaban y elevaban entre los ¡aaaahhhhh!, ¡ooohhhhhhhh!, y vivas y el llanto de algún crío ¡que nosotros ya éramos mayorcitos! asustado por el estallido de los cohetes, introducción a los fuegos artificiales... colores y luces en el cielo y castillos de estrellas y fuego que ardían en el atrio del Templo Viejo.
Festejos que se hacían a lo grande en honor a la Patrona... quiero recordar el himno conque se la homenajeaba... quizás alguien pueda un día ayudarme a completarlo... "reina y señora del Carmelo..."
Pequeños aún nos contaron que Artigas, el Jefe de los Orientales, devoto de la Virgen del Carmen puso bajo su protección el pueblo que ordenó fundar un mes de febrero de 1816: la hoy hermosa ciudad de Carmelo. Más tarde supimos de la leyenda que se contaba sobre la imagen.
Talla que fue la de la Virgen de Belén en la capilla de la Calera de las Huérfanas y que llevada a la nueva población se vistió con las ropas de la Virgen del Carmen pero... y aquí la historia se tiñe de leyenda y las leyendas de irrealidades; se cuenta que la Virgen no quería dejar del todo su vieja y ya destruida capilla y por eso todas las noches volvía a ella y al otro día, la imagen, ya en su sitial en el altar mayor, lucía su manto aún húmedo por el rocío y con abrojos prendidos al ruedo.
No deja de ser una bella leyenda guardada como tantas cosas, más en el corazón que en la memoria, pero que unen mis recuerdos al presente.
¿Y porqué saqué hoy estos recuerdos?, quizás porque he recuperado la fiesta, los fuegos de artificios, la feria de colores, juegos y luces, el entusiasmo del pequeño apretando el cordel que une su manita al inmenso globo, con forma de perro dálmata, que le sigue, varios metros encima suyo y el llanto, asustada protesta de la niña vestida de andaluza que dejó de lado el desparpajo conque nos mostraba su traje, para refugiarse en los brazos de su madre cuando las tracas aturdieron el aire.
España rinde homenaje a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros con procesiones marítimas y, aquí en Almería, la Virgen extiende su manto para cubrir a los pescadores y éstos la pasean por el mar.
16 de julio, último día de una semana de festejos. Los cohetes anuncian desde temprano que es un día especial. A media tarde las puertas del templo se abren y sobre los hombros de veintitantos costaleros el pesado trono que lleva a la Virgen luciendo un manto de encaje blanco sale a la luz intensa del fuerte sol veraniego.
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Recorre las calle del barrio de Pescadería, un barrio humilde como ella lo fuera. Se dirige hacia el puerto de pescadores. Las barcas hoy no salieron a faenar. Relucientes y adornadas esperan a su protectora. La imagen sube a una de ellas. La acompañan sacerdotes y feligreses.
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Las sirenas anuncian la partida. El Mediterráneo está sereno, tan azul como el cielo, lo que no es una metáfora sino una realidad cotidiana. En el puerto contiguo los buques cargueros y los ferrys de pasajeros y los buques de la Armada, engalanados con sus banderolas festivas, saludan el paso de su Patrona.
En las aguas aguardan las pequeñas embarcaciones de paseo. La procesión se dirige hacia poniente, hasta Aguadulce, no se detendrá a su retorno continuando hacia Cabo de Gata. La gente, en las playas almerienses, son testigos de la fe. El pueblo español es el más católico y el andaluz le da alegría a esa fe. Las jóvenes ataviadas con trajes típicos andaluces acompañan a la Señora.
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Cae la noche cuando la embarcación que trae a la Virgen amarra cabos. El trono cubierto de claveles y gladiolos blancos aguarda para trasladarla nuevamente, recorriendo su barrio, hasta el templo.
La banda interpreta marchas; los costaleros suben las empinadas calles haciendo bailar a la Virgen, con pasos que se apresuran o detienen otorgándole esa gracia tan peculiar que, el movimiento impuesto a los vestidos, nos lleva a imaginar que caminan las imágenes santas.
En otras procesiones que he visto, los espectadores aplauden el esfuerzo de los costaleros al levantar el trono después de cada descanso cuando ya lo está en alto. Aquí el aplauso invita, (es casi como cuando en Montevideo el público llama a los tambores durante las 'Llamadas'), exige desde antes y estalla más fuerte cuando los casi cuatrocientos kilos ya están sobre los hombros. |
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El recorrido no es largo, siempre resulta escaso el tiempo que nos dan para acompañarla pero Nuestra Señora, aquí Patrona de los pescadores, allá Reina y Señora del Carmelo, llega a la puerta de Su Casa. En el trayecto ha sido piropeada como merece... bonita.... bonita!!!
No es momento aún de entrar. Los costaleros la hacen bailar mientras trazan con la imagen la geometría precisa de las evoluciones necesarias para que su Virgen del Carmen dando la cara a sus entusiastas devotos que la despiden entre vivas. Avanza... ahora retrocede... la banda interpreta el Himno Nacional de España y el cielo se viste, también aquí, de luces y colores.
Por un momento me veo muy lejos en el espacio y en el tiempo. Estoy aferrando la mano de mi padre, asombrada ante el despliegue de piroctenia, temblando de emoción y de frío, un 16 de julio, noche de invierno en mi Carmelo.
Almería, julio 2003
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