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Año I - Nº 44 - Uruguay, 19 de Setiembre del 2003

¿Dónde Está la Verdad?
El Estado siempre con las manos en nuestros bolsillos
Moral del Siglo XXI
Long propuso especializar al país....
Pautas para emigrar a Australia
Sucedió en España
Heroismo y Coraje
Ojos Uruguayos en el Brasil
La Copa Mundial de Rugby 2003
Raza Autóctona Uruguaya
Ser Uruguay
Paseando un poco por nuestro pasado
Recuerdos del Ayer
El Interior También Existe
Rincón de Sentimientos
Olvidémonos de las Pálidas
Correo de Lectores
El Marinero

 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

¿DÓNDE ESTÁ LA VERDAD?

Escribe: Ernesto Martínez Battaglino


Brecha, reconocida publicación nacional de tendencia notoriamente de izquierda, viene publicando un día sí y otro también, una cascada contínua de "irregularidades", "acomodos", "robos", y cualquier otro tipo de denuncias contra el poder político, pero que sin duda alguna se las amaña para cargar las tintas casi exclusivamente contra el Gobierno Nacional y los partidos políticos que lo componen, mientras ante iguales situaciones que ha estos critica, pasan desapercibidos o se justifican, cuando ocurren en el Gobierno Departamental de Montevideo o por parte de los componentes del partido político que gobierna a nuestra Capital.
Si bien las críticas se suceden con razones o sin ellas, ya que no pretendo, en esta, entrar a investigar la veracidad o no de las mismas, llama poderosamente la atención el cúmulo de situaciones de deshonestidad que las envuelven, según lo que se deja trasuntar, sin levante, la citada publicación, las que aparentan estar dictadas por un fuerte y contundente convencimiento, cargados de pruebas irrefutables, por lo que las hacen aparecer como más extrañas aún, ya que siempre han quedado en solo eso, comentarios devastadores hacia actitudes y procedimientos de personas políticas y hasta corporativas, protegidos por los propios partidos políticos que representan.
En la oportunidad, me ha movido a realizar un comentario el artículo del editorialista Samuel Blixen, en el cual, entre otras cosas, titula y manifiesta:

"ENTRETELONES DE LA SUBASTA DEL AEROPUERTO"
"La subasta del aeropuerto de Carrasco es un proceso mucho más turbio de lo que se pensaba. Los elementos que impulsaron al senador Fernández Huidobro a formular denuncias contra el ministro Cáceres (y sobre los aportes económicos de Buquebus al sector presidencial) explican por qué otros ministros eran tan renuentes a aprobar el negocio. En los círculos del gobierno ya se sabía que el escándal componía de ilegalidad e implicancia."

No conforme con este copete que inicia sus comentarios, el Sr. Blixen tachona a su artículo con expresiones como las siguientes:

"Cada quien dirá si en el proceso de privatización de la operativa del aeropuerto de Carrasco intervinieron, o no, "intereses espurios", donde espurio significa "falso, ilegítimo, engañoso, bastardo, que degenera de su origen o naturaleza". Por lo pronto, la subasta que el 27 de agosto convirtió, a cambio de 34 millones de dólares, a un consorcio italoargentino en una suerte de propietario privilegiado del aeropuerto -evento que el ministro de Transporte y Obras Públicas, Lucio Cáceres, calificó como..."

Ante las tajantes denuncias que en este artículo se efectúan y que involucran a empresas privadas nacionales y extranjeras, como a notorias figuras políticas y de gobierno, no cabe más que exigirle al denunciante que presente sus pruebas ante el Juzgado Penal competente, sin más dilación.

Un correcto ciudadano que se anima a salir a la opinión pública ante órganos de prensa de notoria circulación nacional para efectuar tales afirmaciones, no cabe más que pensar que tiene las pruebas suficientes que avalan sus dichos, por lo que no se comprende como usa un medio público para efectuarlas, sin antes haberse presentado ante las autoridades que realmente correspondan, y así tratar de poner coto a hechos delictivos que nos desprestigian a nivel nacional e internacional, dado que involucran hechos que trascienden fronteras y hacen participar a gobernantes y organismos públicos en actos denigrantes.

Estamos cansados que dos por tres aparezcan arcángeles celestiales cargados de bondad y correctas actitudes, denunciando a diestra y siniestra a figuras calificadas como repugnantes y que usufructúan posiciones de gobierno solo para provecho propio y en desmedro de los demás conciudadanos y del país todo, para luego que han logrado ensuciar la moral y las conductas generalmente de oponentes políticos o que puedan tener connivencias con los que ellos no comulgan, desaparezcan del foro y diluyan las acusaciones solo en ríos de tinta en periódicos afines o en audiciones televisivas o radiales de igual porte, pero que nunca llegan para realmente buscar un fin correcto, ni arrimándose a las puertas de un Juzgado....

El tiempo pasa y las acusaciones cesan o son sustituidas por otras, hasta que el olvido diluye lo expresado, siendo solo reactivados por los mismos, al tiempo, y cuando así electoralmente les haga falta, pero ya tomándolos como un hecho cierto (¡y probado!), contundente e irreversible, aunque ellos nunca se animaron a presentarlos formalmente ante quien tiene poder y derecho a juzgarlos y condenarlos, si es que realmente las acusaciones son tan ciertas.

Tanto mal se le hace a un país y a la democracia el no darle el curso legal que corresponde a probadas anomalías que alguien comete, como el de largar a la opinión pública infundios sin las pruebas suficientes, que van menoscabando la dignidad del individuo, y más, si estos son gobernantes, lo que es aún peor, por sus consecuencias, tanto en la opinión pública, como en el menoscabo a las instituciones que esas prácticas conllevan.

El órgano que trascribe artículos de este tenor, por lo menos debería de proporcionar igual espacio y oportunidad a aquel o a aquellos agraviados, para que puedan también efectuar los descargos que crean convenientes presentar. Tanto en salvaguarda del honor personal, como por el respeto a la opinión pública, que así solo recibe una cara de la moneda, no permitiéndoseles conocer otra u otras versiones, que les permitan tomar una decisión intelectualmente independiente y justa dentro de su real saber y entender, sin que se les obligue a solo tener una versión y así ir mal moldeando una imagen negativa de un hecho o de una persona, que quizás hasta ni se lo merece.

Por principios, repudio a quienes se erigen ellos como buenos, honrados y puros, pero destrozan con adjetivos negativos a personas y hechos que dicen conocer muy bien y tener las pruebas que acreditan su decir... pero que no los tienen frente a si para poderles retrucar sus acusaciones. Y así es como siempre terminan estas acusaciones unipersonales, aunque se hagan frente a un micrófono, una cámara de TV, o una hoja de un periódico, nunca concretadas en una acusación formal, y mucho menos ante los órganos jurisdiccionales que sean competentes.

¿Porqué será?

Dejo constancia que me mueve el haber sostenido lo que dije, el solo hecho que me molesta este tipo de acusaciones sin terminarlos en el lugar que corresponde, tanto para dilucidarlos, como para castigar a los culpables, si es que así acontece.

Por eso, no es por salir en defensa de nadie que ni conozco y que ni sé ni me juego a afirmar o negar la razón o sin razón de las conclusiones a que arriba el Sr. Blixen, apoyando los dichos del Senador de la República, Eleuterio Fernández Huidobro, a que en el artículo también se hace referencia como para reafirmarlo, pues bien saben los acusados defenderse, si así lo quieren o lo entienden oportuno. Pero me molesta también, por el mal que le hacen al país, a las instituciones y a la democracia, si esos dichos solo quedan en eso: Denuncias públicas ante medios de opinión, pero no ante quienes corresponden, para así saber, claramente, quienes son unos y quienes otros, en salvaguarda de la verdad y del mejor conocimiento ciudadano.

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