Hurgando en la Web
El Uruguay que no conocemos
En el sur del continente americano, una pradera continua alberga un paisaje humano culturalmente homogéneo; geografía física suave y templada que modeló el espíritu de una comunidad ilustrada, respetuosa y tolarante, abierta a las ideas y conservadora de sus valores.
Uruguay se ubica entre los 30º y 35º latitud sur y 38º y 53º longitud oeste. Tiene una superficie total de 177.508 km² y ejerce su soberania sobre 136.935 km² de islas y aguas marinas, fluviales y lacustres. Porque Uruguay, esta casi totalmente rodeado de aguas; únicamente al norte, la mayor parte de la frontera con Brasil se marca en tierra. Al oeste, las planicies caen sobre el río Uruguay, límite con Argentina; y, sobre el Río de la Plata y el Océano Atlántico, 650 kilómetros de costas bajas y arenosas constituyen uno de los mayores atractivos del país.
Situado en una zona de transición entre el macizo brasileño y la llanura pampeana argentina, el paisaje uruguayo se desenvuelve en suaves lomadas donde predominan las praderas, vivificadas por ríos, arroyos y lagunas. El caudaloso Río Negro cruza el territorio de noroeste a suroeste y separa los dos sistemas de cuchillas que definen la topografía: la Cuchilla de Haedo, al norte y la Cuchilla Grande, al sur. La altitud media no supera los 140 metros y la mayor altura es el Cerro Catedral -514m- en el Departamento de Maldonado.
Uruguay disfruta de un clima templado, con temperaturas medias anuales entre 16º y 20º C. El otoño (abril-mayo) es la estación mas lluviosa; el promedio de precipitaciones varía entre los 950 y 1300 milímetros anuales. Los vientos soplan libremente en esta tierra abierta, sin barreras significativas que los detengan. El viento Norte, de origen tropical, trae nubosidad e inestabilidad que el viento Suroeste o "Pampero", frío y seco, limpia rápidamente. Del Sureste llega, oceánico y húmedo, el responsable de las tormentas invernales conocidas como "sudestadas".
Se ha dicho que, en guaraní, la voz Uruguay significa "río de los caracoles" o "de los pájaros". En sus comarcas, mas de 400 especies de aves nativas, muchas de ellas crepusculares, ocupan distintos hábitats. Los Humedales del Este son, ademas, punto intermedio en la migración de las aves que hacen trayecto desde la Antártida al Canadá. De las 72 especies de fauna nativa que habitan el territorio uruguayo, se destacan el venado de campo, el guazubirá, el carpincho, la mulita, todos animales actualmente protegidos.
La flora indígena suma unas 2000 especies diferentes entre arbustos, pastos, plantas y árboles. Cinco tipos de montes naturales ocupan una superficie de 667,4 mil hectáreas; el monte de galería que, entre variadas especies, presenta al ceibo, árbol de la flor nacional; el monte de parque -algarrobal y espinillar-; el monte de quebradas; monte serrano y los palmares -palma Butiá y palma Yatay-. Uruguay posee, en Rocha, el bosque de ombúes mas extenso del mundo. Varias especies exóticas se han adaptado al suelo uruguayo y conforman también extensos montes de pinos, acacias y eucaliptos.
Cuando llegaron los españoles, encontraron a esta tierra poblada por indígenas -charrúas, yaros, guenoas, chanáes- de cultura nómade. Pero más allá en el tiempo, tribus recolectoras y cazadoras testimoniaron su presencia en las pinturas rupestres halladas en Colonia, San José, Flores, Florida y Durazno; y los grabados en piedra, al norte del Río Negro, desde Artigas a Paysandú.
Juan Díaz de Solis capitaneaba la nave que en 1516 dio con el Ro de la Plata. Convencido de haber hallado el paso entre los dos océanos, exploró sus riberas para encontrar la muerte a mano de los charrúas. Los españoles no perseveraron demasiado en una región que carecia de metales o piedras preciosas y abundaba en indios aguerridos. Fue Hernandarias, gobernador de Asunción que, a principios del S. XVII, intuyó una posible riqueza para estas praderas y las pobló con ganado. Setenta años después, mientras los franciscanos cristianizaban a los aborígenes desde la Villa de Soriano y los jesuitas emprendian su tarea de civilizacion en el alto Uruguay, millares de vacunos atraían a los faeneros de la corambre que cruzaban el río y la dudosa frontera norteña para hacerse de los cueros. La Banda Oriental era un paraíso para las correrías de esos hábiles jinetes, tan cimarrones como el ganado que perseguían, en quienes fermentaba el tipo humano oriundo de esta tierra: el "gauderio" o gaucho.
Vivió en llanuras y serranias, a su arbitrio y con singulares posesiones que definian su código varonil y patriarcal: su caballo, su recado y riendas de fino cuero, espuelas nazarenas, el facón de rica empuñadura. La ginebra y la riña eran sus vicios; el juego y la "payada", su entretenimiento; el brillo de la plata en sus aperos, su lujo. De los indios guaraníes el gaucho heredó tambien un hábito que legaría a la sociedad uruguaya: el mate.
El mate es una bebida, pero mucho mas que eso es un ritual que se adhiere a la orientalidad de manera casi emblemática. Las hojas desecadas y picadas del árbol de la yerba-mate son el principio básico de esta infusión que se desgusta dentro del "mate", calabaza seca, y se succiona con un canuto metálico denominado bombilla.
La riqueza ganadera de esta tierra y su ubicación estratégica sobre el Plata despertaron la codicia de los portugueses que en 1680, aventuraron la fundación de Nova Colonia del Sacramento en las narices de Buenos Aires. España reaccionó y desde entonces, varios acuerdos firmados en Europa se deshicieron en las luchas en Ameérica, hasta que en 1777, el Tratado de San Ildefonso otorgó el territorio, definitivamente a la corona española.
Los movimientos independentistas de principios del S. XIX iluminan la figura del prócer nacional, José Gervasio Artigas, conductor de la Revolución Oriental iniciada en 1811 con el triunfo de la batalla de Las Piedras. Tras sitiar Montevideo y liderar el Exodo de los Orientales, Artigas se opuso al centralismo de Buenos Aires desarrollando con vocación federalista y republicana una fuerte actividad militar y política que llegó a su cuspide en la fundacion de villa Purificación. Para entonces, la invasión portuguesa habia comenzado y Artigas, abandonado a sus fuerzas fue derrotado en Tacuarembó y se exiló en Paraguay. Cinco meses después, el Brasil se anexaba la Banda Oriental con el nombre de Provincia Cisplatina.
En 1825, Juan A. Lavalleja, con un grupo de patriotas y bajo el lema "Libertad o Muerte", partió de la ribera bonaerense y desembarcó en la playa de La Agraciada para proclamar la independencia de Brasil. A la heroica gesta de los Treinta y Tres Orientales se sumaron más patriotas; entre ellos, Fructuoso Rivera quien se aplicó a la recuperacion de los territorios del norte. Los hechos desencadenaron una guerra entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Brasil, enfrentamiento en el cual medió Inglaterra para lograr finalmente la paz en base al reconocimiento, por parte de los contendientes, de Uruguay como nación autónoma.
En julio de 1830 se juró la Constitución de la República. Las primeras elecciones consagraron presidente a Fructuoso Rivera, a cuya política se opusieron Lavalleja y Manuel Oribe, quien sería su sucesor en el gobierno. El enfrentamiento entre Rivera -colorado- y Oribe -blanco- desencadenó un largo conflicto civil en el que no poca participación tuvieron Argentina, Brasil, Francia e Inglaterra. A partir de entonces quedaron definidas las dos posturas que signaron la vida política del país durante más de un siglo: los colorados y los blancos. Pasaría mucho tiempo antes de que una nueva fuerza política quebrara el bipartidismo del escenario político. Hoy, el Frente Amplio, coalición de izquierda, es la tercera fuerza política del país.
La estabilización de la República se forjó durante los primeros treinta años de este siglo en torno a José Batlle y Ordóñez y los presidentes electos hasta 1931. Una legislación electoral y social de avanzada y una pujante prosperidad económica convirtieron al Uruguay en un país que despertó admiracion entre las naciones de Latinoamerica. Durante el S.XX, en dos oportunidades, se estableció una jefatura de Estado Colegiado. Actualmente, el país se rige por un sistema presidencialista con legislativo bicameral. El Poder Judicial tiene su máxima representación en una Corte Suprema de cinco miembros designados por la Asamblea General Legislativa.
Administrativamente, el Uruguay esta dividido en 19 departamentos, cada uno de los cuales cuenta con un gobierno municipal constituido por un Intendente y una asamblea legislativa departamental.
Hacia fines del S. XIX se produjo un intenso flujo inmigratorio; europeos de todas las nacionalidades y en especial, italianos y españoles, llegaron con sus costumbres, gustos y conocimientos. El indio habia prácticamente desaparecido y los negros -que no se habian movido casi de Montevideo desde que sus abuelos llegaran como esclavos en época de colonia- reunian una cifra poco representativa del país. Ya en el primer tercio del siglo Uruguay tenía una población casi totalmente blanca.
Segun el censo de 1996, la población alcanza los 3.2 millones de habitantes, de los cuales Montevideo aglutina el 43 por ciento. Casi el 85 por ciento de los habitantes residen en las ciudades. El crecimiento demográfico anual medio ronda el 0.8 por ciento, índice que está entre los mas bajos de América. Uno de sus rasgos más específicos es el envejecimiento de la población, cuyas tasas son similares a las europeas.
La sociedad uruguaya se ha caracterizado siempre por su elevado nivel de educación, sanitario y de seguridad social. Además de ser el único país de Sudamérica en donde no se han registrado casos de la finisecular epidemia de cólera, datos de 1987 indicaban la existencia de 1 médico cada 445 habitantes, 1 cama hospitalaria por cada 127 habitantes.
El índice de alfabetización alcanza el 95,3 por ciento. La enseñanza primaria y de primer ciclo secundario es laica, gratuita y obligatoria. La Universidad de la República, también gratuita, cuenta con diez facultades y existe, además, enseñanza privada en todos los niveles.
El arte y el intelecto tienen en Uruguay nombres que prestigian la cultura universal. No podía ser de otro modo en un país que privilegia la educación. La cultura nacional comenzó a cimentarse con la consolidacion de la República.
Ya a principios del S. XIX, los "Cielitos" y Diálogos Patrióticos de Bartolomé Hidalgo iniciaron la literatura gauchesca en el continente y Zorrilla de San Martín abrevó en lo nacional para impulsar una literatura propia. Desde entonces, las letras uruguayas dieron al pa[is y al mundo la poesía inmortal de Juana de Ibarbourou, el nativismo de Silva Valdéz, el pensamiento de Vaz Ferreira, el vigor narrativo de Horacio Quiroga, la estatura crítica de Angel Rama y Rodrígez Monegal, la profundidad de Onetti, la pintura social de Benedetti, la observación lúcida de Carlos Maggi, sólo por nombrar unos pocos -poquísimos- entre los muchos que enorgullecen la intelectualidad oriental.
Desde aquella primera Casa de Comedias erigida en 1793 en un predio que hoy ocupa el Palacio Taranco, el gusto por el arte dramático ha sido caracteristica nacional. La escena uruguaya se prestigió con la puesta de piezas universales; en lo nacional, gano identidad con las obras de Florencio Sánchez y se cimentó con la tarea de personalidades como Margarita Xirgu, Angel Curotto, Zabala Muniz, Juan Carlos Brussa y Atahualpa del Cioppo. Tanto la Comedia Nacional como el teatro independiente brindan permamentemente espectáculos de excelente producción y alto nivel artístico.
En pintura, fue Juan Manuel Blanes el primero en reflejar, en sus obras, hechos y personalidades de la historia del país, además de los gauchos y su rutina. Con él se inicia la larga nómina de artistas que ubican a la pintura uruguaya en un puesto destacado en el mundo entero.
En la obra de Pedro Blanes Viale, el paisaje oriental vivificó sus luces al sumergirse en la corriente impresionista. Desde él, casi todos los maestros uruguayos se formarían en Europa, pero todos regresarían. Algunos para morir, como Carlos Federico Sáez, el macchiaiolo. O como Rafael Barradas, que vivirá en España tras deambular por Italia y alcanzar en sus cuadros una variante personal del futurismo, alternará con Dalí, Torres García, Borges, García Lorca y plasmará los rostros de los campesinos aragoneses. Otros evolucionarían en un ir y venir enriquecedor. Tal el caso de José Cúneo, que pintará lunas y ranchos en un lenguaje expresionista, alcanzará el surrealismo en sus paisajes a distancia, retornará a los pinos puntaesteños y finalmente, convertido en Perinetti -su apellido materno- incursionará en el abstracto. O el polifacético Pedro Figari, cuya pintura histórico-costumbrista rescata el pasado colonial: fiestas, patios, escenas de la vida cotidiana en una suerte de impresionismo intimista.
Con la aparición de Joaquín Torres García, creador de la escuela Univesalismo Constructivo, el arte uruguayo marcó su influencia en Europa e inició una escuela que dió mas nombres a la pintura: Augusto y Horacio Torres, E. Ribeiro, A. Ribeiro, J. Gurvich, G. Fonseca, F. Matto, M. Lima.
La música en Uruguay fue y es cultivada en todos sus géneros, desde las obras corales y de cámara de Eduardo Fabini hasta la música folclórica nativa.
Hijo, acaso, del flamento y la milonga, el Tango nació en bares y prostíbulos, en las "orillas" de las ciudades. Más tarde, se introdujo en los salones hasta conquistar por completo el gusto popular. Desde Francisco Canaro y Gerardo Matos Rodríguez, autor de "La Cumparsita", hasta Horacio Ferrer, sin olvidar al inmortal Carlos Gardel, muchos son los nombres que ilustran la historia oriental del "dos por cuatro". En la actualidad, la asociacion Joventango se ocupa de la dificusion de esta expresión musical. El Festival del Tango es una cita obligada, en la que conjuntos y solistas irrumpen con la música ciudadana en el Teatro Solís.
Otro ritmo que caló hondo en el espíritu uruguayo tiene sus raíces en la cultura africana: el candombe. Tres o cuatro tambores son suficientes para que comience el juego de improvisaciones musicales y movimiento callejero que, invocado como un mantra, va cautivando el cuerpo y el espíritu. Asociado a un festejo popular o en las comparsas "lubolas", el candombe es siempre un espectáculo de color y alegría contagiosa. Durante el Carnaval se forman grupos tamboriles que recorren las calles en un baile de máscaras, disfraces y murgas.
Toda una vertiente de resabios folclóricos generó, durante los sesenta, el llamado Canto Popular que, iniciado como expresión de protesta llega al presente con menor carga ideológica pero igual fuerza. Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa, José Carbajal son solo algunos de sus muchos cultores.
Como el mate, el fútbol identifica a los uruguayos y los une en una pasión sobre la que se opina, discute y polemiza hasta el cansancio antes o después de cada partido. Con este deporte el Uruguay ha conquistado dos títulos olímpicos, dos campeonatos mundiales, catorce americanos y la Copa de Oro en el campeonato de campeones del mundo de 1980. A nivel local, decenas de clubes de todo el país promueven el fútbol desde la infancia, pero indudablemente dos de ellos se disputan la preferencia de los uruguayos: Peñarol y Nacional, rivales clásicos, cuyos encuentros en el Estadio capitalino son esperados siempre con ansiedad.
El hipismo, el automovilismo, el básquetbol tienen también numerosos adeptos, y el ciclismo, otra pasión uruguaya, ha prestigiado al país con varios lauros internacionales. Dos competencias anuales reúnen ciclistas de todo el país: Rutas de América, en carnaval, y la Vuelta Ciclista del Uruguay en Semana de Turismo.
Si a este panorama sumamos la ausencia de conflictos raciales o religiosos, su proverbial seguridad -fisica, juridica y financiera- y el respeto hacia el otro sea cual fuere su condición y procedencia, es facil entender que el Uruguay sea uno de los países con más alta calidad de vida en el sentido moderno del término. El ser de Uruguay involucra, naturalmente, mucho mas de lo dicho en estas breves lineas. Acaso en lugar de decir Uruguay, sea necesario verlo. Y mucho mejor que eso, vivirlo.
Material de: http://asiesuruguay.mailcom.net/
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