«La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido»
H.P.Lovecraft
Abundan ejemplos en la historia en los que el miedo ha sido un instrumento de sometimiento. El miedo ha servido para generar odios, para perfilar enemigos, para anular voluntades. Cómo dice Lovecraft el miedo más antiguo e intenso es el miedo a lo desconocido. Lo desconocido ha sido a veces lo incomprensible, otras veces lo distinto. Como herramienta el miedo sirve para contrarrestar la razón y ha sido instrumento político justamente por eso.
Miedo, odio, sumisión, pasiones irracionales, locura colectiva. El miedo es un arma muy poderosa y funesta.
Despierta el miedo a lo desconocido, atribuye a un enemigo poderoso las desgracias reales o inventa desgracias nuevas y procura que la gente odie. Canaliza ese odio, muéstrate como protector, se redentor del miedo colectivo. Es la sencilla receta con la que se han construido las experiencias más atroces que la memoria humana recuerde.
Sin embargo el totalitarismo es solo una consecuencia extrema de la política del miedo, y el temor como arma política no es solo una herramienta de los totalitarios.
A él se recurre con mucho más sutileza y muchas veces pasa casi inadvertido.
Cuanto más solapadamente se utiliza más efectivo se vuelve. Las barreras de la desconfianza que suelen protegernos de las maniobras burdas nada pueden hacer cuando el miedo a lo desconocido es aplicado en pequeñas dosis, cuando el mensaje aterrador va suministrándose de a poco y en lógica secuencia.
Las piezas sueltas no provocan por si mismas una reacción racional pero cuando el mensaje completo ha sido digerido es tarde. El miedo se ha apoderado de nosotros y la razón deja de guiar nuestras conductas.
Es así que quedamos atrapados y así que terminamos siguiendo mansamente los más disparatados desvaríos de los que juegan con nuestras emociones para convertirnos en sus ovejas.
Víctimas del miedo somos incapaces de identificarlo como el causante de nuestro propio comportamiento. Victimas del miedo somos incapaces de descubrir al victimario. Victimas del miedo somos incapaces de reconocer la mentira.
Siendo víctimas del miedo somos víctimas sin saberlo.
Por temor a lo desconocido
En octubre los uruguayos tendremos que tomar la decisión de incorporar o no la propiedad estatal de los recursos hídricos al texto constitucional, una cuestión mucho más importante que la propia elección de los gobernantes pues con este plebiscito estaremos definiendo hacia donde vamos como país.
Según una encuesta de la consultora Fáctum la mitad de los ciudadanos no sabe cual será su opción frente al proyecto de reforma constitucional impulsado por la autodenominada "Comisión Nacional en Defensa del Agua y la Vida", lo que revela la gran confusión reinante. Confusión que los propios impulsores del proyecto se han encargado de crear, y que acá intentaremos contribuír a despejar.
No hay argumentos racionales que den validez a la propuesta y sus autores lo saben. Ora los mueva la ignorancia, el prejuicio ideológico o el simple interés económico lo cierto es que la reforma y sus argumentos solo pueden ser defendidos y promocionados apelando al miedo. Al miedo a lo desconocido.
Ya el nombre de la comisión refleja esta estratégia terrorista: ... "en defensa del agua y la vida". Desde el vamos se nos alerta con que hay alguien que está atacando la vida y el agua y la comisión vendría a ser el paladín defensor que con su proyecto nos protegerá de la voracidad de los agresores. Si ellos están en defensa de la vida, quiere decir que alguien la está atacando.
Los argumentos que la mencionada comisión esgrime no revisten análisis racional y son todos apelaciones al miedo y la angustia que nos provoca lo desconocido.
Veamos algunos argumentos:
Dice la comisión:Para que no privaticen el agua, porque privatizar el agua es privatizar la vida.
Gracias a Dios nuestra vida es nuestra y no propiedad del estado o de la "comunidad", por más que a veces parezca lo contrario. Su vida ya es privada y usted es el propietario. ¿Qué quieren decir los de la comisión? Quieren decirle que si el proyecto no se aprueba a usted le quitarán la vida, se la robarán privatizando el agua.
Dice la comisión: Para garantizar a toda la población el acceso al agua potable necesaria para la vida.
¿Estuvo garantizado para toda la población el acceso al agua potable antes que la provisión del servicio estuviera concesionado en algunas zonas? El agua es provista por privados en solo algunas zonas de nuestro país, el resto está en manos de la OSE. ¿Todos los uruguayos tenemos agua potable en nuestras casas? O es acaso que no hay personas que no tienen agua potable en sus casas y deben caminar cuadras hasta precarias canillas comunitarias. Qué tiene que ver, en definitiva, el recurso de la propiedad estatal garantizada constitucionalmente con la infraestructura necesaria para proveer el vital fluído. Nada. Pero a Usted le meten miedo diciendole que sin la reforma no hay ninguna garantía para que, tenga o no agua potable, la tenga en el futuro.
Dice la comisión: Porque las experiencias de Uragua y Aguas de la Costa en Maldonado nos demuestran que la gestión privada aumenta los costos para el usuario, disminuye la calidad del servicio y no preserva el medio ambiente
Ahora el miedo reside en que el agua suministrada por los privados es tan cara que Usted no podrá pagarla. Es verdad que las tarifas de Uragua son escandalosas y que esto es consecuencia del monopolio otorgado a la empresa. Si en vez de concesión hubiera transferencia real de la propiedad y si en vez de monopolio hubiera libre competencia las tarifas abusivas no serían posibles. Pero el argumento de que la provisión del agua por parte del estado es menos costosa para el usuario es de una falsedad absoluta. Sucede que los costos de la OSE no figuran todos en la boleta que paga el usuario sino que son asumidos por los contribuyentes con sus impuestos. Sea o no deficitaria la OSE, los bienes de capital y el monopolio que usufructúa son costos que asumimos todos los uruguayos por "fuera" de la boleta de agua que nos llega a fin de mes.
También nos dicen que los privados están dañando el medio ambiente y el miedo es a que el deterioro termine afectando nuestra calidad de vida. Si eso es así, ¿es acaso la solución transferir la operación al estado, el principal contaminador del medio ambiente de nuestro país? La solución no parece lógica y todo se resume a meternos miedo.
Dice la comisión: Porque el agua no es una mercancía, su valor no se puede reducir al precio del mercado.
Si la provisión de agua potable requiere inversión, trabajo, ingenio y el agua no es en sí un bien ilimitado entonces se trata de un bien escaso. Y si se trata de un bien escaso entonces tiene valor económico cuyo precio es necesario determinar. La reducción de su precio al que determina el mercado es la mejor forma de conocer cual es el precio real de todo bien económico, pero la Comisión le advierte que si el precio es determinado por el mercado el agua será carísima. Lo que no le dice la Comisión que el Estado no lo protegerá de precios caros y si no fíjese lo que ocurre con la nafta cuyo precio es determinado por el mismo estado al que queremos recurrir en "defensa del agua". Sube cuando el petroleo sube, pero jamas baja cuando el petroleo baja.
Dice la comisión: Para que la gestión del agua sea publica, participativa y con criterios ecológicos y sociales.
Para la comisión, si la gestión no es estatal no es pública ni participativa y los criterios no serán ecológicos ni sociales, o sea, Usted estará jodido, se quedará sin agua y padeceremos desastres ecológicos y sociales. Tiene Usted miedo a todo ello, pues protéjase votando la reforma constitucional.
Terrorismo, fantasías e intereses creados
Los de la comisión están apelando al miedo de las personas para dar curso a sus fantasías y responder a verdaderos intereses creados (que muchas veces no son intereses reales sino producto de otros miedos y otras fantasías).
La fantasía de moda es que el agua será en algunos años un recurso tan escaso que provocará guerras, y que es nada mejor puede ocurrirnos que estar "sentados" en millones de metros cúbicos de agua enterrados pues –de la noche a la mañana- seremos ricos gracias a la gestión estatal de dicho recurso. El agua, suponen, será una formidable fuente de ingresos para nuestros nietos o tataranietos. Si existe algún resquicio que permita que el sector privado explote el recurso, entonces no será el estado sino los privados quienes se apropien de las ganancias fabulosas que el agua brindará.
A quién le puede importar entonces que buena parte de la población más pobre de nuestro país no cuente hoy con agua por cañerías, a quién le puede importar hoy que existan localidades enteras que no cuenten con saneamiento si en el futuro tendremos tamaña riqueza para repartir desde el Estado.
En el fondo, con el miedo, le están ocultando que piensan que es preferible que Usted no tenga agua o saneamiento porque llegará el día que el agua sea una fuente inagotable de ingresos. Podrían decirle la verdad pero se la ocultan porque temen que Usted no elija como ellos quieren. Le meten miedo para que no pueda decidir con la razón.
Supongamos por un instante que el agua será mañana un recurso del que los poderosos del mundo buscarán apropiarse hasta por la fuerza: ¿cree Usted que la propiedad estatal del agua consagrada constitucionalmente haría que los "sedientos imperialistas" no se apropiaran de nuestro recurso? La propia idea es tan ridícula que se cae por su propio peso.
¿Recuerda haber sentido mencionar alguna vez a Malthus? Según las profecías de este economista hoy estaríamos en el mundo comiendonos los unos a los otros y padeciendo hambrunas generalizadas. Sin embargo, a pesar de que hay en este mundo mucha gente que padece hambre producimos alimentos para satisfacer holgadamente todas las necesidades de alimentación del planeta y podemos seguir reproduciendonos tranquilos.
Si por entonces se hubiera formado en el país una "Comisión pro defensa del trigo y la carne" esperando que las hambrunas nos hicieran ricos entonces los únicos muertos de hambre hubieramos sido nosotros.
Gustavo Hernández Baratta
Buenos Aires, 9 de agosto de 2004