Un matrimonio llevaba muchos años casados y no había logrado tener descendencia. Habían consultado a muchos doctores y recurrido a todos los tratamientos, pero sin obtener un resultado positivo.
Por fin, un médico encuentra la causa del problema... Resulta que la causa del problema es que el marido era estéril y no podía engendrar.
- ¿Ahora qué hacemos, doctor? -, preguntaron ambos.
- Bueno, algunas parejas recurren a la fecundación "in vitro", pero es una técnica muy costosa, y se usa preferentemente cuando es la mujer la que tiene problemas para quedar embarazada.
Este método suele fallar, a veces. Otras parejas utilizan algo mucho más sencillo y natural, buscan un padre sustiuto -, dice el médico.
- Y...¿qué es un padre sustituto -, pregunta la señora.
- Es un hombre seleccionado con mucho cuidado y que hace, por una sola vez, las funciones del esposo, de modo que la mujer quede embarazada.
La señora vacila un poco, pero su marido le dice al doctor que él no tiene inconveniente en seguir ese método con tal de que su mujer vea realizada la ilusión de convertirse en madre.
Y en efecto, pocos días después y por mediación del doctor, se contrata a un joven y se concierta una cita para que al siguiente domingo por la mañana, ausente el marido de la casa, vaya a visitar a la señora y cumpla su tarea.
Sucedió, sin embargo, que un fotógrafo de niños, que había sido llamado a una casa cercana para retratar a un bebé, se equivocó de domicilio y ll egó al d e la señora en cuestión:
- Buenos días, señora, vengo por lo del niño-, se presenta el fotógrafo.
- Mmmm..., sí, pase usted. ¿Quiere tomar algo? -, dice tímidamente la señora.
- No, muchas gracias, el alcohol no es bueno pa mi trabajo. Lo que quisiera es comenzar cuanto antes -, dice el fotógrafo.
- Muy bien, si le parece vamos a la habitación -, dice la señora.
- Puede ser allí, pero también me gustaría una aquí, en la sala, dos en la alfombra y otra en el jardín -, afirma el fotógrafo.
- Pues, ¿cuántos van a ser? -, se alarmó la señora.
- Ordinariamente, cinco en cada sesión, pero si la mamá coopera, pueden ser más, todo depende.
Y sacando del portafolios un álbum le dice:
- Me gustaría que viese antes algo de lo que he hecho, tengo una técnica muy especial y única que ha gustado a muchas señoras.
Por ejemplo, mire el retrato de este niño tan bonito. Lo hice en un parque público, a plena luz del día. ¡Cómo se acercó la gente para verme trabajar! Esa vez me ayudaron dos amigos, porque la señora era muy exigente. Con nada podía darle gusto.
Para colmo, en esa ocasión tuve que suspender el trabajo porque llegó una ardilla y comenzó a mordisquearme el equipo.
La señora, estupefacta, escuchaba todo.
- Ahora, vea estos mellizos. En esa ocasión sí que me lucí; todo lo hice en menos de cinco minutos. Llegué y ¡paf paf!, dos tomas, y mire los gemelos que me salieron
La mujer estaba cada vez más asustada.
- Con esté niño, batallé un poco más, porque la mamá era muy nerviosa, hasta que le dije: Mire señora, usted vuélvase hacia el otro lado y déjeme hacer todo a mí. Ella se volteó, y yo pude hacer mi trabajo.
A estas alturas la señora estaba ya a punto del desmayo.
Y el hombre, guardando su álbum, le dice:
- ¿Quiere que comencemos ya, señora?
- Cuando usted diga -, mani fiesta l a señora.
- Está bien, voy por mi trípode -, dice el fotógrafo.
- ¿Trípodeeee? -, dice temblando la señora.
- Sí, comenta el fotógrafo, es que, usted sabe, mi aparato es muy grande y necesito un trípode para apoyarlo y estabilizarlo, porque ni con las dos manos puedo sostenerlo bien...¿Señora? ¿señora? ¡señoraaaa!
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