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Por Helena Arce

Las consecuencias de las crisis en los uruguayos

El impacto de la profunda  recesión  que vive el Uruguay ha hecho que los uruguayos quedáramos shockeados. Venimos de un periodo de profundo consumismo,  consumismo alentado por el dinero fácil de plástico,  por las ofertas de financiaciones fáciles y baratas que nos bombardeaban. A eso sumemos  la invasión de la tecnología que nos trajo todas las innovaciones del mundo al alcance de las manos. El  estímulo a consumir se aumentó con la invasión de las mercaderías importadas que se nos ofrecían a precios accesibles,  aún para los menos pudientes.

Al quedar demostrado que el modelo económico que se implantó en el Uruguay, no era  eficaz para hacer frente a la crisis mundial de la economía, y en particular a los vaivenes económicos de nuestros vecinos; o.  simplemente que los   responsables de la conducción económica del país no pudieron tomar, o supieron tomarlas, a tiempo  medidas adecuadas para que el  impacto no fuese tan profundo y el Uruguay no quedara desamparado. Pero en realidad  los que quedamos desamparados somos los uruguayos, las familias uruguayas

Hay una Deuda Externa muy importante, que se ha podido refinanciar, el tiempo dirá si la refinanciación que se obtuvo fue la adecuada.

Pero existe  un problema más importante que se ha desatado en el Uruguay, a raíz del consumismo en que nos habíamos sumergido,   al   cambiar abruptamente las condiciones de la economía, y es la deuda interna que mantienen los uruguayos, la deuda de las familias uruguayas, que mantenían un nivel de endeudamiento acorde a sus ingresos, pero que    al despatarrarse la economía del país, se produjo en consecuencia una baja sustantiva en los ingresos de las familias uruguayas, y en muchas de ellas la ausencia de ingresos, ante los sucesivos “achiques” de unas  empresas y  cierres de otras. Esto llevó a que las familias uruguayas tengan un endeudamiento al que no pueden hacer frente, y por más buena voluntad que los acreedores menos poderosos han puesto, refinanciando deudas, perdonando otras, aún así se vuelve imposible hacer frente a esta situación. Ello sin  mencionar  el alza de las tasas de interés que ha vuelto impagable prácticamente la  deuda   generada por el uso del dinero plástico.  No hace falta mencionar lo que le ha ocurrido a quienes tenían deudas en dólares, muchas de ellas contratadas más de dos años antes que viniera la debacle.  Mientras las familias uruguayas no puedan hacer frente a sus deudas, y retomar su posibilidad de sustento, no podrán gastar, por lo que no habrá crecimiento en la actividad de la economía, las empresas no recaudarán y por lo tanto no se tributarán impuestos, y aunque se pretenda recaudar aumentando el precio de las tarifas públicas, lo único que se logrará es que las familias uruguayas bajen más aún el consumo de estos bienes, bajando bienestar, aumentando costo social, y el déficit del gobierno no bajará pues no aumentará la recaudación. Y esto hará que tampoco se pueda hacer frente a la deuda externa.

En economía existe una fórmula que establece que la inflación crece proporcionalmente con el dinero que circula en la economía, y por ello para que esta no aumente   se disminuye la circulación de ese dinero. Existe también el problema del tipo de cambio y las expectativas de las personas, si hay dinero circulante existe el peligro que la gente aumente la demanda de moneda extranjera y por ello también se recomienda reducir el dinero circulante en la economía.

Ahora bien la inflación es un hecho, la devaluación también, y ante la situación de endeudamiento de las familias uruguayas estas deben servir sus deudas, si les queda algún remanente luego de tratar de solventar su reducida subsistencia, por lo cual es poco probable que con más circulante les quede remanente para invertir en moneda extranjera.

Sumemos el hecho de que en afán de la apertura al mundo se ha desbaratado todo el sistema productivo del país, más la alta carga impositiva que soportan las empresas y las familias uruguayas, no existe en el Uruguay circulante,  no hay fuentes de trabajo, existe una altísima oferta de trabajo y una escasísima demanda del mismo, ello hace que el precio del trabajo, o sea lo que se le remunera a una persona por hora trabajada, sea muy bajo.

Llegarán nuevos préstamos de los organismos internacionales. En qué van a ser invertidos?  Serán para financiar la banca?  O  para crear puestos de trabajo que hagan que aumente la oferta del mismo, y las familias uruguayas puedan, aumentando al fin sus ingresos, poder pagar su subsistencia y servir las deudas contraidas?  

Existe una gran emigración, se van los que no tienen como subsistir, pero también se van quienes si lo tienen,  llevándose todo lo que pudieron ahorrar y no perdieron en la caída del sistema bancario, a otro país para invertirlo allí. Por qué no lo invierten aquí?  La respuesta es obvia, han perdido la confianza en el Uruguay  y en su conducción política, en la que gobierna y en la oposición. La conducción de los sucesivos gobiernos ha dejado al país expuesto a los vaivenes económicos de la economía mundial, sin permitirse el preservar algún instrumento que permita a las familias uruguayas seguir viviendo en paz, con un bienestar  económico fruto de su trabajo,  se fomentó la venta de las empresas uruguayas  a empresas extranjeras, que lo único que hacen  es cerrar esas empresas, para eliminar la posible competencia.    Me van a saltar diciendo que Uruguay no es competencia para nadie, y yo les digo sí señores lo es, porque tenemos calidad, lo logramos con los vinos, lo estamos logrando con la miel, podemos apostar a la excelencia. Pero para ello en vez de tener un “país estatizado”,  donde todo gira en la órbita del Estado, que se ha convertido en un organismo en sí mismo, deberíamos tener  un  Estado regulador y protector de la vida de las familias uruguayas.  Un Estado que fomente y defienda la calidad,  de sus productos, de su gente, de su arte, de su música, etc..

Y sigamos con el tema de por qué se van también los que podrían quedarse y se llevan sus “dinerillos”; porque tampoco confían en la oposición que nos ofrece  volver al pasado, a qué pasado? Si el pasado no existe, el pasado ya fue, en este mundo de hoy,  altamente tecnificado, globalizado sin vuelta, debemos ir hacia el futuro. Tenemos una oposición que lo único que hace es decir no, aún a sus propias propuestas.

El país será viable en la medida que las familias uruguayas lo encuentren viable para seguir viviendo en él,   para eso necesitamos gobernantes que tengan visión de futuro, creativos,  y que entiendan que la gente debe tener trabajo, que les permita generar sus propios ingresos, y   hacer frente a sus deudas, las ya generadas, y a tener esperanza en poder seguir viviendo de su trabajo. Y que los uruguayos sabemos ajustarnos el cinto cuando hay que hacerlo,  pero una cosa es ajustarse el cinto y poder seguir, y otra muy diferente es perder toda expectativa de un futuro bienestar.

Y por sobre todo,   gobernantes que tengan presente que la economía es una ciencia social, por ello las fórmulas matemáticas que en ella existen no son exactas,   pues están en función de la gente, de cómo la gente reacciona a los estímulos, a la información que recibe, a la confianza que tiene en lo que va a suceder,  y por sobre todo en como accede la gente a esa información.

Es increíble, aún en el mundo, fue merecedor de  un Premio Nobel  de Economía, quien “descubrió” que no todos los agentes económicos llegan a la información del mercado de la misma forma y en el mismo tiempo y ello desvirtúa la exactitud de las leyes de la oferta y la demanda,  eso deberían tenerlo presente todos los economistas desde él vamos, desde el primer día de clase cuando se analiza que tipo de ciencia es la economía, si es una ciencia exacta o es una ciencia social, y les hablan de las variables   que pueden ser cambiadas y las que no pueden ser cambiadas.

También es cierto que estos pequeños países, como el nuestro tienen poca capacidad de  maniobra en el concierto de la economía mundial, pero ello solo afirma mis dichos, es como en una familia, si mis hijos son pequeños debo cuidarlos más.  Nuestros gobernantes deben ser hábiles negociantes, que estén atentos y al servicio de su pueblo,  buscando antes que nada el bienestar de su pueblo, ello les devolverá la posibilidad de volver a ser gobernantes, ya no tendrán que buscar mecanismos para formar listas que les aseguren su trabajo, el de sus familias y el de sus amigos. .

Quien quiera gobernar este país en el futuro debe asegurarse antes que anda, en  devolverle la confianza  a las familias uruguayas, en estar preparado  para  entender  que  éstas necesitan antes que nada trabajo,  mostrarles el plan que van a desarrollar para ello, cumplirlo, y  estar dispuestos a ser  ellos, quienes primero se ajusten el cinto.

Pero además los uruguayos en general debemos entender que si queremos un país viable, debemos colaborar a que éste lo sea, trabajando aquí como estamos dispuestos a hacerlo afuera,  pensando en Uruguay y que es lo mejor  para él, y no para la chacra de cada uno. Dejando el pasado atrás y construyendo para el futuro, para el futuro de nuestros hijos.