" Haz de Internet una gran plataforma de comunicación, no la conviertas en una cloaca de maldad" preHacker.Hacker Digital.
Año II - Nº 73 - Uruguay, 9 de Abril del 2004

Ruanda, el recuerdo del olvido
Libre Comercio
Los grandes olvidados
Ojos uruguayos en Brasil
La crisis previsible
Anécdotas Bancarias: En el Aeropuerto
Nuestro primer asado de pelibuey

1000 Mujeres candidatas al Premio Nobel de la Paz 2005

Así Somos
Los árabes en la frontera
Hurgando en la Web
Esclavos del Siglo XXI
Madrinas por la vida
Chairando ideas
Sucedió en España
Brasil culpa a EE.UU.
En busca de Malcolm X
La Cocina Uruguaya
Rincón de Sentimientos
El Interior también existe
Olvidémonos de las Pálidas
Las Locuras de El Marinero
Correo de Lectores

 
Mil cosas han sucedido durante toda una vida de trabajo.
Sucesos jocosos, de irresponsabilidad,
tonterías, en fin, aconteceres que palpitan sentimientos y actitudes.
En una anécdota nos toca ser héroe, y en la historia siguiente somos infractores, representamos la inocencia y al instante conformamos el personaje que ha transgredido disposiciones superiores.
El anecdotario debe ser así, no con ánimo de sobresalir, sino con ánimo de ser sincero. Las cosas sucedieron y así las contamos. Aquí van mis historias, muy sencillamente narradas, en las que me tocó intervenir en todo el espectro de actitudes.
Los personajes que en ellas intervienen son reales, a veces son nombrados pero muchas veces he preferido dejarlas en el anonimato o con nombres supuestos, totalmente seguro de que al leerlas, cada uno de ellos verá y comprobará la sinceridad de mis narraciones.-

EN EL AEROPUERTO

La Agencia de cambios era un poco el confesionario de mucha gente habitué que venía casi siempre de Buenos Aires sobretodo a jugar al Casino. Venían como en procesión, a las 4 de la tarde y retornaban a las 10 de la noche, la mayoría de las veces "pelados".
Aquella tarde llegó José Luis, un porteño simpaticón que siempre pasaba por nuestra Agencia, cambiaba sus dólares y disparaba para el Hotel Casino de Carrasco. Ese día venía mal, pálido, nervioso, como desesperado, tanto que incluso provocó algún comentario entre nosotros, dijimos cosas como... está cada vez más enviciado, pobre loco, va a terminar mal...
Tres horas habían pasado. Volvió al Aeropuerto que parecía otro hombre, sonriente feliz, a la distancia se veía que se le había hecho.
- ! Ruben, qué contento estoy, viste?
- Me alegro por ti, porque este José Luis de ahora nada tiene que ver con el de esta tarde.
- Es que venía dispuesto a matarme, viste... saqué un "toco" en el laburo y me vine... pensé, si la hago vuelvo, reintegro todo y no juego nunca más... si la pierdo,... bueno me mato y se termina todo. Y se me hizo loco... Vení vamos a tomar algo... no, primero voy a sacar el pasaje porque ni boleto de vuelta saqué, tan seguro estaba que hoy me liquidaba que...Ruben, qué suerte, viste?¡
- Pues te felicito y,...te agradezco, no, no voy a tomar nada porque recién tomé un café...
Al poco rato volvió sacudiendo sus brazos… y por supuesto corriendo
- Ruben - sacame de este apuro.
-¿Qué te pasa ahora, José Luis!
- No hay pasaje, loco, no hay, pero tengo que volver esta noche, viste, tengo que reintegrar la guita, no puedo quedarme, viste... si me dan la captura me vuelan. Hablá Ruben... ellos son tus amigos, conseguime un pasaje... hay buena guita para vos Ruben, mirá que estoy lleno, me llené, pero... tengo que volver... (estaba a punto de llorar)...
- Bueno, dejame ver si puedo hacer algo-... yo sabía que sí... en esas cosas siempre había solución.
Hablé con Antonio, sensacional empleado de la Compañía, gran amigo, le planteé el problema y según dijo no se podía hacer nada, porque falló un viaje y el pasaje era doble y qué sé yo.
Y recurrí a lo que, como al pasar, me había tirado José Luis:-
- Mira que hay unos pesos, si te lo llevas, aunque sea parado...
La verdad es que Antonio tenía su corazoncito... y con un "bueno", voy a ver qué puedo hacer...Con los ojitos brillantes se metió tras el mostrador.
Llamaban para embarcar y José Luis, de pronto vino a mí, corriendo, agitado,.. Lo habían incluido en la lista de pasajeros.
-¡¡¡Gracias Ruben, por vos estoy vivo, viste...te debo la vida... te entrego algo a cuenta...Chau viejo,... y se fue. Dejó allí un fajo de billetes... creo que dije... no, no quiero nada... pero la verdad es que no puedo asegurarlo. Vino Antonio a los 15 segundos exactamente... Y allí sobre el mostrador estaba la prueba y fruto del delito.
Los dos nos miramos y no lo podíamos creer... había dejado mil dólares de regalo.
Pobre loco...fue el único comentario que hicimos.
Habrá solucionado todo? Nunca lo supimos y nunca más volví a verlo...