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El Código Da Pignci
por Dr. Oscar N. Ventura
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Mostramos en el artículo anterior, en base a un informe oficial de Entre Ríos, que el PIG contamina más que Botnia, que la planta de efluentes es insuficiente para tratar los vertidos de las industrias del PIG, y que los riles de esa planta no cumplen con la Ordenanza de vertidos de Entre Ríos. En este artículo mostramos por primera vez cuatro análisis efectuados sobre esos riles, en todos los casos conluyendo que la DBO medida es varias veces superior a la permitida por la Ordenanza de Entre Ríos.
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Permítanme agradecer los cientos de mails que he recibido preguntando por que no publicaba más artículos (bueno, en realidad fueron dos mails, pero uso el factor acágico de conteo... ya saben, multiplicar por entre 50 y 200 dependiendo del caso).
Nada en particular ha sucedido. Es que se necesita inspiración y tiempo, y uno no siempre los tiene. Pero visto que hasta el Primer Ministro finlandés se puso el tema al hombro -vean el último comentario realizado por Patricia en el thread anterior- yo no puedo ser menos y tenía que escribir. Por suerte, estoy en condiciones de contarles algo que seguramente les va a interesar.
La semana pasada les contaba el descubrimiento del manuscrito del siglo pasado conteniendo algunos datos ultrasecretos del PIG (Parque Industrial de Gualeguaychú, como Uds. saben perfectamente). En ese manuscrito faltaban algunos apéndices, así que decidí volver a la feria de Tristán Narvaja y seguir hurgando entre libros viejos, a ver que encontraba, previo a mi vermouth con papas fritas dominguero. Y, como verán más adelante, fui recompensado con un "good show" para acompañarlos.
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Me gusta ver qué libros hojea la gente y me interesé particularmente en una rubia cuyos gustos literarios -entre otras cosas- me parecieron atractivos. Me resultó instructivo intentar entender la mentalidad de una persona que primero hojeó un Salman Rushdie, se pasó después a Murakami y previa parada en El Código Da Vinci, se sumergió entusiasmada en Cabeza de Perro del danés Ramsland. Observando que al dejar el idiotarúpido libro de Brown en la mesa se habían desprendido lo que juzgué serían hojas sueltas de una encuadernación desvencijada, las levanté del suelo pensando que podrían ser una forma agradable de conversación introductoria. Las circunstancias empero, cambiaron mi decisión.
Debo confesar que una parte pequeña de esas circunstancias fueron el novio basketbolista de la rubia, la que eligió ese momento para desaparecer con el antedicho. Pero, con total honestidad, la mayor parte de esas circunstancias fueron observar que en la mano tenía algo que parecía extraordinario. Sobre todo habiendo salido del libro de Brown que ya sabemos que trata sobre códigos secretos que revelan que los reyes merovingios descienden de los hijos que Jesús tuvo con María Magdalena (tesis próxima a las lluvias verdes y rojas y los olores a cloro de los convencidos acagüenses). Para que vean que es lo que tenía en esos momentos en mi mano, escaneé una de las páginas y la reproduzco aquí a la derecha.
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Verán que la hoja aparece un tanto manchada y sucia, pero muestra un diseño de curiosa simetría que superficialmente podría confundirse con arte sefardí. Una segunda mirada le da apariencia como de pentagrama musical distorsionado con alguna curva sobreimpuesta. De cualquier forma que se lo mirara resultaba evidentemente curioso e interesante. Así que, olvidado ya mi objetivo primario, emprendí la marcha hacia mi cuartel general de investigación con el firme propósito de descifrar estas hojas extrañas. No vi razón alguna para no dedicarme al vermouth y las papitas chips -digamos la verdad, con algunas aceitunas negras en salsa de ajo y un platito de crostinis con pasta de salmón- mientras le hacía un escaneado de alta resolución. Sin necesidad de entrar en detalles (aplicación de un filtro log-normal, deconvolución con un programita de transformada de Fourier, y otras cosillas por el estilo) resulta que, luego de limpieza y retoques varios, obtuve la imagen que ven reproducida a la izquierda.
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Ya estaba claro que tenía frente a mí algún tipo de tabla con resultados numéricos avalados por una firma. La adrenalina a tope, y ante la evidencia de la imagen, recordando el libro donde estaban ocultas las páginas -donde sólo los protagonistas necesitan 8 hojas para concluir que es una imagen especular, cuando cualquier lector se da cuenta en la primera mirada- y ya sintiéndome como el sobrino del Profesor Lidenbrock al descifrar el sentido oculto de las runas de Arne Saknussemm, apliqué una reversión de la imagen y tras nuevos filtrados y ajustes de contraste, pude leer el impresionante documento que por primera vez aparece publicado en éste, su blog informativo de máxima confianza: ¡nada menos que un análisis de efluentes líquidos de una de las plantas del Parque Industrial de Gualeguaychú! Escondida diestramente -o siniestramente- para que sólo una persona con malos háitos de lectura pudiera descubrirla...
Allí frente a mí, en la pantalla de mi laptop, se leía claramente "Fábrica de jugos - Gualeguaychú (E.R.)" y más abajo "Calle: Parque Industrial". Ya no me quedaba duda que "R.P.B." no podía significar otra cosa que "Rufino Pablo Baggio" quien en ese entonces (1997; RPB murió el 7 de Octubre de 2006) dirigía la empresa Jugos Baggio. Nótese que lo que tenemos acá son dos análisis realizados sobre efluentes extraídos por personal de la empresa sin ninguna supervisión externa. Como comprobarán los que recuerden el artículo anterior, la Ordenanza de Entre Ríos exige que el DBO esté por debajo de 50 mg/l, algo incumplido por la Muestra 1 (Líquido A) que excede largamente ese valor. La Muestra 2 (Líquido B) por otra parte está dentro de los parámeros de la Ordenanza y, quizás por esa discrepancia entre las dos muestras, quien se responsabiliza por el análisis (Ing. Quím. José Mario Ball, Jefe de Laboratorio Concepción del Uruguay, Dirección General de Dearrollo Ecología Y Control Ambiental, Secretaría de la Producción) en el pie del informe no dice nada acerca de si el efluente cumple o no con la Ordenanza.
Bueno, a esta altura ya sin crostinis pero altamente curioso, no pude dominar la ansiedad y tuve que procesar las otras tres páginas que obran en mi poder, esperando por supuesto encontrar alguna información relevante. Les muestro sólo los resultados finales de mi trabajo de reconstitución de los documentos aquí debajo.
Estos documentos son bien interesantes. En primer lugar obsérvese que ya no son análisis de una industria, sino de los efluentes de la planta de tratamiento, que debería tener un DBO menor a 50 mg/l para cumplir con la propia ordenanza de Entre Ríos. Obviamente no lo hacen.
En segundo lugar, dado que la DBO medida excede largamente la concentración de 50 mg/l, los dos primeros análisis llevan la rotunda afirmación "NO CUMPLE" con la Ordenanza. No es que lo diga uno -que no es nadie, como decía Wimpi- sino que lo dicen los mismos organismos de control de la Provincia de Entre Ríos: ya en 1997 la planta de tratamiento de efluentes del PIG era insuficiente para tratar los vertidos de las industrias del Parque. Y ello es fácil de explicar si recordamos que la planta estaba diseñada para tratar efluentes con un DBO máximo de entrada de 250 mg/l (ver artículo anterior) mientras que al menos una de esas industrias (Jugos Baggio), en al menos alguna circunstancia estaba vertiendo un efluente con tres veces esa concentración (véase el primer análisis).
Y en tercer lugar, nótese que uno de los análisis está hecho en el Instituto de Bromatología y quien firma el análisis es nada menos que la Directora, Lic. María E. Goldaracena, una verdadera institución de la Provincia, al punto que las XXI Jornadas Regionales de Bromatología y VI de Nutrición organizadas por la Facultad de Bromatología de la UNER llevaron su nombre como homenaje. Sería interesante saber si el Bioquímico Goldaracena, uno de los notables acagüenses anti-Botnia, es pariente de la Licenciada.
En fin, la conclusión de esta labor de investigación hecha para mis lectores, a los que me debo, es que luego de nuestra primicia mundial del artículo pasado, mostrando el informe de contaminación del PIG, hoy primereamos nuevamente con estas exclusivas cuatro páginas de los anexos faltantes, arteramente encubiertas en un libro que sabían jamás atraería mi atención. Digan que estaba la rubia, que si no...
Y siempre cuando terminen de leer recuerden el italianísimo -aunque en esta ocasión ligeramente inmodesto- ¡E si non è vero è ben trovato!
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