Año II - Nº 83 - Uruguay, 18 de junio del 2004
 
- El cinismo y la hipocresía
- Reflexiones
- La Redota, cuando el Chuy se fue con Artigas
- Estampas del Camino del Indio
- Un actor de terror
- Memoria, ¿recuerdan qué significa?
- La Lluvia
- La Torre de Babel y la despedida de Arturo

- El "cabezón" Olmos: Hombre, manos y madera

- Chairando Ideas
- Hurgando en la Web
- Así Somos
- Miguel Angel Campodónico, el escritor de la no ficción
- Ecos de la Semana
- El libre comercio no resuelve problemas de desempleo y pobreza
- La sociedad civil es indispensable para la construcción política
- Los dueños del agua
- Bitácora Política
- Información Ciudadana
- La Cocina Uruguaya
- Rincón de Sentimientos
- El Interior también existe
- Olvidémonos de las Pálidas
- Las Locuras de El Marinero
- Correo de Lectores

 

La lluvia
por Verónica Lay

Hoy de mañana había llovido. Comenzó como a las 6 y 45 justito un ratito antes de salir para la UCC.

- Por suerte ya saque la camioneta- me dijo Enrique mientras saboreaba los últimos mates de la mañana. .

Por eso cuando me llamo hace un rato y me dijo:

– La reunión se suspendió, así que si no llueve hacemos el asado- yo le conteste que ya había llovido que no iba a llover de nuevo. Me equivoqué.

No saben con que fuerza esta lloviendo en este momento. Comenzó hace 10 minutos más o menos y no pierde intensidad. Estaba mirando TV, (tomando mate haciendo tiempo para no meterme en un proyecto de estructura que le vengo sacando el culo desde hace dias) y tuve que desistir porque es tan fuerte el ruido que la tele al tope no alcanza para escucharse...

Aca en Nicaragua llueve y no es broma… pero llueve con una fuerza amigos, que a mi me da miedo. Tal vez (y es muy probable) sea que los techos son de zinc, entonces suena muchísimo. Yo nunca viví en casa con techos de zinc y no puedo evitar asombrarme lo fuerte que se escucha.

Pero es un ratito… ya paro. Es increíble… pero ya paro.

A veces la lluvia de acá me hace acordar un poco a mí… Me enojo, aguanto y cuando exploto lo hago con mucha furia, elevo la voz, hago grandes gestos, las manos se me crispan, las venas se me hinchan y los ojos despiden rayos… suelto la bronca y en diez minutos se me pasa… me queda el corazón palpitando… y al rato ya estoy bien.

Pero el testigo de mi explosión nunca queda igual.

Al principio me miran pensando que enloquecí porque las causas de mi enojo nunca lo justifican así, luego se espantan y hasta piensan que me va a dar un ataque al corazón, pero cuando termina mi explosión muchas veces quedan enojados conmigo.. pero al rato también se les pasa..

Así queda Managua después de la lluvia. Totalmente inundada, los nicas todos empapados y embarrados porque aunque les parezca mentira siempre los agarra sin paraguas…. Pero al cabo de un rato que siempre es menos de media hora sale el sol y todo se seca y los nicas comienzan a reír de nuevo.

La verdad es que para que mis testigos me perdonen… me tengo que esforzar un poquito más. Muchas veces debo pedir perdón por mi exceso, y mostrar mi mejor sonrisa y muchas veces preparar algo rico para comer… Pero tarde o temprano sale el sol y mis testigos se olvidan…

Ni se crean que si me enojo de mañana es garantía que no lo vuelva a hacer en el día.. Conmigo nada es garantido… igual que la lluvia en Managua.

Pero así como no se puede vivir sin las lluvias y a pesar de las molestias, los beneficios son grandes y Nicaragua no podría existir sin las lluvias, yo no me puedo imaginar sin mis explosiones de enojos, aunque… bueno…esteeeee…mis enojos y explosiones…esteee… beneficios?.. esteee ..

Sin duda deberé cambiar este caractercito… no?

(glup!.. mejor me dejo de cosas… y me pongo a trabajar en el proyecto de estructuras..)