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Año II - Nº 66 - Uruguay, 20 de febrero del 2004

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LA TOLERANCIA AUSTRALIANA
Por: Walter Amaro - Sydney/Australia

Hace muchos años, tantos que a veces resulta casi imposible revivirlos sin incurrir en una serie de olvidos, cuando partimos del Uruguay en busca de un nuevo destino, nos hicimos una serie de promesas que juramentamos cumplirlas. Creo haberles contado que una de ellas, la que recuerdo más nítidamente, era regresar en un par de años... Les aseguro que si no fuera por lo trágico, hasta me permitiría una sonrisa. Pero bueno, esa fue la primera que tanto nosotros, como muchos de los "yorugas" que por aquí viven, no pudimos cumplir. De las otras casi no vale la pena enumerarlas, porque son tan quijotescas que hoy por hoy, hasta me da vergüenza haber sido tan lírico e inocente.

Por supuesto que le debe constar que cuando hablamos de un nuevo destino, este no era un viaje de placer, ni mucho menos una aventura delineada dentro de un planteo de alternativas positivas, ni nada que se le parezca. Simplemente, partimos a buscar la posibilidad de dignificarnos, o por lo menos intentarlo -en nuestro caso en particular- porque de esto, se los aseguro, poco sabíamos. Además cuando arrancamos, lo hicimos por la puerta chica, más arrugados que perro de bichicome, desmoralizados, impotentes y con un susto tremendo. Al frente se nos abría un futuro tan desconcertante como un enorme signo de interrogación más oscuro que la noche y, aunque la metáfora suene cursi, juntamos un coraje aplicable sólo a quienes están jugados y se enfrentan a situaciones extremas, para largarnos a la aventura.

Claro que aunque en innumerables ocasiones visitamos el país, y no perdemos detalle de lo que por ahí pasa, el tiempo ha deslizado sobre nosotros sus sensibles huellas, sin poder no obstante, cerrar algunas heridas que se niegan a cicatrizar. También nos ha dado la oportunidad de madurar y sacar partido de algunas enseñanzas. Unas provechosas y otras no tanto. No obstante, si sumamos la experiencia de los años ante la vida, la tolerancia y las dos inmigraciones que tenemos a cuestas, el saldo es positivo.
Sin embargo, todavía seguimos asombrándonos cuando algún despistado tergiversa las cosas y crea cierto tipo de confusión en los lectores desprevenidos, abriendo juicios sectarios contra Australia completamente descabellados. Pero bueno, eso es harina de otro costal.

El punto es que este país, y me refiero a Australia, puede adolecer de decenas de defectos. No obstante, les aseguro que más allá de los típicos inconvenientes que toda nación que pueda llamarse democrática tiene y tendrá por herencia endémica, esto se asemeja a un paraíso.
Podríamos ennumerar cientos de virtudes y condicionantes que la hacen ideal para habitar, aunque claro, si le buscamos peros a la cosa podemos encontrarlos de todos colores. De todas formas, en una exigente examinación, Australia supera la prueba holgadamente. De eso pueden testimoniarlo los miles de inmigrantes que moran por estos lares.

Por supuesto que en el orden personal, y cuando describimos el panorama noticioso de este lugar, solemos ser bastantes duros y críticos por excelencia. Es nuestra tarea. Estimo que no se puede ser condescendiente cuando hay cosas que pueden mejorarse. Pero de ahí a desconocer lo generosa que Australia ha sido con nuestra gente emigrante hay un abismo.

Si bien es conocido el pasado histórico de este país, edificado por los propios nativos (aborígenes) y un contingente de prostitutas y criminales desterrados a este continente por las autoridades de Inglaterra, eso quedó muy atrás. Lo que se puede ver hoy día, por el contrario, es todo un ejemplo en sus cimientes democráticas, donde los derechos del ser humano prevalecen sin ningún tipo de discriminación a nivel gubernamental, y los sistemas educativos, sociales y sanitarios superan ampliamente los conocidos por la mayoría de los habitantes del planeta. Por algo Australia intenta ser el destino de las inmigraciones de los países vecinos e inclusive de aquellos a los cuales le separan los océanos.

Claro que por ahí pululan ciertos inadaptados que esgrimen la discriminación racial como método, pero son los menos. Y si tomáramos a estos como base puntual de nuestros razonamientos, estaríamos calzando las mismas botas de ese grupo de idiotas que pretenden hacer prevalecer sus ideas por sobre el resto. Si nó, no podría entenderse cómo, en Australia convivan decenas de nacionalidades en completa armonía. Que sus ciudadanos, provengan de donde provengan postulen a cualquier cargo disponible en igualdad de condiciones. Que podamos acceder a los sistemas sociales y educativos con una serie de motivaciones que permiten que cualquier joven pueda completar una carrera. Y que podamos aguardar nuestra vejez sin el espectro del desamparo.

Recientemente estuvo de visita oficial por Uruguay, un parlamentario australiano. Desconocemos en el momento cual fue su agenda, pero sabemos que estuvo bien ocupado sacando impresiones y concertando entrevistas a alto nivel. De todo esto ya nos enteraremos en su momento. Destaco este hecho simplemente para ejemplarizar, puesto que quien nos ocupa, Mr. Telmo Languiller, fue elegido democráticamente para su posición por un electorado australiano y oh, casualmente, para aquellos que señalan que Australia es un país racista, don Telmo es nacido en la República Oriental del Uruguay. ¿Le queda claro?

Finalmente, les contamos que Australia presentó formalmente cargos contra toda la tripulación del "MAYA V". La Autoridad de Administración de la Pesca había acusado en un principio sólo al capitán uruguayo, al primer oficial español y a tres chilenos miembros de la tripulación de pescar ilegalmente el bacalao patagónico en aguas protegidas.
Los restantes 35 miembros de la tripulación están ahora también bajo proceso y ya comparecieron ante la corte, según dio a conocer el periódico "The Australian". Los tripulantes fueron liberados bajo fianza de 5.000 dólares australianos y deben permanecer en Australia hasta que las autoridades lo determinen. El Maya V, que operaba con pabellón uruguayo fue detenido el mes pasado cerca de las remotas islas Heard y McDonald, a unos 4.000 kilómetros al suroeste de la principal ciudad del oeste australiano, Perth.
En conversaciones que hemos mantenido con el titular de la embajada uruguaya en Australia, Embajador Dr. Pedro Mó-Amaro, se nos adelantó que hubo progresos en las conversaciones mantenidas con las Secretarías involucradas en el tema, y que se aguardan novedades para el correr de los próximos días. El Sr. Embajador fue optimista en su gestión, aunque nos adelantó que la situación es un tanto delicada como para abrir juicios prematuros.
En fin, todavía quedan muchos temas en el tintero. Pero pensamos que en futuras publicaciones de Informe Uruguay, Dios mediante, podemos seguir descubriendo como es la vida por estos pagos. Pero de algo estamos seguros: y es sobre la gratitud que tenemos con este país que nos ha ofertado las posibilidades de las que somos capaces de asumir. La vieja sentencia del perro que muerde la mano de quien lo alimenta también se aplica en Australia. Aunque, afortunadamente, son pocos los antisociales que llevan el rótulo de uruguayos en el orillo y viven mostrando los colmillos. Nos encontramos en siete días si así usted lo dispone. Hasta entonces.