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Año II - Nº 66 - Uruguay, 20 de febrero del 2004

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SUIZA SE PROTEGE DE LA INMIGRACIÓN ILEGAL
por Graciela Vera
Periodista independiente

Suiza no integra la Unión Europea. Lo conocemos como un paraíso fiscal pero a otros niveles es un país pequeño, con (relativamente) poca fuerza industrial que como hacen los países de la UE se pone una coraza que le proteja de la emigración.

Esa coraza se llama: Ley de extranjería.

Suiza, con un territorio de 41.285 kilómetros cuadrados, vale aquí recordar que Uruguay tiene 176.215, casi 135.000 kilómetros cuadrados más que, no por poseerlos nos hacen sentir más grandes, pero que sí deberían hacernos pensar en posibilidades que hasta ahora nos empeñamos a obviar, más que de esos 176.215 kilómetros el 80 por ciento es de tierras cultivables y no estamos siquiera hablando de la superficie de mar territorial que le pertenece.

Volvemos no obstante a este pequeño, y nunca mejor utilizado el adjetivo, país europeo donde habitan siete mil trescientos millones de personas de las que el 20 por ciento es de origen extranjero. Y es precisamente este último dato el que ha hecho que tanto la inmigración como el asilo político sean temas permanentemente de actualidad tanto a nivel social como político.

Y a éste nivel (el político) la Comisión de las Instituciones del Consejo Nacional de Suiza, lo que en Uruguay sería la Cámara Baja parlamentaria, aprobó recientemente con un mínimo margen de diez votos a favor y ocho en contra, la nueva 'Ley de Extranjería'.

La Ley deberá ser ahora sometida a discusión en el pleno pero la polémica ya está servida y la comida suficientemente aderezada.

Los partidos de izquierda pusieron la pimienta oponiéndose al endurecimiento que trae consigo la nueva ley y desde la derecha sazonan y agregan y quitan especias con opiniones que están divididas.

En este sector hay quienes hacen notar que deberían ser consideradas las necesidades de algunos sectores de la economía como la agricultura y el turismo que se abastecen especialmente de inmigrantes a la hora de reclutar mano de obra. Ya vemos, resulta notorio, que las discrepancias no pasan precisamente por la sensibilización en torno a las necesidades de los inmigrantes, sino por el frío cálculo empresarial.

La nueva ley resulta terminante: tan sólo los extranjeros cualificados podrán ejercer una actividad remunerada en Suiza a excepción de los ciudadanos de la UE Y LA EFTA (Unión Europea y Asociación Europea de Libre Comercio) pero las necesidades de mano de obra no cualificada queda también salvada en la Ley que hace otra excepción con emigrantes originarios del este europeo a los que se les permitirá trabajar en Suiza durante periodos no superiores a los seis meses y sin tener en ningún caso derecho a reagrupación familiar.

¿Quedará algún paraíso para los emigrantes?. Supuestamente no. Son las 2.15 horas del miércoles 18 de febrero. Mientras escribo estas líneas tengo como acompañante el noticiero televisivo y la noticia que acabo de escuchar me reafirma en la negativa. Seguramente cuando termine este artículo ya habré recibido en mi ordenador la información detallada y podré hablar sobre ello pero no puedo dejar de mencionarla en este momento aunque sea en forma fugaz. El gobierno de Holanda acaba de firmar la expulsión de 26.000 inmigrantes a los que estaba tramitando los papeles como refugiados. Pertenecen a países que en estos momentos mantienen conflictos internos y a los que luego de ser aceptados por Holanda, ahora se ven en la disyuntiva de tener que regresar… ¿a dónde?... ¿acaso al infierno?

Por segunda vez debo retornar el hilo de este artículo. Quizás porque es tanto lo que surge en torno a este fenómeno de la emigración masiva que no es nuevo y sin embargo aún hay quién lo ve con curiosidad y hasta con insolencia, que los temas se superponen.

Vuelvo entonces a la situación de Suiza dónde la concesión del permiso de estancia de corta o larga duración estará vinculada al previo compromiso del extranjero de asistir a cursos obligatorios de integración, principio que se aplicará también en los casos de reagrupación familiar.

Su Ley prevé también evitar en lo posible que se la pueda burlar a través de matrimonios de complacencia y en este sentido autoriza a los funcionarios del Registro Civil a negarse a celebrar un casamiento si llegaran a sospechar que lo que se pretende es legalizar por la vía del matrimonio la permanencia de un extranjero en el país. Se llega incluso a más: de descubrirse luego de la ceremonia que está ante un matrimonio de complacencia, se podrá anular el mismo.

EN LA OTRA CARA DE LA MONEDA

En el otro lado de la mesa tenemos la opinión de las casi 300 mil indocumentados que pusieron sus esperanzas en una regularización, a partir de una propuesta de la ministra de Justicia y Policía Ruth Metzler, y que a más de año y medio de aquella, siguen sin obtener respuestas.

Esta supuesta solución no dio el resultado aguardado y apenas unos trescientos inmigrantes accedieron a los permisos: uno de cada mil.

La propuesta establecía que serían tratados rápidamente los considerados "casos delicados" pero, al habérsele otorgado a los 'cantones' la competencia de decidir cuáles de las solicitudes se ajustan a este calificativo para entonces enviar el trámite a Berna para su tratamiento por las autoridades pertinentes de la Oficina Federal de Refugiados y la Oficina Federal de Extranjería, lo que se logró fue que se endenteciera aún más el proceso (si esto fuera posible). Incluso algunos cantones se han negando a aplicar las normas dispuestas para los casos urgentes.

Hannes Reiser, representante de la colectividad de inmigrantes sin papeles de la Confederación Helvética comentó que se debía entender que ninguno de los cantones quería llegar a convertirse en una especia de 'Meca de los sin papeles'.

Reiser no duda en afirmar que "rechazar las solicitudes de personas que viven en Suiza desde hace más de diez años, integradas en ella, contradice las líneas directrices de la ministra Metzler". Pero una cosa fue la voluntad de la ministra y otra diferente la de los ciudadanos.

Lo cierto es que los colectivos inmigrantes creen que la nueva ley suiza apunta a la limitación de la población extranjera y a aceptar tan sólo inmigrantes altamente calificados.

¿Hay alguna duda al respecto?

Almería (el sur del norte) febrero 2004