“...El 1º de enero de 1904 se inicia la última guerra civil del período, la “Revolución de Saravia”. Desde su residencia de El Cordobés, el caudillo blanco controlaba seis departamentos fronterizos, justamente aquellos sin agricultura... Son departamentos de ganadería extensiva, con más rancheríos que ciudades y con escasa o ninguna influencia de Montevideo. ...El caudillo blanco dispone de 20.000 soldados suministrados por el pobrerío rural, en tanto que las tropas gubernistas, también integradas por el pobrerío, cuentan con el ferrocarril y Batlle con el telégrafo para dirigir las operaciones.” De Bases de la Historia Uruguaya – Ciudad y Campo – Fascículo Nº 15.
Enrique Yarza de origen vasco y descendiente del Primer Alcalde de la ciudad de Rocha don Miguel De Yarza al que le habían adjudicado cuatro suertes de estancia de medidas castellanas. Al Alcalde se le había encargado la fabricación de ladrillos para la edificación de la ciudad de Rocha. La abuela paterna de nuestro entrevistado – Escribano Justo Agustín Plá – Doña Justa Yarza Sosa era sobrina de Enrique Yarza y éste según la historia oral indican que integró la plana mayor del comando de las huestes de Aparicio Saravia de 1897 y 1904.
Plá recuerda diversos comentarios de su padre, entre ellas: “Enrique Yarza participó en las contiendas de 1897 junto a Aparicio Saravia, culminada la guerra integró la comisión de distribuir el dinero que el gobierno de la época entregó para que se repartiera entre los soldados del ejército blanco que se disolvía...”
El primero de enero de 1904, nuevamente los blancos se movilizan a consecuencia del desconocimiento de las jefaturas políticas en manos blancas ante la obstinación del gobierno de José Batlle y Ordóñez que no admitía la aspiración del General Aparicio Saravia de un gobierno representativo a través de una reforma electoral. Esta situación desbarató el “Pacto de la Cruz” que surgió a instancias de la firma de paz de la guerra civil de 1897.
Diferentes hechos de armas fueron quedando atrás con disímiles resultados: Acción de las Pavas, Mansavillagra, Illescas, Centurión, Combates de Fray Marcos y Paso del Parque, Tupambaé, y llegó la batalla fatídica, la del ocaso, la Batalla de Masoller donde numerosos soldados de un bando y otro resultaron heridos o muertos. En esta contienda fueron abatidos líderes importantes del ejército blanco y cayeron para siempre los jefes nacionalistas Yarza, Valiente y Mena. Enrique Yarza herido gravemente y en estado agónico se preocupó por su hijo que participó en el frente de batalla y resultó con severas heridas.
Plá expresó “... le puedo afirmar que en la batalla de Masoller Saravia desolló los consejos de su plana de comandantes de que no arriesgara su vida, pero obstinadamente estaba en las avanzadas y a eso de las cinco y media la bala de un máuser lo hiere gravemente, entonces se dice que el máuser y el ferrocarril liquidaron la guerra...”
Herido gravemente Aparicio Saravia lo conducen a una determinada casa de un establecimiento rural a los efectos de dispensarle los cuidados médicos pertinentes, al aproximarse, la comitiva que acompañaba al Jefe blanco se enteran que estaban velando a Antonio Mena y Enrique Yarza. Ante esta situación deciden internarse en el Brasil hasta el establecimiento de Francisco Pereira que eran las vinculaciones que en territorio brasileño tenían los hermanos Aparicio y Nepomuceno Saravia, lugar donde fallece el caudillo blanco gestor de las guerras civiles de 1897 y 1904.
Muchos rochenses anduvieron por las cuchillas dirimiendo con las armas sus diferencias de pensamiento político. Por ejemplo en el otro bando – el Partido Colorado – integrantes de las familias Rodríguez y Viera de la zona de San Luis y Barrancas, fueron unos vecinos valientes al extremo, sin retaceos. El Escribano Plá se refirió expresando “... Si mal no recuerdo fue en la batalla de Tupambaé, una batalla sangrienta donde mataron a Juan Viera y al hijo –eran guerreros, de armas tomar y colorados hasta el tuétano, esto se lo escuché a Aladina Rodríguez quien precisó que Viera (padre) se envolvió con la bandera uruguaya yendo al frente y desafiando a los contrarios lo acribillaron...”
Y prosiguió con relación a Rodríguez “... Juan Pedro Rodríguez, bien parecido a José Batlle y Ordóñez, usaba sobretodo como éste y de estatura alta – abuelo del Jefe de Policía Bobadilla Rodríguez – sobre Juan Pedro existe una anécdota... mi padre contaba que después de una de esas batallas -pues una vez terminada las mismas pasaban a degüello todos los que quedaban- don Juan Pedro Rodríguez quedó herido e inconsciente y el bando enemigo lo dio por muerto, al rato vuelve en sí y no vio ningún adversario o sino hubiera corrido otro destino; se encuentra solo en medio de aquel desastre y tuvo la suerte del rumbo que tomó pues llegó al campamento de los colorados. A Juan Pedro Rodríguez lo salvó su caballo muerto, cuando vuelve en sí empezó a mirar y se preguntó: ¿Dónde estoy? ¿...Dónde están los blancos?. Observó al caballo que quedó mirando hacia un determinado punto cardinal y tomó rumbo hacia el lado opuesto y así se salvo por la decisión tomada”.
De esta manera culminaron las guerras civiles de caudillos políticos gauchos, de estirpe guerrera, se firma la paz en Lechiguana de Aceguá en el Departamento de Cerro Largo el 24 de septiembre de 1904; en este acontecimiento actúan en representación del Gobierno el Coronel Pablo Galarza y Basilio Muñoz (hijo) como Jefe de las fuerzas revolucionarias blancas desde la trágica muerte de Aparicio Saravia.
Los puntos medulares del acuerdo de paz fueron:
· Amnistía General.
· Legalidad electoral.
· Acatamiento a la autoridad legal por las fuerzas levantadas en armas contra ella.
· Entrega real y efectiva por esas fuerzas de todas sus armas y parques al coronel Galarza.
Las voces del ocaso de las guerras civiles sigilosamente transportados por los vientos de Masoller nos dicen que el Uruguay entró en otra etapa de su civismo con diversos vaivenes con acontecimientos que la historia juzgará. Fue una lucha entre hermanos de patria y de sangre. Al respecto se transcribe una parte de la carta que Aparicio le escribió a su hermano Basilicio, ellos estaban encontrados por pertenecer a bandos contrarios, la misma no significa tomar partido es pretender ver con otra dimensión los vaivenes de nuestra Patria y reflexionar: “...La Patria es el poder que se hace respetar por el prestigio de sus honradeces y por la religión de las Instituciones no mancilladas... La Patria es el conjunto de todos los partidos en el amplio y pleno uso de sus derechos. La Patria es dignidad arriba y el regocijo abajo...”.