Artigas en la literatura uruguaya
La forma en que Artigas ha sido tratado en la literatura uruguaya a partir de fines del siglo XIX es el punto de partida del que se analiza, inserto en contextos más amplios, la manera de construir un héroe nacional.
Alejandro Gortázar e Isabel Wschebor*
No es casual que el sesquicentenario de la muerte de José G. Artigas haya despertado diferentes reacciones desde varios sectores de nuestra sociedad: conmemoraciones en escuelas y liceos, reflexiones del presidente Jorge Batlle, artículos periodísticos de variadas tendencias ideológicas, etc. A diferencia de otros momentos históricos, estos festejos no se prestaron para la edición de series voluminosas de obras históricas y/o literarias.
Sucede que cada presente posee sus formas de recordar y de mantener una "conciencia histórica", que muchas veces está extremadamente cargada de justificaciones ideológicas del pasado. Los recuerdos o los olvidos de una sociedad a través de su historia, se realizan desde varios lugares, la escuela, las fiestas, la historia, la política, los monumentos, los símbolos, la literatura, etc. Todas estas formas de recordar u olvidar no son ajenas a lo que dicha sociedad quiere de su presente y su futuro. Por esa misma razón, más que de Artigas en si mismo, reflexionaremos brevemente acerca de cómo se lo ha recordado y olvidado a través de la historia. Esperamos que dicha revisión nos ayude a pensar, no sólo en lo que ha significado Artigas en la construcción de diversos imaginarios nacionales, sino que nos estimule a mirar nuestro presente y sus formas de recordar o de olvidar.
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Tomamos el discurso literario como una de estas formas construir (o no) un héroe nacional, insertándolo en contextos más amplios y comparándolo con otros discursos (historiográfico, político-partidario).
Los cortes en este artículo son: Ismael de Acevedo Díaz (publicado en 1888) e Intemperie (1963) y Sabina (1968) de Eliseo Salvador Porta, inicio y fin de la construcción de Artigas en el Uruguay liberal. Estas obras presentan continuidades y rupturas de un imaginario colectivo, que sin duda repercuten en el recuerdo fragmentado del artiguismo que tenemos en el presente.
Artigas en el siglo XIX
Durante la primera mitad del siglo XIX, el joven Estado uruguayo se consolidó en torno a las divisas blanca y colorada y a sus alianzas con Buenos Aires y las Provincias Argentinas. La identidad por entonces era una cuestión regional, que dependía de las posiciones políticas, por lo que no se puede pensar en aquel Uruguay en términos nacionales. Artigas y todo el primer período de las guerras de independencia quedaron en el olvido para una conciencia histórica fundada en las divisas. Prueba de ello es la publicación del "Parnaso Oriental o Guirnalda poética de la República Oriental del Uruguay", donde Luciano Lira compiló la poesía oriental escrita hasta 1834 (fecha en que se publica el primer tomo). Las referencias a Artigas en dicho poemario reflejan la "repentina amnesia" de los orientales con respecto a un pasado independiente anterior a la Cruzada Libertadora. Sólo aparecen poemas de Bartolomé Hidalgo o Francisco Araúcho del período anterior a 1820, con escasas referencias a Artigas. El único que le dedica algunos versos al artiguismo luego de 1821 y que se compila en el Parnaso... , es Francisco Acuña de Figueroa, quien lo recuerda como "Al que hoy yace en el olvido/ En tierra esclava, y en dolor sumiso".
Es sólo a final del siglo XIX que el avance del proyecto liberal a través de la modernización creó un discurso nacional, y uno de sus primeros correlatos en literatura fueron las novelas realistas de Acevedo Díaz (AD). La filosofía dominante en la Universidad durante gran parte del siglo XIX, había sido el espiritualismo ecléctico que en literatura se manifestaba en el romanticismo. A fines de siglo, irrumpe la filosofía positivista de influencia spenceriana y muchos de los que habían participado del espiritualismo, como José Pedro Varela o el propio AD, se vuelcan al positivismo. Es con esta nueva corriente que logran construir "desde arriba" un discurso nacional, que encontró en la literatura realista y naturalista, un posible relato del origen de la "nación oriental". Acevedo Díaz lo hace a través de una tetralogía previamente planificada que describiría el nacimiento del Uruguay independiente, compuesta por: Ismael (1888), Nativa (1890), Grito de gloria (1893) y Lanza y sable (1914). Lo significativo de este relato es que se origina con el artiguismo que había sido ocultado por el discurso letrado.
Artigas no es el centro de la trama, ya que el recurso es nombrarlo ocasionalmente como una figura que a pesar de no participar de la misma, le da sentido a la novela. El autor realiza una descripción física del héroe, lo nombra como dirigente y militar reconocido, como defensor del campo, de la frontera nacional contra el contrabando, y además entregado a la causa independentista. Estas referencias traducen un discurso liberal y nacionalista, en el cual Artigas es la figura que logra consolidar el "estado-nación", tal como pretendía la élite política a fines del siglo XIX.
Los protagonistas de la ficción son gauchos (Ismael) e indios (Tacuabé) que se suman a las luchas por la independencia. Esta apelación "al pueblo" es una necesidad del letrado para la legitimación de su discurso. La cohesión del pueblo como la "esencia" nacional, necesitaba verse plasmada en un héroe común, fundante de la nación independiente y Artigas era el único referente posible. "A un instinto de existencia libre, se unía en ellos un coraje indómito. Verdaderos hijos del clima [los gauchos], como Artigas, poseían la tendencia irreductible de las pasiones primitivas, y la crudeza del vigor local. Peleaban sin contar el número, y caían con resignación heroica."7. Esta primera construcción de Artigas como mito fundante, a la vez que justificó, contribuyó a la consolidación de la estructura del estado a fines del siglo XIX.
Artigas en los años sesenta
A mediados de los años cincuenta la tradición liberal, fundada en el siglo XIX y afianzada durante las primeras décadas del siglo XX entraba en crisis. Desde fines de los años cincuenta se desarrolla progresivamente una crisis económica y social que culminaría en grandes enfrentamientos a finales de los sesenta y se cerraría con el golpe de Estado de 1973. Correlativamente la izquierda uruguaya se radicalizó, abandonando su internacionalismo en favor de proyectos nacionales y latinoamericanistas. En esa construcción la lucha por el poder de las divisas no encajaba y la figura de Artigas se transformó estratégicamente en la figura del primer líder de masas (de gauchos, indios y esclavos), el primer revolucionario con intenciones de cambiar la estructura de la propiedad de la tierra (esto tuvo su paralelo con los planes de Reforma Agraria de las diferentes organizaciones vinculadas a la izquierda).
Intemperie (1963) y Sabina (1968) de Eliseo Salvador Porta (ESP) fueron escritas en este contexto. Intemperie narra el Éxodo del Pueblo Oriental (1811); y Sabina el Segundo Sitio de Montevideo y la defensa del territorio de la Provincia Oriental frente a los avances de portugueses y porteños (1812-1815). Cuando el autor se suicidó en 1972 dejó sin terminar otra novela cuyo título provisional era 1815 y que, junto con las anteriores, continuaba la narración de la gesta artiguista que Acevedo Díaz había simbolizado con Ismael.
Si bien hay muchos puntos de contacto en los procedimientos literarios de uno y otro autor, la construcción de Artigas de ESP está fundada en otros supuestos ideológicos. Entre ellos, la sustitución del líder liberal por la del líder de masas, que participa con ellas de sus peripecias. El Éxodo que Intemperie nos describe es el de un pueblo solidario y en los campementos se encuentra el "origen" de sus lazos sociales, necesarios para la formación de una identidad nacional: "Todo el mundo se reúne en los fogones. Por la noche su atracción es irresistible. Arden enormes, como si muchos hogares familiares se hubiesen sumado y refundido, para que allí se acrisolara la unidad de un pueblo". Esta idea se ve reforzada en el final de Intemperie, que se cierra en diciembre de 1811, antes de la instalación del campamento de Ayuí: "El cruce del río [Uruguay] continúa. Durará todo ese mes con el cual concluye el primer año de la Patria".
Es claro que esta imagen de Artigas no pudo ser posible sin los aportes de las nuevas corrientes historiográficas que emergieron en los sesenta, además de los aportes documentales del Archivo Artigas. En las dos novelas la presencia de documentos históricos revelan en el autor la voluntad de basarse en ellos como pruebas de la verdad de su relato. Sin embargo en Sabina la ficción no se ve tan opacada por la historia como en Intemperie y esto, a la vez que le quita monumentalidad a la figura de Artigas, posibilita una interpretación más cercana al presente inmediato del autor. En 1964 ESP gana con Sabina el primer premio en el concurso que organizó El País con motivo del Bicentenario del nacimiento de Artigas. Aunque al año siguiente se intentó publicar por entregas con el diario, la novela terminó editándose en 1968. La trama de Sabina comienza con Artigas ya consolidado como "caudillo natural" de los orientales y articulador del proyecto federalista. El campamento de Purificación, al norte del Río Negro es el lugar estratégico de Artigas para establecer sus vínculos con Brasil, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Paraguay: "Allí estaba el corazón de la resistencia".
Una de las cosas que nos hace pensar que ESP escribió Sabina pensando en su propio presente es el seudónimo con el que se presenta al concurso: "Tupamaro", con el que se asocia la resistencia oriental artiguista, con la resistencia de la izquierda armada uruguaya y latinoametinomaricana (cuyo ejemplo más relevante para la izquierda antimperialista es la Revolución Cubana). El MLN-Tupamaros, que se estaba formando cuando ESP escribió la novela, tomó su nombre de los soldados de Artigas. Además la trama de Sabina se sucede durante un momento de particular violencia en la resistencia oriental: el Segundo Sitio de Montevideo y las acciones contra el centralismo porteño. La persecusión a las familias artiguistas iniciadas por los españoles desde Montevideo para evitar un nuevo éxodo, la violación y muerte de Sabina en manos del teniente porteño Farias y la lucha final entre Baltazar Chávez y éste, podrían aludir al contexto de violencia que sacudió al Uruguay a fines de la década del sesenta.
Conclusiones
Como todo mito Artigas se convirtió, en cada época, en un campo de batalla en el cual, más que definirse su historia, se definía la historia de los que luchaban por su interpretación. Hemos revisado aquí apenas una de las visiones del siglo XIX y otra de la década de los sesenta. Así como en el siglo XIX coexistían la visión "homérica" de Acevedo Díaz con la militar de Máximo Santos, en los años cincuenta y sesenta comienza a edificarse un Artigas "revolucionario" que la Dictadura militar condenará imponiendo, entre tantas otras cosas, su visión del "Prócer de la Patria". En la actualidad coexisten, sin confrontación alguna, todas las versiones: la versión militar (que no deja de ser una visión desde el Estado); la del líder revolucionario; la versión liberal recientemente rescatada por el presidente Batlle; y también la posmoderna que destaca la tolerancia del héroe con las diferentes étnias (negros, indios, mestizos...) despolitizando y deshistorizando el mito. Estas maneras fragmentadas de recordar a Artigas están asociadas a la ausencia de un debate ideológico más general, que permita reformular la comprensión del Uruguay incluso en sus aspectos simbólicos.
* Alejandro Gortðzar es estudiante de Licenciatura en Letras e Isabel Wschebor de Licenciatura en Historia, ambos en la Facultad de Humanidades de la Universidad de la República, Montevideo.