HAY QUE TOMARSELO CON SODA
Por: Walter Amaro - Sydney/Australia
Una de las cosas que sin lugar a dudas se ha hecho evidente, a través del planeta, es la pasividad típica de la flema anglosajona. Australia en ese tópico, es un hijo pródigo y aplicado: junto con las campanadas navideñas, y hasta finales de enero, esto se parece a México a la hora de la siesta. Según el dicho popular, es más aburrido que ir al cine con la hermana.
Y crea que no es cosa de risa. Hasta el tema del terrorismo ha quedado "de vacaciones" por estos pagos. Desde el portero hasta el Primer Ministro del país, todos se toman sus asuetos vacacionales puntualmente, excepto claro está, de aquellos a los cuales no les queda más remedio que seguir yugándola. Pero en fin, también tiene sus atractivos. El tránsito no es tan |
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pesado; el smog no es tan denso; los chicos no van al colegio, y de rebote hay liquidaciones por todos lados tratando de rescatar alguna venta y pagar los costos operativos de los grandes supermercados. A veces en el entrevero uno saca alguna pequeña ventaja y llega a la casa con alguna chuchería que si bien la compramos por unos pocos pesos, al final no sabemos para que sirve; pero valga la redundancia: era barato y chau.
La playa es otra cosa que realmente atrapa a los pobladores de este lugar maravilloso. Si recorremos el país, veremos que cada pedacito del contorno geográfico de esta inmensa isla, nos ofrece playas encantadoras, con aguas cristalinas exentas de la acostumbrada contaminación de las playas montevideanas y unas arenas calcadas de los más paradisíacos lugares. Australia también es eso; por ahora... Pero tenemos de lo otro también... claro.
Si bien hace pocos días el presidente de Chile, Ricardo Lagos, se quejó de que llamaran a su país el alumno más aplicado de la política de los Estados Unidos, a John Howard, el mote no le disgusta en absoluto. Claro que el mandatario chileno se refería a la política económica. Sin embargo, en el caso australiano, hacemos los deberes con la mayor fidelidad posible en todas las materias.
Si nuestros "incondicionales" van a la guerra; allá vamos. Si se nos piden nuevas y estrafalarias medidas de seguridad; también lo cumplimos. Si se les antoja que los pasaportes australianos rompan con uno de los derechos más privativos del ciudadano, dejando de lado el derechos de las libertades civiles, nuestro amigo John lo hace. Y si para colmos de la paranoia del Tío Sam, se nos pide un escudo antimisiles, hasta yo estoy preparando la parabólica de mi casa (la que me permite ver los canales en español), como escudo, y al mejor estilo del Quijote, para parar cualquier misil que se nos venga. No vaya a ser que nos agarre desprevenidos.
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La vida dicen los grandes sabios de la humanidad: los ancianos, hay que tomársela con soda. En este país, para que entienda el porqué, fracasó en su intento una y otra vez el "fichar" a sus ciudadanos por la Policía. Las encantadoras huellas digitales de los individuos en los archivos policiales, sólo son privativas de los delincuentes confesos. Para que tenga una idea, uno vota en Australia simplemente diciendo su nombre y apellido en las mesas del districto electoral de turno; eso es todo. |
El seguro médico sólo lleva su nombre, su tarjeta de crédito, etc. En Australia no existe la Cédula de Identidad ni nada que se le parezca. Sin embargo, ahora, por iniciativa de nuestros socios de aventuras, habrá que forzar al ciudadano a registrar huellas digitales, si bien la fotografía era necesaria, y firmar en archivos computados, con la excusa de la seguridad antiterrorista, a los cuales vaya uno a saber quien tiene acceso. Lo decía un visionario amigo hace muchos años: en algún momento seremos controlados como robots por las potencias mundiales. En algo se equivocó: usó el plural en lugar del singular.
Así que como quien no quiere la cosa, en poco tiempo, deberemos acicalarnos para obtener nuestro pasaporte australiano, no vaya a ser cosa de que no salgamos lindos en la foto. Pero bueno, viendo la cosa desde el lado positivo, por lo menos no nos pondrán esa tinta pegajosa que nunca sabemos como quitarla para tomar nuestras impresiones digitales. Viva la ciencia!
En otro orden de cosas, en el correr de la pasada semana, el Ministro de Defensa, Senador Robert Hill anunció que Australia podría comprar un sofisticado sistema de defensa antimisiles que podría derribar cualquier tipo de misil en el espacio. A propósito, y complementariamente, han visitado este territorio oficiales de los Estados Unidos para negociar un memorandum de entendimiento sobre la participación australiana en el sistema estadounidense de defensa conocido como "Son of Star Wars", literalmente: Guerra de las Estrellas.
Lo que el ministro no dejó en claro, era la cifra que los contribuyentes deberemos pagar para estar a tono con el gobierno del presidente Bush. Se cae de maduro que serán un par de miles de millones de dólares. Pavada de plata, cuando nos estrujan y nos dejan más secos que a un palo con el impuesto al consumidor final, más el impuesto, más el impuesto al impuesto. No en balde Australia tiene el privilegio de ser uno de los países más caros para vivir y el lugar donde se aplica la mayor tasa de impuestos al habitante. En números, a un obrero de fábrica le quitan por semana, en promedio, por concepto de impuesto, la cifra que un obrero de la construcción en Uruguay no llega a ganar por mes. Luego vienen los otros impuestos...pero dejémoslo ahí.
Algo nos queda. Les dije al comienzo que por estos lares tenemos unas playas muy lindas . Si bien no todas son tan mansas como Piriápolis, varias tienen su encanto. Además, todavía no nos cobran por disfrutarlas. El asunto es que no se nos cruce alguna de las agua vivas de por aquí, conocida como "botellitas azules" que se asemejan a un sachet de shampú de color azul con algunas babitas colgando. El escozor es tanto que arde más que alguna de las salidas disparatadas del presidente Jorge Batlle cuando habla fuera de cámaras de sus vecinos.
En fin, este año no promete ser mejor que el anterior. Podrán dorarnos la píldora señalando que el crecimiento económico andará en el 4,5%, que la inflación se mantendrá en valores aceptables, y que el desempleo no llegará a los dos dígitos. Pero no dicen en cambio cual será nuestro castigado y malogrado valor adquisitivo. Cuando pararemos de esperar horas y horas en los hospitales para que nos atiendan en emergencias, o en su defecto, cuando lograremos terminar con la espera de meses y años, a veces, para lograr internación para cirugías generales. Porque no vaya usted a creer que a un paciente que sufre de cálculos al riñón o la vesícula, le hace mucha gracia esperar un año o dos para ser intervenido quirúrgicamente.
Australia también es eso. Vivimos la era de la preocupación ajena. Más comprometidos con la política globalizada que con los problemas domésticos. Pensamos en gastar miles de millones para contentar a los "aliados" que en facilitar la formación de doctores, lo que nos lleva a importar médicos de Nueva Zelanda para cubrir las vacantes de los hospitales. Nos asusta más la posibilidad de un ataque al "Opera House", violado sistemáticamente con guardias de seguridad y todo, que la salud y bienestar social de nuestros ancianos.
A veces se nos cae la cara de vergüenza, cuando nurses y maestros mendigan un aumento salarial que casi siempre deriva en paros y conflictos, mientras que en cambio, los parlamentarios de turno se ajustan sus sueldos a piachere, sin descuidar el período forzado de vacaciones por aprendizaje, que cuestan fortunas al erario público. Australia también es eso. Una de las lecciones bien aprendidas por los partidos Liberal y Laborista, parece ser congraciarse con los sectores empresariales, dejando de lado la inquietud y la necesidad de la clase trabajadora. Pero bueno, a raíz de esa marcada inoperancia puesta de manifiesto por el gobierno y la tibia oposición demostrada por el ex líder del partido Laboral, el senador Simon Crean, los papeles han cambiado; puesto que una nueva figura lidera la bancada Laborista, Mark Latham, quien en algún momento señaló literalmente: que el Primer Ministro, era un chupa culo de George W. Bush ("The Prime Minister is an arse-licker") y ese es uno de los temas que tocaremos en nuestras próximas entregas.
Y hay más. Pero lo dejamos para la semana próxima. Porque a pesar de todo, todavía es tiempo de vacaciones. Sin embargo, quedan muchos puntos pendientes en la política estatal y federal como para que cerremos un ojo. El 2004 no creo que haya llegado con el pan debajo del brazo. Por el contrario, los ajustes para conformar a los de arriba se van a hacer ver muy pronto y no creo que nos agrade mucho.
Pero lo dicho, en enero por lo menos tenemos las playas gratis, no será mi querida playa Ramírez, pero me agrada el cambio; no sé porqué...
Nos encontramos en siete días. Y valga la reiteración: Feliz Año Nuevo